El botín político estatal y el PRM

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EL AUTOR es ingeniero civil. Reside en Santo Domingo

En un país como el nuestro, politizado hasta la médula, en que todo se subordina a las relaciones con el gobierno de turno, nadie dudaba que los seguidores del nuevo partido oficialista se fueran a mantener tranquilos esperando que le lloviera un cheque oficial con un cargo incluido.

Y eso después de 16 años fuera del poder, los antiguos perredeístas, vivían viendo como sus rivales peledeístas se enriquecían y engordaban a ojos vista. Y era  que por la cintura engrosada por el bienestar obligaba a cambiar de número de pantalón y correa.

Estos  cuando eran proletarios y hasta sin trabajo que no bebían ni siquiera ron,  después llegaron arrasando con las bebida.

Colocaban a sus familiares  más allegados en cargos sin funciones que les llegaban con un cheque de la tesorería.  Y alardeaban con sus lujosas residencias en urbanizaciones de lujo y en exclusivos resorts.

El ejemplo que durante 16 años  ofrecieron los miembros del PLD enganchados en los cargos públicos, y apoderados de los mismos sin darles chance a otros, ha sido funesto para el país. El enriquecimiento fue notable y sin escrúpulos de conciencias, no solo para ellos, sino para los familiares más directos y hasta amigos.

Estos  cuando eran proletarios y hasta sin trabajo que no bebían ni siquiera ron,  después llegaron arrasando con las bebidas de los más finos “liquor stores” del  país. Y ahora los reemplazantes perremeísta  (experredeistas), pese a los controles anti corrupción, se creerán con el derecho de hacer lo mismo, apropiándose de las nóminas de cada ministerio y de las  dependencias autónomas.

Es repetir lo mismo que se criticaba de los peledeístas, los cuales, en su arrogancia se creyeron por encima del bien y del mal. Y ahora, temerosos aguardan que se inicien las investigaciones de sus abultados ingresos muchos de los cuales no resisten una mínima investigación por las evidencias de acelerados enriquecimientos que ni siquiera la DGII se atrevía a tocar.

En este país, dieciséis años sin el disfrute de un empleo estatal, es un largo camino de precariedades y carencias notables que estimulaban al desquite a los perremeístas. Estos, devorados por una rabia justiciera, aguardaban la hora de la revancha. Y le ha llegado la hora de la misma. Y quieren cobrarlo con creces  y están tan acelerados que ni siquiera dejan que los nuevos incumbentes tomen posesión.

Y en la vanidad por el nombramiento se sienten muy engreídos que ni siquiera devolvían las llamadas de sus compañeros que esperan sus nombramientos.

El trust del cerebro del PLD ha cambiado por completo, en sus 16 años consecutivos en el poder, la sique del dominicano.

Estos ahora solo consideran que con un sueldo oficial resolverán todos sus problemas y más que esos ingresos siempre traen aparejado la fórmula para sustraer recursos para su beneficio.

Ahora un cargo público es deseado y buscado ya que a eso se le añade que ha habido considerables mejorías en los niveles de salarios en los empleos. Estos en su mayoría son innecesarios, pero se utilizan para aplacar intranquilidades y apaciguar a los exaltados que sueñan con un nombramiento o una sublevación.

Es lo que un  connotado estadista del siglo pasado definía a las botellas en los cargos como la ración del boa. Y ahora en este siglo se ha convertido en un monstruo de impredecible crecimiento constante y aplastando a los grupos que ya quisieran ver al país encaminado por otros senderos de pulcritud financiera.

Y es que los cargos son de apetitosa atracción. Ahora  se revela de como los perremeístas  están desesperados, unos con hojas de vida en mano, otros formando turbas en los frentes de las oficinas públicas, otros trabajando en las redes sociales, en fin que casi cada dominicano, como lo decía  Tulio M. Cesteros en su inmortal novela La Sangre, buscaba su empleo y tenían en su casa ya el traje planchado cuando lo llamaran de Palacio.

En los primeros años del PLD ocurrió que fueron muchos de esos compañeritos que buscaron el  traje prestado para ir al Palacio a juramentarse.

Luego con la experiencia adquirida  y lo usual de juramentarse era con Rolex de oro en la muñeca, o zapatos Bally y trajes  a la medida, muy distinto a lo que les ocurrió en 1996 que hasta zapatos alquilados y trajes por igual o de un amigo que se los facilitó.

Ahora los perremeistas, pese que muchos habían estado fuera del pastel gubernamental por 16 años, han sido más precavidos, de mejores orígenes y se nota de como acudieron a su juramentación al Palacio Nacional en que las damas dieron muestras de gran elegancia y belleza ataviadas a la moda con el uso de las mejores creaciones de los modistos locales

JPM

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