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El rencor humano
Aunque la especie humana actúa con razonamiento y conciencia de lo que hace, existen algunos comportamientos que no parecen ser únicos de esta especie. Hay algunas especies de animales que aparentemente usan el rencor hacía otras especies y entre ellos mismos, como los son los caninos, algunas aves ( gallos), entre otros. Pero, por definición no se les debe aplicar, porque «se dice» que ellos actúan por «instintos» y no por razonamientos, y que además carecen de sentimientos.
Rencor «sentimiento persistente de animosidad o de resentimiento: no le guardo rencor». » Rencoroso Adj. Propenso a sentir rencor: ser rencoroso. 2. Dominado por el rencor: estar rencoroso». Dicc. Encl. L. 2000.
El rencor es una conducta inadecuada e inapropiada del ser humano, que refleja en gran medida la inferioridad mental del individuo. Este es incapaz de olvidar situaciones donde considera que fue maltratado, abusado, difamado, y afectado negativamente en cualesquier momentos; no supera las cosas, sino que se queda fijo en la circunstancia y el tiempo.
El rencor social, es aquel que controla la conducta de una sociedad, que por situaciones consideradas anormales, reaccionan sin ver lo positivo de la situación, sino únicamente ven lo que le afecta. Este rencor se agrava porque las masas generalmente no actúan bajo un razonamiento, sino bajo una manipulación interesada y reiterativa. Por eso, la masa pidió que Pilato, diera la sentencia de muerte contra Cristo, gritando: ¡Sea crucificado! Mt. 27: 22.
El rencoroso es capaz de hacerse daño, con tal de dañar a su «victimario». Este es un sentimiento difícil de superar, sin embargo, el ser humano tiene una facultad para perdonar, la cual es la única forma de vencer a este cautivador. Cuando el individuo llega a la conclusión de que nada bueno sale del rencor, y que lo que está es haciendo y haciéndose daños, entonces está a la puerta de vencerse a sí mismo y triunfar sobre sí.
Las circunstancias cambian, y es ahí adonde está la sabiduría. El mañana, nunca será el hoy pasado, por eso hay que cambiar de dirección para poder convertir el mañana, en un hoy continuo, próspero, feliz y en triunfos. Jesucristo dijo: «Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal» Mt. 6:34.
Muchas divisiones religiosas son productos de esa mala práctica: el rencor. Esa animosidad contra los otros, produce una ceguera espiritual, que conlleva a hundirse más y más en el fango de la división. Jesucristo, el Hijo de Dios, edificó una sola iglesia, y en realidad para Dios, existe una sola iglesia. Todo lo que ha pasado durante la historia de esa iglesia, no es más que resentimientos eclesiásticos. Todo esta situación comenzó con la desaparición de los apóstoles.
El rencor no permite que las personas se sientan a analizar y a buscar la verdad, sino que causa un distanciamiento que se profundiza más y más. Y comienzan las acusaciones, los diversos tipos de ataques que culminan con el fracaso de sus actores. Por eso Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: » Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» Jn. 8: 31, 32.
El rencor es un pecado, el cual debe desaparecer mediante el implementar el amor, como escribiera el apóstol Pablo, diciendo que el «amor… no guarda rencor.» Es impostergable para las criaturas superiores emanciparse de conducta como ésta. Dios nos creó como seres superiores, quienes debemos ser ejemplos y mayordomos de las demás criaturas. No luchemos contra nosotros, sino por nosotros y con nosotros.
El rencor destruye los matrimonios, las familias, las sociedades, las iglesias, y a cualesquiera entidades que les dé acogidas. Por tanto, el llamado que corresponde es que olvidemos los resentimientos y produzcamos un cambio en nuestras vidas, para ser mejores personas y crear un clima de paz, armonía entre los seres humanos. Los errores pueden ser superados; los pecadores, podemos arrepentirnos; y todos podemos encontrar el verdadero y único camino: Jesucristo.
