El populismo y sus efectos

El término populismo apareció en la Rusia pre-revolucionaria y calificaba a todos los movimientos anti-zaristas (Era el título usado por monarcas eslavos, principalmente del Imperio Ruso entre 1546 y 1917). Entre los años de 1930 a 1950 en Latinoamérica apareció un tipo de liderazgo que se planteó originalmente en contra del gran capital y de los políticos tradicionales. Dado que aducían que la oligarquía y la clase política llevaron a la pobreza a gran parte de la población latinoamericana. No obstante los movimientos populistas fueron coaliciones multiclasistas, que aglutinaron a sectores de distintas clases sociales y que tuvieron acceso al poder mediante golpes de Estado o por la vía electoral. Los populistas no se identificaban con las ideologías políticas tradicionales de izquierda o derecha, más bien hubo un sincretismo en el que integraron elementos de ambas doctrinas. El populismo fue encabezado por líderes carismáticos y autoritarios, a menudo militares que predicaban la integración nacional y ofrecían soluciones prácticas a los problemas de pobreza, exclusión social y a la acumulación de riquezas individuales, por ello consiguieron el apoyo de los sectores populares que no se sentían interpretados por los partidos políticos tradicionales. Aunque el «populismo» respetó al inicio el sistema de elecciones desterrando, el fraude electoral y estableciendo el sufragio universal, extendido incluso a la mujer. Sin embargo la historia define al populismo como regímenes semidictatoriales, debido al dominio que el partido de gobierno, tenía sobre el Estado, a las restricciones de las libertades individuales, a la frecuente persecución de los disidentes y al hecho intrínseco de controlar todas las intuiciones públicas con el fin de perpetuarse en el poder. De modo que hay mucho que analizar en torno al “populismo” no solo por su ambigüedad, sino que la palabra no está definida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero si define la palabra «populista» con el significado de «perteneciente o relativo al pueblo» idénticamente a la primera acepción de «popular». De manera que el uso de los términos «populismo» y «populista» se hace habitualmente en contextos políticos y de forma excesiva como ya lo abordamos anteriormente, de modo que el populismo está íntimamente relacionado con procedimientos políticos demagógicos que juegan con la conciencia del individuo creando ambientes ilusorios. Por ello es importante tener claro no solo el término “populismo” como tal, sino su aplicación práctica que ha abarcado una buena parte del globo terrestre en pleno siglo XXI, ya que el vehículo son los partidos políticos con tendencias izquierdistas o los identificados con el llamado socialismo moderno, es tan grande la efectividad del populismo en campañas electorales, que aun los partidos políticos de derecha se han arrodillado ante ella, y hacen del populismo su mejor aliada en contextos electorales. Del libelo anterior se colige que no importa la ideología ante el populismo, sino que el objetico de los partidos políticos es llegar al poder a toda costa, y ello es contrario a la identidad de los institutos políticos, ya que se pierde el rumbo de los principios que dieron origen a un proyecto político determinado. En ese orden de ideas creo firmemente que el populismo es el cáncer que drena el intelecto de toda una nación, roba los sueños de los niños, niñas y jóvenes que nacen, crecen y se reproducen en una condición asistencialista debido que el papá Estado siempre los atiende y les da lo mínimo para sobrevivir, pero no fomenta el esfuerzo, las competencias, las capacidades individuales, el liderazgo, y la creatividad de las personas que aun siendo pobres en la gran mayoría de ellos son innatas. El populismo reprime las libertades y somete a los pueblos libres a su arbitrio, pretende uniformar el pensamiento, rastrea, persigue y encarcela a los disidentes, ataca a las personas y no a las ideas, ya que es incapaz de combatir el silogismo excepto con plomo. Por ello es fundamental que una nueva generación política se levante y cambien el viejo esquema político basado en el populismo, y replantear la idea de instaurar el concepto de “República” Ya que la República, aglutina el verticalismo monárquico, en un esquema democrático llamado Ejecutivo, que a su vez tiene su sistema de freno y contrapeso donde descansa la voluntad popular que se expresa por un Parlamento, que ordena la vida del pueblo a través de leyes, y estas leyes se ejecutan con justicia y equidad por Órgano Judicial, pero los tres hacen uno, sin embargo separados trabajan de manera cooperativa, independientes y sin intromisiones entre uno y otro. Cuyo objetivo será siempre el bien común. Este deberá ser la premisa de la “Republica” por la que debemos de luchar. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura”

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