Decisión electoral y crisis mundial
La terrible crisis del año 2008, que casi se lleva al capitalismo de bruces, parece que no ha sido superada. El mundo carga sobre sus hombros grandes aprietos económicos, y la humanidad imita a un equilibrista encima de una cuerda, que dando tumbos, evita caer al abismo. El lúgubre periodo del 2008, que como leitmotiv amenaza varios años después con hacer metástasis en las grandes naciones, tendría como efecto lamentable el incremento de la ya de por sí alta pobreza existentes en todo el globo terráqueo.
La caída de los precios de las materias primas, y principalmente del petróleo han constreñido la economía mundial. Este fenómeno ha impactado de manera tal a los países que el Banco Mundial prevé que para este año el crecimiento planetario será apenas de un 2.9 por ciento. El consumo internacional ha disminuido considerablemente, lo que ha enfriado la demanda, trayendo eso como corolario un lento crecimiento económico a nivel mundial.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina una nueva recesión para este año que recién comienza. El organismo internacional presagia un retroceso de 0,3 por ciento. La desaceleración de la economía China se refleja en toda Latinoamérica. La fuerte crisis de Brasil y Venezuela se evidencia en las actividades de toda la zona.
Europa está en el regazo de los grandes aprietos económicos. La UE está únicamente a la espera de que España forme el nuevo gobierno para imponer un paquetazo fiscal que someterá a nuevos sacrificios a su ciudadanía. Italia peor no puede estar. Inglaterra no da señales de mejoría. Una mirada por el continente asiático nos convencerá de que sólo India exhibe un pequeño alivio en la autopista del crecimiento económico. Estados Unidos manifiesta una ligera e inapreciable mejoría en su economía, tan insuficiente que las autoridades de la Reserva Federal Norteamericana han tenido que disminuir las anunciadas alzas del dólar por temor a más recesión.
El panorama es peor cuando echamos un vistazo a nuestro alrededor. En Puerto Rico hay una situación muy difícil, consecuencia de su abismal deuda externa. La sempiterna crisis económica y social de Haití ha desembocado en desestabilización política, pudiéndose esto en convertir en una estampida humana hacia nuestro territorio.
Sin embargo, en medio de ese panorama desolador y pesimista mundial, hay un país en el mundo que se levantó incólume, que mantiene una robusta economía sin inflación ni recesión. Con un amplísimo programa de obras de infraestructura que abarcan toda la geografía nacional: Ese es la República Dominicana, que ha demostrado su capacidad y creatividad en medio de la incertidumbre mundial. A pesar del revés latinoamericano el año pasado que hizo al FMI rememorar la llamada Década Perdida de los años ochenta, nuestro país creció por el orden de casi el 7 por ciento, superando a Panamá, que invirtió más de 7 mil millones de dólares en la ampliación de su canal.
Pero se pecaría de mezquino si no se reconociera que nuestra realidad económica se debe al magistral desempeño de nuestras autoridades, y principalmente del programa desarrollado por el presidente Danilo Medina, que le ha impregnado un descomunal dinamismo económico, inclusive en sectores excluidos y marginados en administraciones anteriores.
Es por eso que debemos preservar todo lo conquistado y evitar las incógnitas e improvisaciones. No podemos detenernos en esta carrera por el progreso. El domingo 15 de mayo la decisión del voto debe alejarse de toda subjetividad y mirar hacia el futuro con ahínco y fruición, a fin de avanzar en las conquistas que nos permitan la superación del lastre del subdesarrollo.
Jpm