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El alumno de Bosch lo traicionó
La inmortalidad es una condición de quien tiene una vida tan extraordinaria que permanece más allá de lo físico, su existencia se proyecta en el tiempo sin tiempo y su obra y su pensamiento florecen en la eternidad, porque los seres perennes se vuelven íconos, ejemplo digno de imitar, su legado se convierte en algo sagrado, con fuerza espiritual de leyenda o de epopeya.
En el marco del proselitismo actual, aspirar a que el PLD pierda, a que millares de luchadores de ese partido “e´pa´fuera que van”, es una iniquidad con sustancia de amargo engaño. Y más si con la organización creada por el Profesor ya se fue tres veces Presidente de la República. Es evidente que el alumno de Bosch lo traicionó.
La cadena de la ambición lo ata a un egoísmo político propio de caudillos que la sed de poder nubla sus neuronas. ¡Oh los Pedro Santana! ¡Caramba los Buenaventura Báez y los Balaguer! Contemplen su reencarnación en el cáncer de la eterna aspiración.
Los acontecimientos muestran el fondo oscuro de una manera de proceder. Con los símbolos del PLD, y los recursos recibidos a nombre del partido morado, proyectó de nuevo su figura en todo el país. Luego, en una especie de “coca”, o de “capú lana no te abaje”, se marchó con el santo y la limosna a comprar otra sigla. Así procedió Poncio Pilatos cuando sin jabón se lavó las manos. Acto innoble celebrado alegremente por los Judas de todos los tiempos.
¡Ah el veneno de la intriga! Juan Bosch no merecía ese trago de cicuta. El profesor confió en un alumno que lo traicionó. Este derrumbe moral tendrá consecuencia electoral. El coro de que, e´pa´fuera que van, puede ser una lanza de doble punta, que termine hiriendo mortalmente en la conciencia a Judas. Y el que siembra viento puede cosechar tempestad. Quizás por eso alguien indignado gritó, “por él jamás”.
JPM/of-am
