Estrategias efectivas para lograr inversiones
Un país se convierte en atractivo para los inversores sólo cuando el futuro promete rentabilidad para sus negocios con facilidades impositivas para dar más empleos en sus empresas.Decir que damos mucha estabilidad política con democracia, buena garantía judicial y que el CEI-RD hizo un portal en la web explicando cómo invertir y cómo hacer trámites para crear empresas, creo, no es suficiente y perdóneme el, CEI (Centro de Exportación e Inversión), que aunque trabaja más eficientemente, no nos dicen la otra cara de la moneda. Si fuera así, la múltiples cenas e invitaciones por el mundo entero con empresarios que hizo Leonel Fernández en sus 12 años presidenciales nos hubieran ganado el título del Singapur del Caribe y todos sabemos que la droga, corrupción e inseguridad delictual reinante nos dan otro título, que se quiere soslayar y ocultar al extranjero y cuando este lo ve, dice calladamente, me equivoque, me voy a Costa Rica, Panamá u Trinidad Tobago que están igual de cerca al mercado americano. Cuando Leonel Fernández era presidente solía argumentar que las empresas tenían que seguir invirtiendo porque en los 90 habían ganado mucho dinero. Al menos dos problemas de fondo tienen estos argumentos de Leonel. El primero es que nadie invierte por lo que ganó en el pasado, sino porque lo que espera ganar en el futuro. Si alguna vez alguien invirtió en una pizzería y le fue bien, no quiere decir que si el negocio de las pizzas dejó de ser una buena inversión, vaya a invertir igual porque obtuvo ganancias en el pasado. El segundo tiene que ver, justamente, con las expectativas que puede tener un inversor hacia el futuro sobre determinado negocio en determinado país. Lo primero que hace un inversor es evaluar la posible rentabilidad del negocio. Para ello primero calcula los ingresos esperados durante un determinado tiempo. ¿Qué variables incluye? Precio de venta (P) por la cantidad que espera vender (Q). Es decir P x Q. Luego comienza a estimar los costos de producción. Costo de mano de obra, insumos, energía, transporte, impuestos, etc. Una vez hecho el cálculo, y si espera obtener rentabilidad, calcula la misma sobre el capital invertido para conocer la tasa de rentabilidad sobre el capital invertido. Todo esto es lo que en economía se denomina cálculo económico, cálculo que se hace ex ante y ex post. Ex antes es el cálculo estimado. Ex post es el cálculo luego de haber hecho la inversión y el momento de la verdad. La rentabilidad obtenida, ¿fue igual, menor o superior a la esperada? La inversión en un mercado competitivo siempre es un riesgo. Nadie tiene asegurado el éxito de antemano y esas son las reglas de juego. La clave aquí es que, cuando se hacen las estimaciones de precios y costos, se llevan a cabo sobre estimaciones de mercado. Se parte del supuesto de que el Estado no alterará los precios relativos con medidas arbitrarias que distorsionen los precios relativos. Las señales de precios tienen cierto grado de certeza. El problema del caso dominicano es que, justamente, en este momento, como en muchos otros de nuestra historia económica, es imposible hacer un cálculo económico sin tener en cuenta las potenciales consecuencias de las actuales distorsiones de precios relativos y las medidas arbitrarias que puede adoptar el Gobierno. Por ejemplo, el primer paso es estimar los ingresos: P x Q. ¿Quién puede afirmar hoy que una vez hecha la inversión el Gobierno no establecerá un control de precios sobre ese bien, o servicio que va a producirse y, por lo tanto, el P estimado no depende del mercado (lo que está dispuesta a pagar la gente) si no de una decisión burocrática? Es decir, hoy P en Rep. Dom. es incierto por propio mercado, pero mucho más por las medidas que te limitan subir tus precios, o por restricciones en los horarios para la venta de bebidas que se levantan solo en navidad. Para estimar Q también hay un problema. Supongamos que parte de lo que se piensa producir se espera vender en el mercado interno y otra parte exportarla. ¿Prohibirá o limitará el Estado, mediante una resolución, las exportaciones? Porque en ese caso cambia Q, y P x Q da un número mucho menor, al punto que no puede llegar a cubrir los costos de producción. Es más, si se limitan las exportaciones, P baja por menor demanda externa. Por el lado de los ingresos, entonces, hay interrogantes extra mercados. Es lo que se denomina incertidumbre institucional. P y Q, bajo ese esquema, son imposibles de estimar por las medidas que constantemente adopta el Gobierno. Veamos el lado de los costos. ¿Quién puede determinar, por ejemplo, cuáles serán los costos salariales? ¿Vendrá un decreto con aumento salarial, u órdenes de solo exportar habichuelas a Caracas, y a nadie más? Y otros temas que asustan. ¿Cuál será el costo de la energía en el futuro, dado que todos saben que está subsidiada y que, incluso, puede faltar? ¿Cuál será la carga tributaria que tendrá que soportar la inversión a nivel nacional y municipal en momentos en que los dos niveles de gobierno tienen serios problemas fiscales y están hambrientos de más ingresos? ¿Cuál será el verdadero costo de los insumos si Ind. y Comercio y Agricultura deciden limitar las importaciones y solo las autorizadas tendrán entrada? Todos estos interrogantes son demasiado fuertes como para que alguien se arriesgue a invertir en un país donde los gobiernos han dado acabadas muestras de cambiar las reglas de juego y, en más de una oportunidad, han motivado que se vayan empresas, desde la D ole hasta O range y me faltan muchas en el medio de esas dos letras. Quien hoy dispone de un capital para invertir, no solo tiene que hacer el cálculo económico normal para determinar la posible tasa de rentabilidad, sino que, además, debe evaluar la precaria tasa de rentabilidad estimada contra el riesgo político basado en mantener a los amigos que protejan mi inversión hoy; y mañana seguro serán otros, y quizás de otro partido. Como esto último es muy elevado, la tasa de rentabilidad que se le pide a una inversión tiende a infinito, paralizando el grueso de las inversiones. Es más, si las cuentas dieran que el negocio puede llegar a ser bueno, hasta podría llegar a ser un peligro porque un Estado desesperado por recursos y con gobiernos que no reconocen límites al momento de cambiar de posición en sus intereses; lo mío, será de ellos, ya que con el argumento de la solidaridad social, lo que deja mucho dinero al sector privado, debe manejarse por el sector publico, así no se explota al usuario, dirán ellos. Vengan a R.D. inviertan. Damos mucho, tenemos costos bajos, hay mucha luz, amplia infraestructura, policías privados, algunos funcionarios corruptos, cercanía a EUA y desde luego ron y fiesta todas las noches. Yo quiero algo más, quiero un cambio. Soy optimista, tenemos las playas más bellas, minería en abundancia y gente trabajadora, solo falta cambiar cultura y mejor buena fe.