De Ramsés lX a Pedro Pablo Kuczynski

El escándalo que ha derribado el gobierno peruano, es un eslabón más en la cadena de una lucha política que ha tomado como estandarte la corrupción gubernamental; las luchas por el poder político usan diversos recursos tácticos para llegar a sus metas estratégicas con los resultados deseados.

Ahora bien, mirando el espejo de un país vecino más al sur del Perú, me refiero a Brasil; si hemos seguido con cuidado la crisis política por la que atraviesa, notamos que luego de deponer el gobierno encabezado por Dilma Rousseff, en una acción del congreso con muchos cuestionamientos; se auscultaron los verdugos de ella, y ninguno resistió el bisturí.

En realidad si el mismísimo Jesús El Nazareno, hubiera invocado a los acusadores de la Ex mandataria a tirar la primera piedra, ninguno de ellos hubiera respondido al llamado, esto si fueran creyentes del Enviado de Dios.

Cada país tiene un proceso diferente, y la verdad es que seríamos muy superficiales para tratar en un artículo todo lo que ha acontecido en el Cono Sur en la última década; pero una cosa nos resulta clara, las campañas anticorrupción en todos estos países, son la punta de lanza de sectores políticos opositores para llegar al poder y ejercer el mismo de manera similar a los que estaban.

Decía Tomás Moro: “Si el honor fuera rentable, todos serían honorables”; es risible, pero podemos buscar sus orígenes y nos asombraremos de que tan antigua es la corrupción; me atrevería a decir que llegó con la especie humana.

Si investigamos a profundidad sobre corrupción, tendríamos que limpiar un gran estante para poner los libros que soportarían nuestra búsqueda; pues figurémonos que solo buscando su origen habría que remontarse a los orígenes del estado como rector de la vida en sociedades organizadas, pues aunque existía antes de ese período, es ahí donde comienza a documentarse.

Documentando desde la antigüedad, Ramsés lX, 1100 a.C. faraón de Egipto, prohibió por ley los arreglos fuera de su corte, porque su funcionarios se estaban asociando a delincuentes comunes para socavar las arcas estatales; este es el primer caso documentado que se conoce.

De allá hacia acá, todo el discurrir en páginas, dichos y libros sobre la corrupción, es una sinfonía interminable de ejecuciones altisonantes, hasta llegar a la forma burlesca en que Cervantes lo dice a través de Sancho en su memorable Quijote: “Yéndome desnudo, como me estoy yendo, está claro que he gobernado como un ángel”.

Justificar la corrupción hoy en día, es un pecado capital; porque así como todos quieren aparentar lo que no son, con bienes que no poseen o no se han ganado lícitamente, o talentos que no le han sido concedidos; aparentar ser honorables también es un gran negocio, que trae grandes ventajas económicas y sociales.

 Es como exhibir piedras preciosas en unas manos que al menor descuido giran hacia el lado equivocado; y personajes como estos, lapidan a cualquiera que ponga al descubierto lo que esconden.

En las sociedades de manera hipócrita, muchos de sus protagonistas  asumen discursos y prácticas momentáneas que no pueden sostener en el comportamiento y en el devenir histórico de sus pueblos; la causa principal de la corrupción estatal es el inmediatismo político, para poder mantener el poder mismo.

 Se hace muy fácil asumir un discurso político de anticorrupción, para conseguir el poder que es el objetivo, y luego se olvida eso, y se continúa impertérrito  con el clientelismo político electoral.

Las debilidades y las necesidades de los seres humanos, son el caldo de cultivo ideal para el populismo corrupto y clientelar;  decía don Juan Bosch allá muy lejos por la década de los 60s, “que cada dominicano creía que hacia una inversión cuando iba a una urna a depositar su voto por un candidato, y que imaginaba que esa persona le favorecería desde el gobierno.”

Ahí comienza el acto de corrupción, pues ese humilde elector, está esperando una ventaja personal, no social, ni comunitaria, ni general para todas las capas sociales; sino personal para sí, que le llegará cuando el candidato electo lo tome en cuenta con un decreto o una designación en una posición pública.

Los honestos son las excepciones en todas las sociedades; y cuando en las capas sociales esas excepciones abundan, entonces podemos decir que avanzamos en la calidad del comportamiento social. Y no pongamos como ejemplo sociedades avanzadas, donde los actores sociales no cometen actos de corrupción por temor a los castigos legales, eso es diferente.

La corrupción puede ser combatida, puede ser atenuada en todas las sociedades, pero erradicada, no lo creemos, esta es inherente a la especie humana. Integridad es hacer lo correcto, cuando nadie te está mirando, ni cuidando de que lo hagas. ¿Cuántos son íntegros?…

mxmsanchez45@gmail.comJPM

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Maximo D
Maximo D
6 Años hace

muy bueno el articulo. realmente, en ciertas sociedades «avanzadas» los delitos son tan comunes, pulidos y aceptados que ya no averguenzan, como los «lobbies» en los congresos, o los presidentes y vice presidentes ser parte de los emporios economicos que deben regular. chequeese los funcionarios nombrados en los gabinetes de esas «sociedades avanzadas» y se vera su ligazon con poderios economicos.

Geraldo Morel
Geraldo Morel
6 Años hace

buenos dias.de ramsés ix a ppk a danilo medina.gracias.dr. geraldo morel.