El pasillo estrecho de la democracia
El pasillo estrecho de la democracia es un camino que viene recorriendo la República Dominicana desde la independencia y la restauración, debido principalmente a la mentalidad de quienes nos han gobernado y que no alcanzan la medida en que deben manejarse los intereses de la patria con relación a los subordinados frente a las exigencias de las élites que siguen montados en las pirámides imperiales. Daron Acemoğlu describe en su libro “El pasillo estrecho”, que América Latina, es desigual, debido a que fue creada por un pequeño grupo de elites coloniales para explotar la gran mayoría de las personas”. Sabemos que de esa realidad no escapa la República Dominicana.
El libro “El pasillo estrecho de la libertad” nos muestra, que para que la libertad surja y florezca, tanto el estado como la sociedad deben ser fuertes. Un estado fuerte es necesario para controlar la violencia, hacer cumplir las leyes y proporcionar servicios públicos; una sociedad fuerte y movilizada es necesaria para controlar y encadenar al estado fuerte, porque sin la vigilancia de la sociedad, las constituciones y las garantías no valen mucho más que el pergamino en el que están escritas.
El pasado sábado, 27 de febrero se celebró el 177 aniversario de la independencia de la República Dominicana y se observa que los discursos de los presidentes son semejantes tanto en su retórica como en sus remembranzas hacia los padres de la patria y el recuerdo de sus ideales. La independencia se realizó por los aportes de las armas y el dinero de esas élites nacientes y la sangre del pueblo inocente que creyó que se podría lograr una verdadera independencia.
Juan Bosch al igual que José Fco. Peña Gómez creyeron que la joven nación que nos legaron los independentistas y restadores podría caminar sobre una democracia participativa e incluyente y que los ideales de Duarte podrían alcanzarse con la participación de un pueblo educado, que supiera que con las luchas en contra de un sistema desigual se podría lograr una democracia que incluyera a todos.
Hoy, quiero recordar la frase lapidaria de Juan Pablo Duarte, quien dijo: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos “.
Así lo pensaron Duarte, Sánchez, Mella y Luperón y en el fondo ellos no entendieron que sus aliados (Pedro Santana y su grupo) se impondrían por el poder que tenían como los jefes de gobierno surgido fruto de los patriotas y gente común. Eso era entendible, porque Pedro Santana era propietario de grandes Hatos (ganado, agricultura y hombres bajo su mando), que pagaban en calidad de trabajadores y servidores de los señores feudales (una etapa pasada, pero aquí apenas iniciaba).
Los discursos de los gobernantes dominicanos son tan semejantes porque ellos coinciden en ser miembros de las élites, que representan los intereses de las grandes potencias colonialistas y todavía no han reconocido que sus vasallos tengan derechos a disfrutar de buena educación, buena salud, trabajo digno, igualdad de oportunidades, ni libertades, por eso no conceden derechos de participación de los recursos que produce el país. Se recuerda el discurso del expresidente Danilo Medina, en visita a la hermana República de Cuba, cuando él decía de manera enérgico y respondió así a pronunciamientos de algunos países del Caricom que pretendieron endilgar a nuestro país la condición de racista, discriminador y violador de los derechos humanos. El presidente Danilo Medina afirmó de manera categórica que no acepta “que nadie, ni chiquito ni grande, atente contra la soberanía de la República Dominicana”. Se espera que las palabras del presidente Luis Abinader no queden en el aire, con relación a la construcción de la verja perimetral en la frontera con Haití.
El discurso del presidente Luis Abinader fue esperanzador y es una parte importantísima de todo discurso, llevar esperanzas; Por ejemplo: Abinader aprovechó la oportunidad para quejarse por “la falta de solidaridad” que él ha sentido de los países más desarrollados, hasta el punto de que “la mayoría de los compromisos de entrega de vacunas se han ido postergando de forma injusta”. Parece que las elites imperiales se olvidaron de sus excolonias.
El camino estrecho de la democracia en la República Dominicana cada día se estrecha más, porque cada vez más, hay más pobreza, más desempleo, menos oportunidades para los jóvenes; se estrecha más por la corrupción administrativa, por la falta de planes, por la falta de fe, por la falta de dominicanidad; por eso, hay que seguir la lucha para abrir el camino de la transparencia y rendición de cuentas, única vía que nos garantizará la verdadera democracia.
Un país lleno de desigualdades acumuladas por décadas y que han dilapidados los recursos que le pertenecían y ya casi olvidados, se monta, cada cuatro años el espectáculo de promesas que tienen como objetivo convencer al pueblo dominicano de que hay tiempo para corregir el desastre y exhortándoles a no perder la fe, no sabiendo que la exclusión social, económica y política son los que cierran más el camino estrecho de la democracia.
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