Extracción de agregados: alternativas

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El autor es geólogo. Reside en Santo Domingo.

Por: VÍCTOR GARCÍA SANTANA

Varias alternativas se han estado planteando para la planificación de mediano y largo plazo del sector de los agregados. En primer orden está la de producir agregados a partir de in situ (roca en su estado original).

Eso es posible, pero cuando revisamos el mapa geológico del país nos hallamos  que las formaciones rocosas que podrían tener las propiedades ingenieriles, para la elaboración de concreto, están distantes de las principales ciudades de consumo y/o en zonas ambientalmente frágiles.

La alternativa para  la producción de agregados a partir de in situ, como hicimos referencia en el artículo pasado, contempla el uso de la caliza arrecifal (coralina) del Litoral Sur. Tiene  poca elevación, nivel freático a poca profundidad, limitadas propiedades ingenieriles para el uso en  construcción y proximidad a zonas turísticas.  Para obras importantes el mercado de esa zona se abastece de los áridos procedentes de la Zona Sur, principalmente  de San Cristóbal.

Los in situ del entorno inmediato a San Cristóbal son afloramientos de roca que son, mayormente, caliza-arenosa, volcano-sedimentaria y tonalita, que para su  eventual aprovechamiento tendrían que cumplir con proximidad a centros poblados de mayor consumo, fuera de áreas ambientalmente sensibles y con buenas propiedades ingenieriles. La disponibilidad de uso de  in situ de las zonas de  La Vega, Santiago y Puerto Plata, es dudosa,  por la sensibilidad ambiental de esas zonas.

En la zona de El Pomier existe una caliza que se está usando como agregado, y que está concesionada a una empresa productora de hormigón. En el km 22 de la Autopista Duarte existe una roca basáltica que es aprovechada por una empresa para ocasionalmente producir agregados que principalmente van destinados a la producción de hormigón asfáltico. Otro basalto al norte de Higüey también tiene propiedades para ser usado para la producción de agregados.

La segunda alternativa, promovida por algunos sectores, y contenida en el Decreto 530/2009,  es que el abastecimiento de agregados tenga como  fuente la extracción los sedimentos acumulados por años en las presas. La viabilidad de esta propuesta encierra muchas interrogantes. Debe tenerse presente que  las colas de las presas fluctúan con las lluvias y que así mismo ocurrirá con  las extracciones; además, las extracciones ahí no aumentan la capacidad del embalse.  No perder de vista que el agua como recurso estratégico no debe estar expuesto a riesgos de contaminación.

En un proyecto que diseñaba el fenecido ingeniero Marcelo Jorge para aumentar la capacidad del contra embalse de Las Barias, que está colmatado, y que alimenta el canal Marcos A. Cabral y el lateral Nizao-Najayo, evaluamos la posibilidad de que todos esos sedimentos fueran descargados por las compuertas del embalse al cauce del río Nizao, pero por la pobre morfología del río, y la falta de una sección adecuada de su cauce que permitiera el tránsito de tales sedimentos, sin riesgos, no se pudo ejecutar el proyecto.

Una tercera alternativa sugerida para diseñar políticas de mediano y largo plazo  para la extracción de agregados, es el aprovechamiento de los sedimentos de las  desembocaduras de los ríos. Los estudios para fines de evaluación son pocos. Ríos como Haina, Nigua, Nizao y Baní en la Zona Sur. Puerto Plata Yásica, Veragua y Camú. Santiago Yaque del Norte llega a Montecristi. Río Yuna y Arroyo Caballero y otros que llegan hasta las presas de Hatillo y Rincón. Llama la atención el poco interés mostrado en esta alternativa por quienes se dedican a esta actividad.

La cuarta alternativa puesta en el debate, como posible fuente  para la extracción de agregados, es la  canalización de cauces de ríos sobresedimentados; sedimentos que se constituyen en barreras  que aumentan la velocidad de los flujos, haciendo vulnerables asentamientos humanos y tierras agrícolas.

Esta actividad provoca conflictos con  sectores ambientales, quienes le atribuyen impactos negativos severos  a los ecosistemas fluviales; mientras que otros aseguran que ésta tiene múltiples beneficios asociados que favorecen  la restauración ambiental de un río.

Hay países que cuentan con legislaciones y normativas para la canalización de los cauces. También para la extracción de  arena submarina En el río Ebro, España,  las empresas que se dedican a esa actividad tienen un código de buena práctica. Nuestro país no tiene cultura de canalización de ríos, lo que vemos son las intervenciones irracionales, sin ningún criterio técnico, cuyo único interés es la comercialización de los sedimentos.  La canalización de los cauces de los ríos  suele usarse como mecanismo de control y regulación en la prevención de inundaciones.

Las estadísticas resultantes del  estudio  desarrollado  por  La  Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (La Red),  realizado para el BID en base a los registros del período 1966-2000, dice este estudio, que las inundaciones constituyen uno de los mayores y más regulares desastres naturales en República Dominicana, y concluye diciendo, que tomar iniciativas para controlarlas es una necesidad ambiental, económica y social para el país.

Durante el Octavo Foro Mundial del Agua, el país, representado por el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD), presentó la investigación Contexto Actual del Agua en República Dominicana, en la cual reconoce que un 60% del territorio nacional “es vulnerable” a las inundaciones. Además, que entre el 60% y el 70%  de los residentes en esas zonas están en situación de riesgo ante posibles deslizamientos de tierra.

 Tras el paso de las tormentas Olga y Noel, año 2007, se hizo un levantamiento de las zonas impactadas, que incluía  la identificación de aquellas que habían quedado en un estado de alta vulnerabilidad. Los resultados mostraron que unos 80 lugares necesitaban de corrección hidráulica urgente. En respuesta a esta situación de riesgo, se emitió el Decreto 530/2009, vigente, que declara de interés nacional la remoción de sedimentos en las cuencas fluviales de los principales ríos y embalses de las presas del país.

En atención al referido Decreto, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) preparó   dos proyectos de canalización. Uno de tres tramos en el río Yaque del Norte, desde el Puente Yapur Dumit hasta las proximidades de Banega a un costo de 900 millones de pesos, incluía infraestructuras.

El segundo en el río Camú en La Vega  a un costo de 40-60 millones de pesos, también con infraestructuras. Ambos proyectos, aunque se iniciaron,  no pudieron ser concluidos por oposición de sectores ambientalistas. En los ríos Nigua y Baní se canalizó una parte.

En conclusión, el país necesita tomar acciones urgentes en:1) asegurar las fuentes de  agregados para poder continuar el desarrollo en el sector de la construcción, 2) reducir el alto porcentaje de  vulnerabilidad que tenemos a fenómenos  hidrometeorológicos que terminan afectándonos  en lo económico, social y ambiental y 3) disponer de recursos económicos para el manejo de las cuencas para alcanzar su recuperación ambiental futura.

La canalización de los ríos puede ser una oportunidad para darle  respuesta a esas acciones urgentes, convirtiéndola en política pública. La viabilidad de las canalizaciones tendría que hacerse desde una visión de manejo integrado de cuenca, donde prevalezca la recuperación ambiental del río, y que la remoción de sedimentos sea solo un componente más de esa recuperación.

Que la totalidad o parte de las tasas que se paguen por los sedimentos removidos, con fines comerciales, sean destinadas a los programas como parte de sus financiamientos.

Paravida26@gmail.com

JPM
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