El Rey de la Bachata conquista a Madrid

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MADRID.- Son las 21.30 horas en la madrileña plaza de toros de Las Ventas. En la arena ha comenzado la fiesta y la grada aplaude al gentío que baila, bebe y canta mientras espera la llegada del protagonista de la noche.
Al fin, se apagan las luces, se encienden las gargantas y el rey de la bachata entra en escena. «¿Dónde están los hombres de Madrid?», pregunta Romeo Santos desde lo alto, y una masa considerable responde con gritos. «¿Y dónde están las mujeres?», insiste el dominicano. Y la fiera se despierta con un rugido enloquecido.
Pese a los precios -desde 80 euros en pista-, casi 25.000 personas llenan la plaza en una noche en la que bailar es la única opción. «No hay tanta gente. No está lleno», comenta un joven entre el público.
En efecto, la pista permite cierta holgura a los presentes y en las gradas se entrevén algunos asientos vacíos. Pero el entusiasmo del público llena cualquier hueco y cuando el ídolo de los ritmos latinos sale al escenario en su trono dorado no faltan aplausos para recibirlo.
A las afueras del recinto aguarda un amplio despliegue policial y sanitario, y el tráfico en la zona se resiente por las calles cortadas y la seguridad extra. «Lo normal en cualquier evento de este tipo», asegura uno de los policías apostados en la puerta principal.
Embajador de su país
Desde las 18.00 horas, cuando se abrieron las puertas, el público entraba a la plaza en una hilera incesante que recorría media plaza. «Tengo la entrada comprada desde noviembre», afirmaba una joven dominicana que se hacía fotos poco antes de correr hacia la entrada.
Como ella, muchos dominicanos acudían al concierto para ver al que se ha convertido en embajador de su país. «Es el orgullo dominicano -apuntaba otra chica entre el público en pista-. Tiene a República Dominicana por lo más alto; lleva la bachata por todo el mundo».
Aunque la mayoría latina domina, abundan los espectadores nacionales entre el público. «Yo lo conocí cuando fui de viaje a Punta Cana. Aquí no es tan conocido», señala una joven que baila en la pista.
En el escenario, el rey baja el micro dorado y se sienta en el trono. Hace una pausa y sonríe al público, que le devuelve una nueva sucesión de gritos. Romeo se levanta y vuelve al ataque. Sigue la noche de celebración latina en Madrid.

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