Degeneración  y crimen

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EL AUTOR es abogado y profesor universitario. Reside en Santo Domingo.

Es la ciencia de la persona humana al señalar que el hombre deviene anormal cuando esta armonía es turbada o alterada por el desarrollo de procesos mórbidos, de disfunciones y de desequilibrios fisio-psíquico, de conflicto entre el yo individual y el yo social.

La experiencia secular confirma que, en tanto que el hombre posee un estado de salud física y mental suficiente, en tanto que él está en medida de controlar y dominar sus instigaciones egoístas y agresivas y racionalizarlas de una manera constante y adecuada a un sentido social.

En tanto que él está en condición de poder escoger indistintamente entre las diferentes situaciones y las desiguales instigaciones que le golpean regularmente o excepcional, y de poder autodeterminarse, él está también en estado de actuar normal y de no cometer ningún crimen.

En efecto, no son las leyes que crean el criminal, sino son las existencias individuales que, al chocar, por su desarrollo irregular, contra las normas previstas y fijadas por la ley, dan lugar a las acciones consideradas esencialmente como criminales.

Es pues la ciencia de la persona humana que puede hacer conocer las condiciones biológicas y las condiciones ambientes que son susceptibles de turbar la conducta íntima y sobre todo social del hombre y que, por consiguiente, puede señalar a los legisladores cuáles son las reglas a seguir para una política criminal que sea verdaderamente útil al hombre, a la sociedad, a la humanidad.

Teniendo en cuenta lo que acabamos de explicar, se comprende fácilmente por qué la génesis de la acción criminal, con excepción de la criminalidad puramente política, debe buscarse, sobre todo, en un desacuerdo más o menos grave, entre el yo individual y el  yo social, es decir en un conflicto más o menos intenso entre intereses individuales e intereses sociales.

Más precisamente en todas aquellas condiciones y circunstancias, y en todos aquellos procesos que directa o indirectamente favorecen el predominio del yo individual sobre el yo social y provocan con ello el desarrollo de acciones antisociales.

Esos conocimientos permiten comprender ampliamente la génesis de todos los crímenes más estrechamente pegados a las características del carácter del hombre medio y a las vicisitudes comunes de la lucha por la vida.

Es por lo que todas las veces que se libra Ya sea que nos dediquemos al estudio de la génesis y la dinámica de una acción criminal, incluso de carácter ocasional, nunca podremos tener en cuenta una génesis y una dinámica exclusivamente individuales o ambientales, porque la génesis de la dinámica de la acción ambiental es siempre imposible de determinar separada de la génesis y dinámica individual.

En efecto, la personalidad humana es siempre la síntesis de herencias y de medios. Es por esta razón que la génesis y la dinámica de su actividad son siempre una génesis y una dinámica biosociológica. Esas concepciones permiten eliminar con más facilidad todo  contraste existente entre concepciones biológicas y sociológicas del crimen.

En efecto, no existe ningún crimen proveniente exclusivamente de causas exteriores, dado que esas últimos son susceptibles de no revestir un valor criminógeno que cuando, actuando sobre el individuo y sobre la colectividad, ellas pueden, a través ese proceso de interiorización, devenir una “razón” de actuar en un sentido antisocial.

Todos los estudios más recientes realizados sobre la criminalidad confirman que este es siempre un fenómeno bio sociológico, por el hecho que el hombre está indisolublemente ligado al medio y a la herencia.

Esto nos permite señalar que, todo como la enfermedad puede ser considerada como un síntoma de insuficiente adaptación del organismo, por igual la criminalidad puede ser considerada como un defecto de adaptación de la personalidad a las exigencias del medio y de la vida social.

Por consiguiente, todas las veces que se deba descubrir la génesis de una acción criminal, es necesario buscar las causas que, directa o indirectamente, son susceptibles de provocar ese defecto de adaptación del individuo al entorno.

jpm-am

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