«Gatos policías» tras las ratas de Nueva York

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La ciudad de Nueva York y sus ciudadanos son conscientes de la plaga de ratas que corretea por sus calles. Los neoyorquinos piensan que estos animales no le tienen miedo a nada y que su tamaño alcanza el de los gatos.

En las callejuelas y bajos fondos de la ciudad se esconden estos seres fieros y astutos, quienes solo tienen un enemigo natural: los felinos.

Un estudio, recientemente publicado en la revista «Frostiers in Ecology and Evolution», ha desvelado que estos animales no se dedican a cazar ratas en la Gran Ciudad. De modo que, los roedores están ganando la guerra mientras que los gatos comen pequeñas presas como aves o lagartijas, alterando así el ecosistema urbano.

Michel H. Parsons, pionero del estudio e investigador en la Universidad de Fordham (Nueva York), y su equipo de investigadores han monitorizado lo que ocurre en el entorno natural de la ciudad. Se lleva a cabo a través de vídeos y de un sistema de marcaje por medio de microchips. Hasta el momento, los roedores son los que estaban marcados porque, anteriormente, los investigadores habían tratado de observar la dinámica de población de los roedores.

Los expertos estaban estudiando una colonia de 100 ratas en el interior de un centro de reciclaje de residuos de Nueva York cuando observaron cómo ese lugar era invadido por un nutrido grupo de felinos callejeros.

En ese momento, los científicos pensaron que sería un buen momento para observar la interacción entre ambos. Optaron por colocar cámaras activadas por el movimiento orientadas de oeste a este y de norte a sur de la ciudad para tratar de presenciar los momentos en los que unos u otros interaccionaban.

«Queríamos saber si el número de gatos presentes influye en el número de ratas observadas, y viceversa. Si la presencia de los felinos tenía algún efecto sobre los diferentes tipos de comportamientos y sobre su dirección de movimiento», apunta Parsons.

Las ratas cambiaron su dinámica y comenzaron a salir menos al aire libre con la presencia de estos animales. Lo hacen con tanto éxito que en 79 días solo murieron dos roedores por los ataques de los gatos callejeros. Esto significa que usar a los felinos para controlar la epidemia de las ratas es un fracaso. Tiene más inconvenientes que beneficios, entre ellos, la amenaza contra la fauna urbana.

Parsons opina que «en presencia de los gatos, los roedores ajustan su comportamiento y se hacen más escurridizos, pasando más tiempo en las madrigueras que al aire libre». Además añade que «esto hace que nos preguntemos si realmente soltar felinos para controlar las ratas merece la pena».

Los investigadores han constatado así, que los gatos prefieren atacar presas más pequeñas e indefensas como pájaros, antes que ratas de su mismo tamaño. Y, puesto que estos roedores comienzan a esconderse y son menos visibles, la gente piensa que el número de ratas ha bajado cuando realmente no.

Examinaron 306 vídeos captados durante esos 79 días. Cada día, tres gatos rondaban por la colonia de las ratas, pero solo observaron 20 episodios de acecho, en los que los felinos buscaban darse un buen banquete.

Entre todos ellos, hubo tres intentos de matar y solo dos tuvieron éxito. Según los investigadores, las presas típicas de los felinos son aves y ratones porque pesan entre 15 y 30 gramos, en cambio, los roedores pesan alrededor de 400 gramos, claramente superiores al resto de la fauna urbana.

No obstante, el autor del estudio aclara que «no estamos diciendo que los gatos no sean depredadores eficientes sobre las ratas de la ciudad, sino que las condiciones para que esto ocurra deben ser las adecuadas.

El gato debe estar hambriento, no tener fuentes de comida alternativas y menos arriesgadas para poder beneficiarse del factor sorpresa, los roedores de mayor tamaño».

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