Final del bochismo? (2 de 2)
Las ambiciones de liderazgo personal no afloraron en el PLD mientras Juan Bosch vivió —pero permanecían latentes— y después de su fallecimiento salieron a flote, adquiriendo una inusitada fuerza tras el regreso de Leonel Fernández al poder en el 2004 y su repostulación en el 2008, que aplastaron momentáneamente las aspiraciones de Danilo Medina de vengar su derrota electoral del 2000; y fue a partir de entonces que comenzaron a violentar las bases del boschismo.
Esas ambiciones de poder —mezcladas a la sed de enriquecimiento— crearon resentimientos en la capa direccional de un PLD que carecía de la supervisión de su ideólogo y antepusieron a la tribu la ambición personal sobre la disciplina y el lema de un partido que, antes de ascender al poder, limpiaba e higienizaba las plazas en donde celebraba sus mítines.
El sueño boschista de construir un Estado soberano comenzó a ser minado por la praxis de un hacer balaguerista anexado al neoliberalismo y a la visible rivalidad que afloraba entre los herederos de ese sueño, los cuales deseaban igualarse a una estructura empresarial que permanecía al acecho para imponer su hegemonía.
El demonio
A esa mixtura de ambiciones se agregó un demonio que arribó al país en el 2002: la Constructora Norberto Odebrecht, de Brasil, que trajo consigo la llave que abrió la puerta a la corrupción total del Estado, y cuyos sobornos echaron abajo el viejo pattern del 10 y 15% de sobrevaluación en los contratos.
Odebrecht estrenó el venenoso recurso congresual de las adenda, que elevaba los contratos de las obras —después de adjudicados— en hasta un 50%; y todo con la aprobación presidencial.
El primer contrato a Odebrecht [2002] se firmó para la construcción de un acueducto que llevaría agua potable a las provincias Santiago, Valverde, Santiago Rodríguez, Montecristi y Dajabón: el Acueducto de la Línea Noroeste.
Este contrato comenzó un periplo delictivo que se magnificó —años después— con Punta Catalina, el esplendor maquiavélico de la corrupción, el cuerpo total de un iceberg que emergió tras el asesinato de una ideología químicamente pura: el boschismo.
El malestar hiperbolizado por Odebrecht alimentó conductas cuyas huellas se movían en el país desde la independencia y provocaron divisiones entre los trinitarios, como el exilio de Juan Pablo Duarte, en 1844.
Ausencia de moral
Esas huellas obligaron a Juan Bosch a retirarse como cuentista en 1964 y comenzar su travesía como ensayista en Benidorm, comprendiendo que la corrupción [del latín corruptio, lo opuesto a la generación de vida; lo que se echa a perder, se descompone y pudre], tiene la facultad de dividir y sepultar conciencias, y que el padre de la sociología, Auguste Comte, definió como “la demolición gradual de la moral pública [porque] el problema social es un problema moral” [Ouvres, tomo IV: Cours de philosophie positive, 1830-42].
Sí, Bosch sabía que la ausencia de moral podía convertirse en un virus que destruiría al PLD, tal como había destruido a la mayoría de los partidos en la historia política del país.
efrain te quedaste corto describiendo las peripecias, cinismo, inmoralidad y elevada corrupcion de los gobiernos peledeistas encabezados por lio nelo f y el dañino m. dos ejemplares maquiavelicos y nauseabundos de una pequeña burguesia ambiciosa, trepadora y descarnada, estos dos ejemplares salidos de una estercolera junto a sus funcionarios y familiares, crearon sus fortunas, sobre las bases del hambre y la miseria del pueb dom
fuenteovejuna no es culpable culpable es uno de sus alcaldes.
fuenteovejuna no es culpable culpable es alguno de sus alcaldes.
el boschismo es indestructible mientras sus escritos permanezcan.
al parecer te dejaron a fuera en esa vuelta k habla asi
totalmente cierto …