El PRD y la alternabilidad democrática

El Partido Revolucionario Dominicano le hace un flaco servicio a la democracia y a la necesaria y saludable alternabilidad, manteniendo esa actitud de barricada que por tanto tiempo han protagonizado sus dirigentes, sin que se vislumbre una variación de las posturas divisionistas en los bandos antagónicos. Con el transcurrir del tiempo, la enconada disputa entre las facciones que dirigen el ex presidente de la república, Hipólito Mejía, y el presidente del partido, Miguel Vargas, tiende, al parecer sin ninguna esperanza, a profundizarse. Los que observamos desde las gradas, sabemos claramente, que esa actitud aparentemente irreconciliable, es la que los ha alejado de la posibilidad de reconquistar el poder, que tan escurridizo se les ha tornado durante la última década. Y podríamos vaticinar, que si no hay una reconciliación definitiva que sepulte los viejos rencores, y las egoístas intenciones, en los próximos comicios venideros se reeditaran los fracasos obtenidos en las contiendas electorales del último decenio. Hay que notar, que las posiciones mas desquiciadoras, son las que sustentan la facción del ex presidente. Esta con su líder a la cabeza, no ha sabido manejar la crisis desde una perspectiva sensata. Digo esto, debido al poco tino que muestran cuando no acatan la institucionalidad partidaria y al igual que Vargas Maldonado, acusan de la crisis interna y de los fracasos electorales, a un factor externo, que es supuestamente el ex presidente Leonel Fernández y su partido. Llevando con ello un falso y errado mensaje a la militancia del partido y a toda la nación. Con esa tergiversación de la realidad, lo que han hecho es alejar una solución, pues obvian las verdaderas causas que originan el conflicto, que no acaban de aceptar que están dentro de su partido. Incubadas por ellos mismos con sus ambiciones desmedidas y sus necias terquedades. Por lo que es un gran contrasentido que en vez de ayudarlos, lo que ha hecho es perjudicarlos, mostrándolos ante la opinión pública, como líderes sumamente incapaces de manejarse políticamente de forma racional. Deberían pues de cesar ambos sectores, su actitud de irracional beligerancia, y más aún la facción de Mejía, ya que con ella provocaron su expulsión de esa organización, manteniéndolos fuera del partido, y lógicamente fuera de combate. Su deber es reconocer su responsabilidad como principales antagonistas y estimuladores de la división. La que deberían estar enfrentando estratégicamente, desde dentro de la institución y no atizándola desde fuera. La reconciliación, aunque remota, podría ser una realidad si estos últimos reconsideraran esas posiciones irracionalmente antagónicas, que muestran una incomprensible inmadurez, inadmisible en dirigentes con una trayectoria tan larga en el quehacer político. Pero esto solo puede ser posible si se despojan de la arrogancia y el egoísmo, que no los han dejado tomar posiciones reflexivas que los lleven a reconocer el papel institucional que le toca legítimamente, ejercer y defender, al actual encargado de la presidencia del partido, el ingeniero Vargas Maldonado. Y si también Vargas logra abandonar, sus férreas pretensiones de querer alzarse con el santo y la limosna. A Mejía no le queda nada bien reasumir ese discurso bravucón, de guapo barrial y que podríamos considerar también como de barricada, que no lo ha favorecido ni lo beneficiará jamás. Llamar a la no participación en la próxima convención y a formar tienda aparte para lograr una candidatura presidencial, es una postura que solo muestra una desmedida ambición y egoísmo. Con esa actitud están “tirando la toalla” y le estarían dando luz verde a Vargas Maldonado para el control por un periodo mas de la presidencia del partido. Alargando así, por mucho mas tiempo, la solución de los conflictos internos y propiciando la permanencia en el poder de un PLD, que aprovecharía la dispersión del voto entre el PRD y la Convergencia, para ganar de nuevo las próximas elecciones. La llamada Convergencia, que posiblemente postule a Abinader o al mismo Hipólito, probablemente seguirá un derrotero hacia el fracaso en el corto plazo. Como los demás proyectos divisionistas, ­–el del PLD, producido en 1973 tuvo éxito a largo plazo–, surgidos anteriormente al fragor de las tantas refriegas internas, sufridas por la organización política individualmente más votada, en las ultimas elecciones de hace dos años. A los que posiblemente están asesorando al carismático agrónomo, a asumir esa aventura extra partido, y a retomar su desacreditada y fracasada retorica de irracional beligerancia, que dejen eso. Porque solo estarían actuando como si fueran en realidad enemigos infiltrados, cuyo papel sería evitar por todos los medios, una posible y salvadora reconciliación en el otrora partido de la “esperanza nacional”, que le permitiría acudir exitosamente al próximo torneo electoral. joseflandez@hotmail.com

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