Diáspora haitiana: Las revelaciones de septiembre

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Cuando hace un par de semanas una turba de haitianos residentes en el barrio 27 de Febrero salió armada de piedras y palos y atacó a una patrulla de la Policía que había matado a un vendedor ambulante de esa nacionalidad, el suceso fue de conmoción entre muchos dominicanos.
Se trataba de la primera vez que haitianos que han emigrado al país en los últimos años se manifestaban de manera violenta contra la Policía, aunque se reconoció que el hecho fue un crimen injusto que rápidamente las autoridades han tratado de que se dilucide en la justicia.
Hasta ese momento a la colonia haitiana se le tenía como pacífica no obstante que en el parte policial, que ahora se emite de manera electrónica, han ido apareciendo de manera creciente casos de haitianos envueltos en crímenes, riñas, feminicidios y violencia callejera.
Los reporteros de los años '70 nunca veían en el parte policial la frecuencia de esos sucesos. Quizás el caso respondía a que para la fecha la población de inmigrantes haitianos no había llegado al nivel actual, cuando se habla de cerca de un millón en lado dominicano.
Debido a que los sucesos del 20 de septiembre tuvieron enorme repercusión en los medios escritos y electrónicos, salió a relucir para muchos dominicanos el crecimiento desproporcionado de la inmigración de haitianos que se estima entre 800 mil y un millón.
El crimen contra el haitiano que vendía chicharrón simplemente forma parte de la creciente brutalidad policial que se verifica en los barrios pobres de las ciudades dominicanas porque jefaturas van y jefaturas vienen y no se predica el no uso de armas contra los civiles.
El caso motivó también a exageradas advertencias contra la creciente haitianización alimentada desde los dos lados de la frontera y que no preocupa tanto a la parte haitiana, que, políticamente ha fortalecido su posición de que RD se haga cargo del problema.
Según pasa el tiempo, la isla de Santo Domingo o Haití tiene ya 20 millones de habitantes, con una población descontrolada de los dos lados. La isla tiene más población que Cuba (10 millones), Jamaica (2.8 millones), Puerto Rico (3.6 millones y el resto del Caribe juntos.
Los últimos tres países, cada uno por sus razones han visto disminuir su población. Cuba no crece y más bien envejece debido a la liberalidad de las medidas sobre el aborto y a que los cubanos creen que las familias cortas viven mejor. En Jamaica y Puerto hay gran inmigración.
Inmigración a la fuerza
La idea de que los haitianos deben irse de su país a encontrar horizontes en otros lados como se viene predicando de boca en boca en los últimos tiempos, la acogió de manera muy abierta el prominente diario Le Nouvelliste, al pedir la salida de 200 mil haitianos cada año.
En el supuesto muy cándido de que la mitad de esos 200 mil haitianos pudieran repartirse entre los países del Caribe, Estados Unidos, donde no los desean tanto, y Canadá, que acoge solamente a los letrados, quedaría una cuota forzosa a la RD de los restantes 100 mil haitianos.
Como aquí no hay contabilidad de casi nada, no se sabe cuántos haitianos han ingresado luego del terremoto del año 2010 y las epidemias subsiguientes, además de la crisis económica por la casi parálisis del régimen del presidente Martelly y las eternas desavenencias políticas.
Los desórdenes del 20 de septiembre si algo permitieron notar es el crecimiento de los bolsones de miseria en los alrededores del gran Santo Domingo, el levantamiento de barrios llamados en Haití “bidonvilles” y la presión de una población que usa los servicios sin pagarlos.
La RD falló en no establecer además de políticas migratorias claras, la dominicación de los inmigrantes como ocurre en los Estados Unidos, donde dominicanos y de otras nacionalidades adoptan las costumbres de la civilización, se educan y se insertan en la economía.
Aún para los dominicanos que tienen una visión humanista del problema de RD-Haití, que se reflejó bastante en la forma en que enfocaron el tema de la ley 168-13 del Tribunal Constitucional, ya está luciendo claro lo que representa una especie de invasión pacífica.
Esa invasión pacífica que ahora se trata de regular con la Ley 169-14 y su Reglamento se ha incrementado puesto que en Haití ha corrido el rumor de que todo el que cruce la frontera será legalizado. Para el régimen del presidente Medina es un dolor de cabeza que no tiene término.
Recientemente el ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul dijo que hasta mitad del mes el gobierno había gastado 800 millones de pesos en la implementación de los programas de Regularización y naturalización de extranjeros, de una partida programada de 1,200 millones.
Esa sería la razón por la cual el presidente Medina quien compareció hace días ante el 69 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, pidió a los demás países ayuda para la regularización de los haitianos en territorio dominicano.
Controlar la población
El control de la población de los dos países a través de programas sanitarios que logren disminuirla es algo que no se han planteado los gobiernos de la República Dominicana y Haití, el primero por las presiones de sectores religiosos y el segundo, por falta de interés.
Se le preguntó recientemente a una fuente allegada al Consejo de Población y Familia en Santo Domingo, por qué no se han establecido planes conjuntos de control natal. La respuesta fue que si bien la parte dominicana lo deseaba, la parte haitiana había mostrado indiferencia.
A finales de 1960 en un programa radial que se hizo bastante popular, el comentarista Tiberio Castellanos tocaba a diario al tema, llevaba invitados y hacía sus propias conclusiones lo que sería una RD abultada de población como es la actual.
Los reporteros que trabajan en área noticiosa de Radio HIN-Rahintel en esos tiempos, solían burlarse de Castellanos por su afán sobre esos temas de control de los nacimientos. Ahora cuando el tema parece urgente, pocas veces se habla de ello en los medios de comunicación.
Ahora se publica con mucha frecuencia la situación de las niñas haitianas que piden en las esquinas y que son candidatas a embarazos prematuros de niños de la calle que no tienen otro futuro que la delincuencia. O lo que dijo Fedomusde: 44% deserción escolar RD es por embarazo.
Al parecer el miedo al qué dirán los religiosos ha hecho que la RD no planee claramente la necesidad de reducir su población y la del país vecino, una forma de contrarrestar no solamente el crecimiento desproporcionado en la isla sino también la campaña de una parte de los 200 mil inmigrantes que propone de Le Nouvelliste.

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