Danilo Medina: un estilo sencillo de gobernar
El sustantivo estilo esta asociado con la personalidad o modo de comportarse un individuo. Por ejemplo, en la política dominicana el presidente Danilo Medina Sánchez esta gobernando el país con un estilo o peculiaridad diferente a como lo condujeron los expresidentes Leonel Fernández y Hipólito Mejia. Basado en este estilo parecería que el mandatario Medina Sánchez tiene un objetivo claro de donde llegar, cómo hacerlo y bajo que principios es necesario para crear un gobierno fortalecido y con mayores oportunidades de éxito.
Por la calidad del discurso de rendición de cuenta pronunciado el 27 de febrero ante la Asamblea nacional tengo la impresión que algunos dominicanos parecen no entender que la forma simple de gobernar del actual presidente tiene mucho que ver con sus estrategias.
Decía Napoleón Bonaparte, que la simplicidad significa «Tener objetivos, mensajes y procesos sencillos». Ser claro en cada una de las órdenes que se imparten, saberse comunicar exitosamente con sus equipos de trabajo es necesario para una clara comprensión de los procesos operativos y estratégicos en el gobierno. No se debe olvidar lo que algunos políticos no entienden que la simplicidad no significa desinformación, significa, en cambio, objetividad.
La figura del presidente trae a mi pensamiento aquella expresión sarcástica de «El soldadito» con la cual se apodó a Napoleón y también algunos bautizaron a Balaguer como «El muñequito de papel» y a pesar de ello Napoleón fue el hombre más poderoso de Europa y el hombre más respetable de Francia y Balaguer el más obedecido en la República Dominicana
Creo que el presidente esta tratando de levantar un hermoso jardín sobre un terreno que le fue dejado lleno de malezas o sea, una presidencia repleta de facturas o deudas por pagar. En mi tierna edad en los Estados Unidos se oyó y en todas América Latina se escuchó una canción famosa del cantautor argentino, Palito Ortega llamada «Papeles», que dice así:
«Papeles sólo papeles/Tan solo papeles/Nos mantienen unidos/En una farsa brutal». Cualquier parecido de esta canción con el montón de notas que dijo el actual presidente Danilo Medina a comienzo de su gobierno que recibió del expresidente Leonel Fernández, es sólo una simple casualidad de un desorden de tesorería pública con lo cual podría haberse hecho fracasar un gobierno incipiente.
Sin embargo, percibo desde mi espacio al actual mandatario librando una batalla consigo mismo; le recuerdo al presidente en medio de esa cruzada anímica por gobernar bien y con eficacia, que el carácter es fundamental para que un líder pueda obtener resultados provechosos aunque no se lo digan los «intelectuales» del canon.
A cualquiera que se encuentre en la etapa en que se halla el presidente Medina seria de sabio recordarle que es necesario que él tenga presente aquella advertencia de Napoleón que le recomienda al líder tener conocimiento a fondo de sus movimientos y estrategias, preparación constante en su marco operativo, pues ello asegurará rigurosidad en sus actos y minimizará la posibilidad de sus errores.
El presidente cuenta actualmente para poder seguir dándole orientación positiva al Estado con un equipo inteligente, moralmente fuerte y capacitado para ganarle la batalla a la corrupción que trata de infiltrarse en el caso que no se llegara a una reelección del presidente, lo que podría causar una indecisión peligrosa del electorado y un trauma existencial en la población.
El neurólogo y psiquiatra austriaco, Víktor Emil Frankl, expresó que «Los aspectos aparentemente negativos de la existencia humana, y sobre todo aquella trágica tríada en la que confluyen el sufrimiento, la culpa y la muerte, también puede transformarse en algo positivo, en un servicio, a condición de que se salga a su encuentro con la adecuada actitud y disposición»
Estimo que el presidente Medina Sánchez le ha salido al encuentro con una adecuada actitud y disposición a los estados corruptivos y de simulación que permearon los gobiernos anteriores al suyo, con escasas excepciones. Pienso, además, que no se puede permitir que el país caiga en un vacío político-electoral por miedo a no romper con la palabra empeñada de decirle no a la reelección.
Frente a lo anterior, el tema de este trabajo me obliga a regresar nuevamente a Napoleón. El presidente Medina debe considerar seriamente la siguiente expresión del emperador de los franceses y el mayor genio militar de la Historia moderna: «Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado».
Aquel que llegara a creer que durante el proceso hacia el éxito gubernativo o empresarial no tendrá obstáculo, nada más habría que razonar sobre la palabra expresada por el dramaturgo francés Pierre Corneille y al mismo tiempo deberá pensar cómo seria reconocido por la historia el gobernante que no esté preparado para vencer las dificultades que se presenten, veamos: «Al vencer sin obstáculo se triunfa sin gloria».
La gloria que busca alcanzar el presidente Medina no se obtiene esquivando responsabilidades ni huyéndole a las intimidaciones sino aceptando los desafíos que la historia le tiene reservada al hombre, como sentenciara el general del ejercito estadounidense George S. Patton, quien dijo: «Acepta los retos de modo que puedas sentir la emoción de la victoria».
Ahora bien, los inconvenientes que podrían interponerse en el camino del éxito gubernamental del presidente Danilo Medina podrían estar sin que nadie llegue a sorprenderse, dentro de su propio partido, el de la Liberación Dominicana, y no en la base del pueblo elector que esta vez parece favorecer una reelección para confrontar los fantasmas de Hipólito y Leonel, a pesar de que el presidente Danilo Medina piense que no ha podido cumplir con todas las expectativas creadas.
Seria aconsejable dejarle al presidente Medina con el pensamiento del escritor y poeta argentino, Juan Gelman, que trata elocuentemente sobre el significado de la expectativa para que medite sobre el contenido del mismo, «Hay períodos de la historia, como el que atravesamos, donde las expectativas de cambio retroceden a zonas pantanosas. Pero la misma historia demuestra que hay flujos y reflujos y que la expectativa vuelve. Todo esto tiene que ver con la utopía. La utopía jamás se cumple, fracasa, pero deja una renovación y la idea imperiosa de retomarla».