Gracias Radhamés. Sigue la Luz

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La autora es periodista. Reside en Santo Domingo

Despedir a Radhamés Gómez Pepín no es nada fácil para mí, aun a sabiendas de que ya necesitaba descansar pues aunque recibía las mejores atenciones médicas y de su familia,  la enfermedad que padecía le restaba calidad a su vida.

No es fácil decir adiós aun para los que sabemos que al morir se nace a la vida eterna y se vuelve a la fuente de energía divina de la cual somos chispas diminutas.

Duele su partida porque no solo los que les conocimos y tratamos lo perdemos; duele porque lo pierde el país, porque se extingue un referente de ejercicio ético y profesional del periodismo en el momento en que más necesitamos de su ejemplo.

Un ejemplo no solo para los periodistas de esta generación que cubren las fuentes noticiosas,  sino también para los que dirigen los diarios.

Radhamés Gómez Pepín, desde el importante cargo de director del vespertino El Nacional, rindió un inestimable servicio  al país que muy contados ejecutivos de medios exhibieron  en momentos en que las libertades públicas estaban conculcadas bajo los desgobiernos de Joaquín Balaguer.

Sus enseñanzas aún tienen vigencia pues en el ejercicio del periodismo se siguen realizando muchas de las prácticas indeseadas  que él en su momento denunció con total responsabilidad pues fue un abierto defensor de las libertades públicas, conculcadas en aquellos aciagos años, algunas de las cuales vemos hoy extinguirse, con toda impunidad.

Muchos ex militantes de izquierda y otros opositores a los gobiernos de Balaguer tenemos algún favor que agradecerle a “don Radha”.

Particularmente,  podría enumerar los que a Homero Hernández y a mí nos hiciera aun poniendo en peligro su seguridad y la de su familia. Gestos solidarios que ocurrieron  hasta cuando, ya viuda,  regresé del exilio y me percaté de que policías secretos seguían mis pasos y fui a notificárselo al periódico.

De inmediato y en mi presencia, se comunicó con oficiales de la policía a quienes muy amablemente cuestionó acerca de mi denuncia y de si tenían alguna acusación “nueva” en mi contra. Ante la negativa policial sobre nuevas acusaciones, o de mi denunciado seguimiento de policías secretos, les dijo que tenía en su poder, facilitados por mí,  los números de las placas  y otras referencias de los autos; al tiempo que agregó, con una risa socarrona: “Yo creo que a esos agentes les falta el entrenamiento que a la viuda Hernández le sobra.”

Tras regresar esta mañana de la funeraria (donde el sentimiento por la pérdida une a “mansos y cimarrones”), no pude evitar las emociones al releer su columna “Pulsaciones”, en un viejo recorte del diario El Nacional que atesoro en mis archivos,  de septiembre del 1971, tras el asesinato de Homero; el que anexo y pueden leer completo aumentando el visor, donde Radhamés cuestionaba el ejercicio periodístico de los colegas que cubrían en ese momento la fuente policial y denunciaba las prácticas criminales y muy comunes de la policía balaguerista.

Comenzaba diciendo: “A cualesquiera de los periodistas  que tienen a su cargo las informaciones  que se producen en la policía, sería interesante preguntarles qué grado de credibilidad les dan a las cosas que allí les dicen para ser publicadas.

Sin embargo, no hay que ser periodista para responder. Basta con leer lo que la policía informa de un suceso donde estén envueltos intereses propios o del gobierno y se tendrá una imagen cabal de lo que, en un aspecto, se han convertido sus boletines”.

Catorce párrafos más abajo en los que, entre otros argumentos, defendía  el buen nombre de Homero y de su compañera, terminaba diciendo: “Entretanto, Homero está muerto y sobre su recuerdo se ha tejido toda una serie de infamias.

La historia dirá la verdad eterna sobre su memoria y sobre sus victimarios.”

Gracias del alma amigo Radhamés por la persona justa, objetiva y solidaria que fuiste. Hoy se comienza a escribir tu propia historia  y  nos sentimos muy orgullosos de ella; es el legado que dejas a tus hijos, a la colega Cornelia Margarita, y a los noveles profesionales del periodismo. ¡Sigue el camino de la Luz; descansa en paz!
e.penanadal@gmail.com

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