El verdadero costo del turismo 

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EL AUTOR es presidente del Frente Cívico y Social. Reside en Santo Domingo.

La reciente participación de la República Dominicana en la feria turística FITUR ha sido anunciada como un “éxito rotundo”. Se habla de inversiones por 6,750 millones de dólares, la construcción de 7,400 nuevas habitaciones, la llegada de 713,000 turistas adicionales y la creación de 47,800 empleos.

Pero detrás de estos titulares optimistas se esconde una realidad alarmante: el sector financiero nacional está siendo utilizado como apalancamiento de empresas extranjeras del turismo, asumiendo todos los riesgos mientras los beneficios quedan en manos foráneas.

Muchos creen que estas cifras reflejan capital extranjero inyectado en el país. Nada más lejos de la verdad. Gran parte de estos recursos no provienen de inversión extranjera directa (IED), sino de endeudamiento interno y externo, en su mayoría dinero de los propios dominicanos a través del sistema bancario.

Un verdadero inversionista extranjero arriesga su propio capital y asume los riesgos del mercado. Pero en este modelo, es la banca nacional la que está prestando los recursos, comprometiendo su estabilidad y, con ella, la seguridad de los ahorrantes y los fondos de pensiones del país.

El turismo dominicano, basado en el modelo de “todo incluido”, es fiscalmente privilegiado pero económicamente vulnerable. Genera empleos mal pagados, mientras goza de exenciones fiscales masivas. Al mismo tiempo, sectores estratégicos como la agroindustria, la manufactura y el emprendimiento local enfrentan enormes dificultades para acceder a financiamiento.

El crédito nacional, en lugar de impulsar la producción y fortalecer la soberanía económica, se está desviando hacia el turismo extranjero, dejando a la economía productiva en el abandono. Esto ha provocado consecuencias devastadoras para el país.

El campo dominicano se estanca. Sin inversión en infraestructura, riego y tecnología, la producción local cae, las importaciones aumentan y la soberanía alimentaria se debilita. La agroindustria no crece, pues empresas que podrían generar miles de empleos se ven obligadas a paralizar proyectos por falta de financiamiento, mientras que grandes cadenas hoteleras extranjeras reciben préstamos multimillonarios con condiciones preferenciales.

La industria local queda rezagada

Mientras los productos importados entran con ventajas arancelarias, la manufactura dominicana pierde competitividad y cada vez depende más de insumos y tecnología extranjera.

El emprendimiento se asfixia. Las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que generan más del 50% del empleo en el país, se enfrentan a barreras financieras que limitan su crecimiento y sostenibilidad. Es inaceptable que estos sectores tengan que luchar por financiamiento mientras las grandes cadenas hoteleras extranjeras reciben miles de millones con condiciones privilegiadas.

El turismo es un sector altamente vulnerable. Una crisis internacional, una pandemia, un desastre natural o una caída en la demanda global puede colapsarlo de inmediato. Cuando eso ocurra, ¿qué pasará con la banca dominicana, que ha apostado todo a este sector? El sistema financiero nacional quedará expuesto, los ahorrantes y pensionados pagarán las consecuencias y el país enfrentará una crisis de endeudamiento interno con impactos devastadores.

Desde el Frente Cívico y Social (FCS) demandamos medidas urgentes para corregir este desbalance. Es necesario establecer políticas públicas que obliguen a la banca a financiar la producción nacional con tasas preferenciales y garantías estatales. Se requieren reformas que establezcan un mínimo obligatorio de crédito para el sector agropecuario, agroindustrial e industrial.

Es urgente reducir los incentivos fiscales al turismo extranjero y fomentar más estímulos a la producción local. Se debe fortalecer un banco de desarrollo nacional que impulse proyectos estratégicos en sectores clave en lugar de favorecer la especulación y el enriquecimiento de cadenas extranjeras.

El turismo, bajo un modelo de responsabilidad social y equidad, es importante. Pero no puede seguir absorbiendo los recursos que deberían fortalecer la economía productiva del país. Si no se cambia esta política de financiamiento, seguiremos siendo un país dependiente, vulnerable y al servicio de intereses particulares y ajenos al desarrollo de la nación.

¡Despierta, RD!

jpm-am

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