El nuevo cónsul en Nueva York
Yo no sé si ya lo nombraron, como afirman ciertos sectores de opinión local, como tampoco sé cuál es el criterio del Estado dominicano al momento de decidir quién será su representante comercial en la capital del mundo. Hasta ahora lo menos que se ha podido notar es la escala con que se mide a los dichosos que llegan a ocupar la tan codiciada posición gubernamental. Y ciertamente, al ser nombrado Cónsul General de la República en Nueva York, usted pasa a constituir ese privilegiado grupo de hombres que se han “sacado la lotería” y por tanto son millonarios. Se estima que al año 2015, el consulado en cuestión es una de las primeras diez posiciones del aparato gubernamental dominicano, en función de los beneficios netos recibidos. Antes, en el año 2000, se consideraba como uno de los cinco primeros empleos del país; pero ha ido perdiendo categoría en función del aumento del presupuesto nacional, sin embargo, todavía deja inmensos dividendos a su titular. De cualquier manera, debemos aceptar que los gobiernos dominicanos a partir de 1996, le han restado solemnidad al cargo, mientras le agregaron popularidad, al nombrar a algunos prestantes ciudadanos nacionales y activistas del partido de gobierno como Cónsul General en NYC. En principio se entiende que es el pago merecido por quién haya fungido de “Jefe de Campaña” en el exterior del presidente elegido, y hay que admitir que no es injusta la apreciación, porque un cónsul de origen local y que se ha “fajado” para que el presidente gane, sin dudas que debe responder mejor a los cientos de activistas que también quieren degustar, o cuando menos probar, las mieles del poder. He de reconocer -y muy a pesar mío- que esta práctica populista de “pagar servicios prestados” con un nombramiento tan específico, como es el de Cónsul General, ya ha producido dificultades que van desde discordias partidarias motivadas por los celos financieros, hasta desavenencias procedimentales con el estado receptor; y desde luego que vendrán otras, cuando los anfitriones exijan mas institucionalidad en el intercambio consular y diplomático. Esta aparente dicotomía entre la categoría del cargo y el nivel partidario y de especialidad de los designados a ocuparlo, ha generado algunos inconvenientes que con el paso del tiempo han ido degenerando las funciones asignadas por la ley -y los acuerdos internacionales- a los consulados; visto que su función principal es comercial y no diplomática como erróneamente se cree. A mí en particular me gustaría que me explicaran qué han hecho los últimos quince cónsules de Nueva York (desde 1996) para mejorar el comercio entre nuestro país y Estados Unidos. Con este entablado ya establecido, paso a preguntarles a ustedes y a mí mism ¿Qué sentido tiene para el grueso de la comunidad dominicana, el pedido de que no sea nombrado como Cónsul General en NYC, un miembro del Comité Político del PLD? ¿Qué ganaremos con que otro peledeísta del patio sea ungido con esa patente de corso para convertirse en millonario? ¿Hasta cuándo hemos de seguir haciendo de hazmerreir internacionales, por la pobreza de nuestra representación consular y de la relación casi feudal que tiene el Estado dominicano con su cabecilla principal? Y por último, una interrogante que se viene planteando desde antañ ¿por qué los cónsules dominicanos no pueden ganar un sueldo, como lo hacen los cónsules de todo el resto del mundo?, ¿por qué hay que seguir manejando los consulados con el criterio pre capitalista de una finca agrícola, o sea, “a la media o a la tercia” con el señor feudal? En realidad, me importa un comino a quién nombren de cónsul en Nueva York. Lo cierto es que ninguno, absolutamente ninguno de los cónsules peledeístas y perredeístas que he conocido desde que vivo en esta ciudad, me ha dado nada; mas bien algunos de ellos me deben por servicios prestados y desde luego, que ya no aspiro a que me paguen. Eduardo Selman, el supuesto próximo cónsul anunciado por “radio bemba” y repudiado por unos pocos dominicanos residentes aquí, tampoco es un asociado o amigo mío, pero por lo menos estoy seguro que puede hablar en público y con propiedad sobre las políticas del Estado dominicano, y no temerá presentarse en escenarios comunitarios junto a dirigentes de oposición e interactuar con ellos, como sucede en la actualidad. Mi preocupación no es quién sea el elegido del presidente Medina. Si es peledeísta, aliado o de la oposición, poco importa. Lo que realmente interesa es que no sea uno mas del montón, que viene a llenarse los bolsillos exclusivamente. Pero además, creemos que es una excelente oportunidad para corregir los entuertos pasados, sobre todo ahora que se está hablando de “hacer lo que nunca se ha hecho”. ¡Vivimos, seguiremos disparando! rolrobles@hotmail.com