El caso Ramiro Matos

El sometimiento al ex general Ramiro Matos, un militar escritor y escultor, jefe de uno de los comandos al que se entregó el doctor Manolo Tavares Justo, es un hecho que nos invita a la reflexión, pues se trató de dos mentes privilegiadas, que defendieron dos causas opuestas. El primero al poder tenebroso, procedente de la tiranía trujillista, que se enriquece de la corrupción, el tráfico de influencia y la impunidad, males que no sólo se han mantenido vigentes, sino que aumentan cada día más. El segundo, la defensa del orden constitucional violentado por el golpe de Estado contra Juan Bosh el 25 de Septiembre de 1963, quien con la serie de reformas constitucionales que propuso, provocó un pánico aterrador entre sectores de poder. En una de las reformas se establecía que los que se enriquecieran ilícitamente valiéndose de la corrupción no sólo debían guardar prisión, después de ser procesados judicialmente de conformidad con el debido proceso, sino que debían devolver al Estado los bienes robados. En la última década nuestro país ha sido catalogado como uno de los más corruptos del planeta. Luchar en contra de este monstruo, debería de ser la primera prioridad de nuestras fuerzas progresistas. Pero lamentablemente la mayoría de sus dirigentes han vendido sus conciencias al mejor postor, para vivir con las comodidades, que ofrece el poder corruptor. Para ese tiempo Ramiro Matos ostentaba el rango de capitán, aunque estaba al frente del comando al cual se entregó Manolo y su grupo. Todos sabemos, que un simple oficial subalterno no tenía el poder suficiente para decidir sobre la vida o la muerte de ninguno de esos heroicos jóvenes. En cualquier país que se produzca un levantamiento guerrillero contra el Gobierno, todos los estamentos de defensa trabajan en conjunto, al mando del comandante en jefe de las Fuerzas armadas, quien en coordinación con el Presidente de turno, dirige y ordena todas las acciones a tomar para derrotar dicha insurrección. Este caso se esfumará, como muchos otros. Es simplemente una cortina de humo, un capítulo más de la novela de entretenimiento, para que el pueblo se olvide de sus males. Si realmente, se tuviera el interés en esclarecerlo no se hubiera comenzado por someter a un capitán. eliassam16@hotmail.com

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