Ganando elecciones con la solidaridad

 
 
            Decía el célebre Gabriel García Márquez, que el día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo. Hobbes fue más enfático en cuanto al tratamiento de la pobreza, al decir que robarle a una persona pobre es delito más grave que robar a una persona rica, pues el pobre notará más el daño.
 
            Y esto último es precisamente lo que produce la corrupción rampante que caracteriza las últimas administraciones públicas de los gobiernos del PRD (2000-2004), y del PLD (Desde el 2004 y contando). Es decir, miles de dirigentes políticos y los socios de las élites tradicionales que controlan las empresas políticas, haciendo negocios con el pendejo Estado, continunan enriqueciéndose indebida e ilícitamente, y empobreciendo exponencialmente a los que menos tienen.
 
            Para aparentar una supuesta solidaridad con los más perjudicados de ese latrocinio, desde principio del presente siglo (desde el año 2000), gobierno tras gobierno, ha emulado el modelo del corrupto de Lula da Silva implementado en Brasil, me refiero al programa de solidaridad, un programa diseñado para las víctimas del propio robo, como si se tratara de una devolución a modo de compensación, de los mimos recursos públicos que  les han sido robados a los mismos pobres del programa solidaridad.      
           
Esas tarjetas, según lo define el portal digital de la administradora de subsidios sociales, agrupan dos categorías de subsidios que habilitan al portador para que reciba los beneficios de pertenecer a la Red de Protección Social. Es decir, son tarjetas que son otorgadas por el Gobierno Dominicano a las familias más pobres, las cuales son identificadas en el Censo del Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN).
 
Sin embargo, al parecer las sospechas de que han estado siendo utilizadas para otros fines a través de ese programa diseñado para pobres, lo que ha convertido sus beneficiarios, que pasan del millón de pobres,  en un mercado cautivo electoral, que beneficia exclusivamente a quienes administran ese insulto llamado solidaridad. Y para muestra de esto, he aquí lo que nosotros mismos hemos podido comprobar. 
 
El día miércoles 20 del presente mes de septiembre, siendo alrededor de las 10:30 de la mañana, la señora que trabaja en el servicio domestico de nuestra casa, nos solicitó un permiso para la tarde del mismo a las 3:00 de la tarde, cuyo objeto, según nos declaró,  era asistir a una reunión mensual que organiza el Programa de Solidaridad.
 
Le preguntamos (quien suscribe y mi esposa), que si se trataba de algún  problema con el funcionamiento de su tarjeta de solidaridad, o si se trataba de cualquier otro tipo de problema, siendo su respuesta inmediata un no, que el problema es que la han amenazado de que si no asiste a las reuniones con carácter de obligación, sencillamente se la van a retirar la tarjeta, y por lo tanto los beneficios del programa.
 
Le dijimos que no veíamos una razón lógica para que los que dirigen ese programa de solidaridad estén obligando a los beneficiarios a solicitar permisos para esas reuniones que coinciden con su horario de trabajo, y que poco nos importa esa situación, por lo que debía ponderar con seriedad el escoger entre el trabajo que tiene con nosotros o esa porquería de tarjeta que solo sirve para mantenerla en el borde de la extrema pobreza.
 
Con razón ganan y ganan elecciones, repartiendo nuestro dinero a través de estos programas para pobres, porque les genera o produce réditos electorales. Y es que esos programas no solo están diseñados para pobres, sino esos mismos pobres presentan un bajísimo nivel de escolaridad, y por lo tanto, cuando usted suma pobreza y baja escolaridad, el resultado es mayor vulnerabilidad de una buena parte de los electores, con lo que finalmente logran torcer la voluntad popular en los tornes electorales.
 
Y,como pobres dos veces (de recursos y de educación), con esas tarjeticas de control de pobreza, terminan entrando en una zona de confort, que probablemente los lleva a pensar, que ciertamente todos ellos nacieron para ser pobres. Una especie canje vulgar, en que los políticos les dan tarjetas por votos a todos esos infelices. 
jpm
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