Filosofía de Boruga

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EL AUTOR es periodista y escritor. Reside en Santo Domingo.

Boruga (Felipe Polanco, para fines legales) está celebrando setenta años de vida y cincuenta al servicio del arte en el renglón del humor. Hacer reír a los demás resulta una tarea difícil que a la vez me parece meritoria. No estoy proponiendo que sea condecorado, pero si el Gobierno me consultara, se lo recomendaría.

Sin embargo, no es eso lo que quiero destacar del veterano humorista. Mi intención es resaltar la capacidad de observación de la sociedad dominicana que atesora Polanco. Él es como un sociólogo empírico. Conoce suficientemente el comportamiento de los dominicanos de todas las clases sociales. Lo ayuda a encarnar con naturalidad sus personajes.

Felipe Polanco

Me ha despertado mucho interés la apreciación de Boruga sobre la incidencia entre nosotros de una frase que, no obstante lo trivial, es responsable de múltiples desgracias. Adversidades que incluyen muertes, lesiones, accidentes trágicos, prisiones, conflictos conyugales y pérdidas de empleo o amistades.

La mayoría hemos escuchado la fatídica frase o quizá la hemos pronunciado. No es que cada vez que se diga ocasionará una desgracia, pues no siempre las fechorías tienen final al revés, sino que el burlador de la norma, de la ética, de las buenas costumbres o del tránsito, por ejemplo, puede resultar airoso en sus hazañas reprochables.

La oímos y repetimos, pero es Boruga, cual pensador social, quien ha reflexionado sobre la frase en cuestión. Se trata de una pregunta que al formularse evidencia el permiso que se da quien la dice para violar la ley, vulnerar derechos o para evadir responsabilidades. Es un timbre distintivo de la irresponsabilidad.

Un hombre que conduce un auto entra a una calle que se corre en dirección opuesta, alguien se lo advierte, pero el individuo, armado de engreimiento, responde: ¿Quién dijo? Y sigue su marcha en busca de problemas: colisión, contravención. La menor consecuencia será que otro conductor, en pleno derecho, y más indecente, le vocee tres improperios.

Eso está prohibido. ¿Quién dijo?  Eso es ajeno. ¿Quién dijo? Cuidado, esa mujer es casada. ¿Quién dijo? Es Boruga quien ha observado el alto contenido de impertinencia de esta expresión y cuenta historias que han ocurrido y pueden ocurrir debido a las actitudes de quienes se amparan en el referido dicho para actuar como chivo sin ley.

Felipe Polanco Delgado no hace encuestas ni análisis situacionales, pero escudriña a los dominicanos y por eso conoce a perfección nuestra idiosincrasia. A partir de ese conocimiento produce acciones de humor, de buen humor. La frase comentada me parece lo mejor de la filosofía de Boruga.

JPM

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