De lo mediático a lo solemne
Cuando el locutor santiaguero Nelson Javier abordó el tema sobre los presuntos actos de violación sexual a menores por parte de Kelvin Francisco Núñez Morel, lució como si hubiese testimoniado que esos abusos son rutinarios en determinados espacios televisivos de la pantalla chica.
Javier, a quien denominan “El Cocodrilo”, habló sobre “los errores” que se cometen con “muchachitos y muchachitas”. Aunque haya afirmado que su opinión fue descontextualizada, por su lenguaje corporal, parecería estar convencido de que en el sector mediático los abusos sexuales a jovencitos y jovencitas, son cotidianos y normales.
El caso de Núñez Morel, como dijo alguien, el individuo, no el payaso que entretiene a los niños; tal vez no es el único y podrían existir más asomos de pedofilia y pederastia. Y no nos extraña. Hemos sabido sobre esas parafilias aberrantes hasta por miembros de solemnes instancias judiciales.
Los afectados y familiares en estos últimos casos que, según se nos ha informado han sido repetitivos en perjuicio de niñas desde su adolescencia hasta entrada su pubertad, deberían denunciarlos y ser investigados por las autoridades, porque parece que hay más.
En el mundo de las comunicaciones y otros entornos, sabemos de individuos que son propensos a esos actos deleznables. Pero, si esas actitudes de consumadas pederastia han sido cometidas hasta por actores de organismos que imparten justicia y que también ha sido gente ligada a lo político, entonces, esto debe llamar a preocupación.
Y preocupa más el que se hayan llevado a cabo-si cabe el término-, de forma secular. Desde hace mucho se sabe que aparte de representantes de iglesias de diversas sectas, legisladores, comunicadores, y hasta togados; han incurrido en estos execrables lances sexuales.