El alcalde de Nueva York no le teme al ridículo

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El alcalde Bill de Blasio usó una corbata arcoíris para el Desfile del Orgullo Gay, se puso una camisa de «I Love LA» (Amo Los Ángeles) y cantó en televisión nacional la canción que lleva ese título para pagar una apuesta. Incluso se ha vestido de pirata —con camisa de volantes y todo— para participar con su familia, que también se disfrazó de manera extravagante, en un desfile hipster en Brooklyn.
De Blasio no teme ser audaz y a veces, ser absolutamente ridículo, en su apariencia y forma de ser, con lo cual se convierte en una persona accesible en un marcado contraste con su predecesor, el millonario estirado Michael Bloomberg.
Es la imagen de un hombre común que, a decir de los expertos, encaja con sus políticas populistas, un llamado liberal a ayudar a los neoyorquinos pobres y trabajadores que se sienten rezagados ante la desigualdad cada vez mayor en esta ciudad.
«Es una persona de Brooklyn que resultó elegida alcalde y al que le gusta salir con su esposa y hablar de sus hijos», dijo Hank Sheinkopf, asesor político demócrata.
«La gente puede identificarse en ese aspecto y hasta cierto punto será más fácil cuando tenga que llevar malas noticias», agregó.
Aunque cualquiera que tenga ambiciones de llevar las riendas de la ciudad más grande de la nación evidentemente tiene cierto ego, De Blasio —demócrata que asumió el cargo en enero— ha mostrado reiteradamente que él mismo no se toma muy en serio.
El alcalde no desaprovecha oportunidad para mostrar lo que la prensa llama «humor de papá», como la vez que fingió quitarse la ropa después de que le preguntaron cuántas capas llevaba puestas en un día con nieve. De Blasio, de 1,96 metros, tampoco puede evitar hacer bromas sobre la relativa poca estatura de sus colaboradores.
Después de que pasara con eficacia las primeras negociaciones para el presupuesto de su ciudad y la sesión legislativa de Albany, De Blasio ha adoptado el lado más divertido de su cargo.
Por ejemplo, como cuando los Rangers de Nueva York perdieron en junio la final de la Copa Stanley de hockey ante los Kings de Los Angeles, De Blasio cumplió la apuesta que hizo ante su colega de California y apareció en el programa «Jimmy Kimmel Live» cantando muy desafinado, el tema de Randy Newman dedicado a la ciudad de Los Ángeles.
Aunque los expertos dicen que esto podría volverlo más cercano con la gente, el riesgo de llevarlo demasiado lejos podría quitarle el peso necesario para encabezar la ciudad más grande de Estados Unidos.
Fuente: EL NUEVO HERALD
jt/am

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