Fenómeno preocupante: desigualdad que aterra
Las convulsiones sociales y políticas que se ciernen sobre los cielos de diferentes latitudes de América Latina y el Caribe son el reflejo de que en esa parte del mundo hay una agudización terrible de la desigualdad social.
Y esta desigualdad, hay que decirlo con dolor, es una consecuencia directa de una injusta distribución de la riqueza y una prolongada y consistente corrupción de índole público y privado.
Para que tengamos una idea de lo que estamos planteando, según un informe del año 2018 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la cantidad de dinero proveniente del delito y la corrupción en América Latina y El Caribe se sitúa entre 2 y el 5% del Producto Interno Bruto(PIB) mundial cada año.
Eso son aproximadamente entre 800 billones y 2 trillones de dólares o, lo que es lo mismo, el equivalente al PIB de Brasil. El crimen internacional no tiene bandera pero mueve más dinero que muchas economías soberanas.
Pero hay más, Súmele a lo arriba antes mencionado, que el mismo informe da cuenta que alrededor del 20 por ciento de la población concentra el 80 por ciento de las riquezas que se producen en cada una de esas colectividades.
De manera que no es posible que en 46 países que componen América Latina y el Caribe, con una población aproximada de 625 millones de almas, 191 millones de personas estén en la actualidad en el círculo odioso de la pobreza.
No hay que ser un especialista en ciencias sociales ni mucho menos un experto en geopolítica, para darse cuenta que lo que está generado, insisto, todo este movimiento social que nadie sabe en qué puede derivar, es la agudización de la desigualdad por la injusta distribución de la riqueza y la corrupción pública y privada. Más nada.
América y el Caribe arden y muestra de ello lo constituye el hecho de ver estas movilizaciones constantes de ciudadanos de países como Honduras, Haití, Ecuador, Paraguay, Venezuela, Chile, Bolivia, Puerto Rico, Perú, Colombia y Brasil, reclamando reivindicaciones sociales en las calles.
Esto que ocurre en América Latina y el Caribe es un fenómeno preocupante que debe llamar la atención de todos y todas.
JPM