Educación y salud en el síndrome de la pobreza

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El bajo nivel educativo y el escaso acceso a los servicios de salud son signos importantes del llamado síndrome de pobreza y constituyen una razón de mucho peso para combatir las desigualdades sociales. Todos los actores preocupados por producir este cambio en la sociedad deben involucrarse de manera urgente en la educación infantil durante los primeros cinco años y el Estado debe comprometerse para estimular el aprendizaje en los años iniciales y así romper el círculo de la pobreza, bajo nivel educativo, salud deficiente y baja calidad para competir en el mercado laboral, cada día más exigente. Cualquier plan que pretenda resolver este problema debe empezar con la población residente en barrios pobres y zonas rurales. Se deben diseñar programas educativos adaptados a esos primeros años de vida para despertar en los niños el interés temprano por los estudios y el apego a la búsqueda del conocimiento. Esta acción dará como resultado, una población enmarcada en la investigación permanente de la verdad y aportadora de soluciones a problemas que se le presenten en la sociedad en que le corresponda vivir, dando una respuesta satisfactoria a los desafíos de las presentes y futuras generaciones. Los alfabetizados a nivel mundial llegan al 84.1 por ciento, entre éstos el sexo masculino alcanza un mayor índice con 88.6 por ciento y el femenino tiene 79.7 por ciento de acuerdo a informes dados a conocer por la (ONU). Algunos piensan que la reducción en la alfabetización, en el caso del sexo femenino, se debe a las cargas en los quehaceres domésticos a que son sometidas, al machismo y alto nivel de discriminación que todavía sufren muchas mujeres en una gran cantidad de países del mundo donde no pueden ir a la escuela y son formadas sólo para servir a los maridos. Los niños residentes en barrios pobres y aquéllos que viven o trabajan en la calle con frecuencia se ven obligados a enfrentar situaciones difíciles que les empujan a no ir a la escuela, a faltar o abandonarla de manera definitiva y esto inicia una cascada de resultados negativos para el bienestar y la salud individual, familiar y social. En los casos en que niños y adolescentes logran vencer los obstáculos y asisten a la escuela la calidad del aprendizaje resulta muy deficiente. Por un lado, esto es debido a la pobre calificación del personal docente y falta de interés y motivación del mismo. También la precariedad de las condiciones en el espacio destinado a clase, el bajo nivel nutricional de los alumnos y la escasez de material didáctico son factores que inciden de manera negativa en la educación de los que viven en barrios pobres y áreas rurales. En un alto porcentaje de los niños que no estudian, las desigualdades sociales, en el ambiente urbano o rural, son el factor más importante para que esta situación se produzca y aparezcan los obstáculos para el desarrollo integral del ser humano pobre. En muchos casos la poca disponibilidad de aulas, lejanía de las escuelas públicas y sobrepoblación escolar obligan a que los padres tengan que pagar educación privada en colegios, a menudo repletos de deficiencias y precariedades en el personal docente, otro factor importante para que los alumnos abandonen la escuela.

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