El asesinato colectivo del vuelo de Germanwings

imagen
EL AUTOR es comunicador y diplomático. Reside en Honduras.

 

 

       La arrolladora publicidad y propaganda, y una vida de “suena, suena,… que algo queda”, que ha conllevado a una cultura de hedonismo y vanidad,  y   enajena  a la mayoría de los seres humanos produce catástrofe. Sujetos atrapados  por el pánico, la depresión, la ansiedad y al borde del suicidio    terminan protagonizando asesinatos en masa, fruto de la misantropía que les obnubila sus mentes.

 

       Andreas Lubitz, copiloto alemán de 27 años dirigió un avión a estrellarse contra los Alpes Franceses, inmolándose  149 personas inocentes de diferentes nacionalidades.

 

        Lubitz, que seguía un riguroso  tratamiento médico  por su  tendencia maniaco depresiva, logró burlar los filtros de una aerolínea de bajo costo, y puesto de segundo a tripular un aparato  para el  transporte de   cientos de vidas de un destino a otro.    

 

       Este joven  de clase media alemana  era un asesino en potencia. Prácticamente traumatizado y buscando notoriedad, Lubitz igualmente  fue  víctima de   la locura colectiva  que  crea el trastornado y decadente  mundo que rodea a las personas,  en donde la mayoría de la gente deambula en medio de  una muchedumbre solitaria.

 

       Ya el copiloto del vuelo 4U9525 le había dicho a su novia que algún día se estaría mencionando su nombre y no pasaría inadvertido. ! Y a qué precio realizó “su sueño”!  Lubitz le ocultó su realidad mental a la empresa Lufthansa, que es la subsidiaria de la  Germanwings.      

 

       ¿Qué estaba pasando por la enajenada y criminal mente de Lubitz en el instante en que el capitán le vociferó, “abre la maldita puerta”,  tratando  de derribarla como forma fallida de  evitar la desgracia que minutos después produjo este homicida, que convocó a 149 seres humanos a un  encuentro   con la   muerte?

 

       A lo mejor pensaba en la vida del multimillonario  Warren Buffett. O quizás cavilaba sobre el  hurtador  de ideas  de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. Quién sabe si Lubitz murió creyéndose  el cuento de que el futbolista turco-alemán  Mesut Ozil es un superhombre como lo presenta la publicidad deportiva.

 

       Y es que si  a parte del trauma que  algún paciente de la siquiatría presente, se le sume   los estímulos del mundo de antivalores que nos rodea, la secuela será  irremisiblemente  la locura y  la sinrazón.

 

       Lubitz no actuó sólo cuando dirigió el Airbus A-320 a una cita con la parca. La cultura que predomina en estos tiempos del deslumbramiento y la fama a cualquier precio  lo ayudó a destruir 149 vidas.     

 

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
1 Comment
Nuevos
Viejos Mas votados
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios