El gorila del hombre

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Cuando el hombre en vez de amo de casa era amo de un territorio, no existía el feminismo. El hombre cazaba, pescaba, la mujer se quedaba en la cueva, en la planicie, en el iglú o en la montaña, al cuidado de sus hijos, en espera de que su hombre llegara. La relación era de vida o muerte en favor de la reproducción de la especie sin consideraciones de géneros. La sobrevivencia no permitía tales deslices. La naturaleza dictaba los papeles o roles: eran uno para el otro. La sociedad dividida en clases, la aparición de la era atómica, la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, creó a una mujer superior. Si la cirugía facial se practica cada día en los rostros de las esposas de modo más prematuro, no es por casualidad, sino porque en aras de la reivindicación de la mujer, ahora trabaja el doble. Además de hacer lo que las campañas publicitarias le instigan, en favor de su liberación, hace tal vez, lo que su deteriorado organismo no le apetece. La mujer del siglo XX vivía supeditada al marido que amaba, la del XXl, vive supeditada a sí mismo, puesto que habla con la mano cerrada y apunta con el índice. El principio teológico de cread y multiplicaos se encuentra en crisis, las archifeministas han contribuido al asunto, en vez de liberarse le han declarado la guerra al masculino. Tal vez por las esquinas del milenio aparezca un hombre que en vez de cerrar las piernas y contraerse en un mugido ahogado, las abra mediante un estremecedor quejido. Es justo que la mujer se haya liberado, pero no a costa de desaparecer del paisaje al hombre. Somos complemento, necesidad imperiosa, así lo dicta la biología y la convivencia. El matrimonio de hoy se origina de un error en cuanto a la identidad de los cónyuges, la cual resulta fallida, deviene en una guerra de egos a causa del desgaste natural o del desapego. La civilización mata el encanto, desvanece a la ilusión, y muchas veces, aniquila el sentimiento de reciprocidad animal, el más virgen que exhibe la especie. Hemos violado las reglas del matrimonio tradicional, no nos sentamos a una hora, a la misma mesa, no le prodigamos la misma atención a nuestros hijos. La cibernética propone, la naturaleza dispone, mientras tanto, el gorila del hombre ha perdido la batalla de su hembra, dejado a merced de los peligros de la selva de concreto, relegado al ostracismo y estigmatizado por la propaganda. diosdado0811@hotmail.com

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