El libro de mis hijos

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EL AUTOR es periodista.

He tenido la suerte, el privilegio y el deseo de leer, de amar siempre la lectura, de conocer más de lo realizado por otros, de tratar de vivir acorde con principios que, elementales, comienza uno a recibir y ver en el hogar paterno-materno.

“El Libro de mis hijos”, del francés Pablo Doumer, ha caído en mis manos gracias a la amistad que me une a José Sena, un distinguido, honesto y capaz dominicano que en asuntos de minería se las sabe todas.

El escritor español Miguel Parera lo acogió y tradujo al castellano en 1914 y lo editó con un excelente prólogo  de su excelencia Eduardo Sanz y Escartín.

El libro, aparecido en 1905 en idioma francés, es una verdadera “joya”, digno de ser revisado y evaluado por el Archivo General de la Nación o el propio Ministerio de Educación, para reeditarlo próximamente.

Para mi modesta comprensión, la obra es un resumen de lo que el hombre debe hacer en la tierra, si desea poner en alto su integridad, honradez, carácter, moral, civismo y patriotismo.

Como no es posible en dos o tres cuartillas dejar plasmados los conceptos y sentimientos aunados en este libro, solo pretendo acoger algunos de los pensamientos emitidos por Doumer debido a la creencia personal de que hoy tienen validez.

“El Perfecto Ciudadano”, como se titula el que tengo a mano, comienza a absorber a uno desde el mismo Prólogo de Doumer fechado el ocho de septiembre de 1905.

En esa introducción deja consagrada las ideas esenciales que tendrá cada uno de los capítulos en que se divide el libro.

Por ejemplo, en el primer capítulo trata sobre la “Voluntad y el Carácter”; en el segundo sobre “El Deber”; en el tercero sobre “El Valor”; en el cuarto sobre la “Acción y Trabajo”.

Más adelante versa el capítulo cinco acerca de “La Cultura Moral”; el sexto sobre “Justicia y Fraternidad”; el séptimo sobre “Libertad y Tolerancia”; el octavo sobre la “Cultura Intelectual”; y el noveno sobre “la acción de lo moral sobre lo material”.

Esos capítulos corresponden solamente a la Parte Primera de la obra bajo el subtítulo de EL HOMBRE.

Luego vienen otras partes correspondientes a LA FAMILIA, EL CIUDADANO y LA PATRIA, con sus respectivos capítulos de actualidad e interés asombrosos.

 

En el capítulo XVI (16) sobre EL CIUDADANO, el francés Doumer expone su concepción acerca de la Nación; en el 17 sobre la “CONSTITUCION POLITICA”; en el 18 sobre los “DEBERES POLTICOS”; en el 19 acerca de la “IGUALDAD DE DERECHOS”; en el 20 versa sobre las “LIBERTADES PUBLICAS”; en el 21 acerca de “LA ENSEñANZA”, y en el 22 sobre “LA BENEFICIENCIA Y LA PREVISION”.

De la Parte Cuarta que trata sobre “LA PATRIA” hay seis capítulos sin desperdicio alguno que quizás pueda uno resumir en otro trabajo.

Adelanto que en esta parte sobre la PATRIA se incluyen experiencias sobre El Patriotismo, Los Sofistas, El Nacionalismo, las Fuerzas Nacionales, La Paz y la Guerra, y finalmente el intitulado “La Humanidad”.

Todo un compendio de lectura sencilla, amena y educativa que por muchos razones pocos seres humanos hemos tenido la dicha de leer para tratar de ser mejores ciudadanos del mundo.

¿Que me ha faltado decir algo concreto en este breve relato?

Sí, es verdad.

Eso podría subsanarlo en un segundo intento, mientras os informo un breve comentario de Doumer que dice a los jóvenes del mundo: “En su vida privada serán justos, buenos y tolerantes, a la par que clarividentes, activos y enérgicos; defenderán celosamente en su alma el sentimiento del honor, el amor a lo bello, a lo bueno, y a lo grande, sintiendo aversión por las malas acciones y detestando la hipocresía, la mentira, la doblez, la cobardía y cuanto tienda a deprimir y a degradar el espíritu”.

JPM

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