El derrumbe de la nación dominicana

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El autor es ensayista y escritor. Reside en Rhode Island, EE. UU.

POR ELVYS RUIZ
        Como cada año, el 26 de enero, fecha del natalicio del fundador de nuestra República, Juan Pablo Duarte y Diez, es una fecha memorable en las gloriosas páginas de nuestra historia patria debido a que en ella se reivindica la obra del apóstol de la libertad. 
 
Sin embargo, nos entristece decir que el legado del patricio fue truncado desde el mismo cimiento de nuestra vida republicana y su ideal se ha diluido como consecuencia de la traición, el entreguismo y otros males que han caracterizado a la sociedad dominicana desde entonces.

Nuestro país está al borde del abismo. El desorden que caracteriza a la sociedad dominicana de hoy se manifiesta en todos los órdenes y está agravando el bienestar común, como resultado del mal manejo de la cosa pública por políticos usureros y gobernantes deshonestos que por más de un siglo han usufructuado el erario nacional, afectando mayormente a la clase desposeída dominicana. 

Este caos puede verse en el deterioro de las instituciones públicas, la ruindad ética y moral, la debacle económica y catástrofe social, el despotismo político, la corrupción, la impunidad el latrocinio y el servilismo.

Esto nos lleva a la frase célebre de Juan Pablo Duarte que dice: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.

Duarte, en su “Proyecto de Ley Fundamental”, elaborado poco después de proclamada la nación dominicana, el 27 de febrero de 1844, escribe: “LA NACIÓN DOMINICANA ES LIBRE E INDEPENDIENTE Y NO ES NI PUEDE SER JAMÁS PARTE INTEGRANTE DE NINGUNA POTENCIA, NI EL PATRIMONIO DE FAMILIA, NI PERSONA ALGUNA PROPIA, NI MUCHO MENOS EXTRAÑA”.

En esta expresión, una vez más Duarte enérgicamente manifiesta su rechazo a las ideas entreguistas y anexionista de la nación por bandos desleales al ideal patrio. Desdichadamente es muy poco lo que ha podido materializarse de lo que anheló el célebre patriota. A pesar de que somos una nación libre, no somos plenamente independientes, puesto que la soberanía nuestra flaquea con el endeudamiento económico, al permitir que nuestros acreedores decidan nuestro destino. La deuda dominicana actual sobrepasa los $44,508.3 millones de dólares, según datos de Crédito Público (Véase Diario Libre. Santo Domingo 05/08/2019).

Esta deuda como ha sido la tendencia seguirá creciendo como resultado de las clientelares y deficitarias políticas presupuestarias que nuestros gobiernos del pasado y del presente han creado y que nos ponen de rodilla ante nuestros fiadores. 

Cuando profundizamos en el conocimiento de la vida de Duarte y su sacrificio a favor de nuestra autonomía, nos preguntamos: ¿Le hemos correspondido de igual manera, al peregrino de la libertad y del derecho? Por supuesto que no, ningún otro dominicano lo ha hecho. 

En una sucinta descripción que hace el intelectual dominicano Sócrates Barinas Coiscou se responde a esta pregunta con mucha sabiduría. Dice Coiscou: “En su viacrucis y desde antes, desde que la idea de una Patria le nació en el alma, Duarte lo puso todo. Todo lo arriesgó y todo lo perdió: nombre, juventud, sosiego, fortuna, vida, familia. No tuvo ni siquiera la suerte de ser participante en los momentos cumbre de la historia que el mismo hizo”

El sacrificio de Duarte por ver su patria liberada no tiene parangón. Estando Duarte en Venezuela recibe una carta de Francisco Sánchez, donde le informa del estado en que están los trabajos de la causa libertadora, y le explica la necesidad de conseguir armas y provisiones para la lucha que se avecina. Duarte le responde con la llamada «Carta del sacrificio», donde les pide a sus familiares que vendan su casa natal para poder conseguir la libertad dominicana.

Como podemos ver, con acciones como esta Duarte demuestra superar en su espíritu, la ambición personal. Sin embargo, sus adversarios le pagaron con el destierro. A partir de ese momento sufre el doloroso viacrucis que sufrió su familia, como consecuencia de su ideal y su misma desventura.

Lo más triste es que para la noche en que se proclama la Independencia Dominicana, el martes 27 de febrero de 1844, en la Puerta del Conde de la ciudad de Santo Domingo, Duarte se hallaba exilado en Venezuela, y es Francisco del Rosario Sánchez, jefe del movimiento, quien hace la proclamación.

Es importante entender que para el tiempo en que se produce la independencia dominicana de Haití, se estima que el número de habitantes en el territorio dominicano oscilaba entre los 125,000 a 135,000 personas. La situación general del país y la miseria que agobiaba a la nación la hizo el brigadier Antonio Peláez Campomanes, en su memoria de la parte española de la Isla de Santo Domingo, escrita para informar sobre la situación del país al capitán general de Cuba en 1852, y así responder a una solicitud de Madrid sobre la posibilidad de anexar o no la República que Pedro Santana proponía a la Reina Isabel II, en 1861, es decir, a tan solo 17 años de independencia.

Esta idea de anexar Santo Domingo a España fue favorecida por todos los partidos españoles representados en las cortes de Madrid, aunque dos de sus representantes y un senador se opusieron a ella.

El sátrapa Pedro Santana, traicionó el ideal duartiano, anexando la República a España, dando lugar así a la Guerra de la Restauración de la Independencia. Como se sabe, el general Matías Ramón Mella era opuesto a la anexión y se le expulsó del país por su postura. La anexión se materializó y con ella se erizó nuevamente la bandera española en territorio dominicano.

Al pueblo dominicano se le ocultó el verdadero motivo de la anexión. Lo que realmente el pueblo desconocía era que España iba a pagar la suma de ciento setenta y cinco mil dólares (175,000 dólares) para ser repartidos entre Pedro Santana y sus cómplices: el general Antonio Abad Alfau, Miguel Lavastida, Felipe Castro y Pedro Ricart. (Estos datos aparecen en una carta de fecha 21 de marzo de 1861, firmada por el cónsul ingles Martin T. Hood al Honorabilísimo Lord John Russell. En esa misma correspondencia le hace saber que ya se habían pagado 25 mil dólares y el restante sería enviado desde la Habana una vez se confirmara que la bandera española ya ondeaba en dominicana).

La anexión dominicana a España, su impacto en el resto del caribe y las luchas por la restauración de la independencia es otro capitulo de nuestra historia patria que abordaremos en otra oportunidad.

Una célebre frase de Duarte reza:

Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre, y sed unidos, y así apagareis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros felices, independientes y tranquilos.

Este deseo de Duarte de que los dominicanos seamos felices, independientes y vivamos tranquilos dice mucho de su altruismo y pureza. Sin embargo, esa gran aspiración hacia un mejor bienestar está en manos del pueblo dominicano, quien deberá trazar su propio destino.

JPM

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Marino Mejia
Marino Mejia
4 Años hace

Hermano Elvys déjalo ahí mismito ni le pongas ni le quites. Excelente.

Luis De New York
Luis De New York
4 Años hace

Elvys Ruiz. La gran mayoria de los febreristas eran anexionistas. Los oficiales que van a Espana a legalizar la anexion, fueron Sanchez y Mella. Por otra parte, lo que se produce en 1844 es la separacion de Haiti.