Danilo Medina como fenómeno político
El PLD además de ser una escuela de líderes -tal cual lo concibió-construyó Juan Bosch-, es también, un semillero de figuras (unas presidenciables, otras que ni para alcalde pedáneo aunque sean candidato eterno). Algunas, por supuesto, conjugan las dos condiciones: son presidenciables y figuras a la vez. Por ejemplo, el actual presidente era una de ellas antes de dar el salto de Presidente a fenómeno político-social. Por ese registro, si se quiere atípico, podríamos llegar a preguntarnos: Danilo Medina ¿arritmia política, o ruptura en el paradigma de los perfiles históricos de los liderazgos nacionales? Y no era mentira: hacia fuera, en la sociedad, Leonel Fernández y Jaime David Fernández Mirabal, se proyectaban –por mucho tiempo- como los dos líderes peledeístas que se sucederían en el poder; pero la historia y la perseverancia -digo yo- marcaron otra historia y Danilo Medina de figura presidenciable, ahora Presidente, pasó a fenómeno político-social de altísima valoración ciudadana. El fenómeno o salto, es, desde cualquier perspectiva política-sociológica, inexplicable (lógicamente, para los adversarios del PLD, explicable: los supuestos pésimos gobiernos de Leonel), pero el dato-hecho esta ahí; y Danilo Medina de discreto o casi tímido dirigente político, ha devenido en líder nacional. ¿Qué ha pasado en la sociedad dominicana para que, en un lapso de dos años, los paradigmas históricos-políticos de liderazgos nacionales, o al menos el de los tres mas exitosos (Balaguer-Bosch-Peña Gómez, los tres carismáticos) se hayan, de alguna manera, derrumbado? Y era tal que, mientras Leonel Fernández o Jaime David Fernández Mirabal, irradiaban empatía cuasi telepática, Danilo Medina tenía que construirla en el diálogo interpersonal, el convencimiento y la novedad de una pedagogía política basada en la realidad inmediata de la gente. Era, por decirlo de algún modo, un trabajo de artesanía política y a largo plazo. Pero lo mejor: el propio Danilo Medina lo sabía y por ello insistía –ante sus seguidores- en el cuento aquel del loco que solo le faltaba saltar una pared para alcazar la meta. Se podría argumentar que ya eso se dio con los presidentes Antonio Guzmán y Jorge Blanco, que de figuras políticas dieron el salto a Presidente. Cierto, pero no olvidemos que ambos casos mas que al referente político-dirigencial de Antonio Guzmán y Jorge Blanco, se explican en el contexto histórico de una coyuntura política-electoral de crisis-quiebra del modelo bonapartista que Balaguer, a sangre y fuego, estableció (1966-78). El caso de Hipólito Mejía, tiene otra explicación: se explica, pienso yo, en el contexto de un sonambulismo social momentáneo, o efecto sociológico emocional-colectivo ante una deuda-reconocimient Peña-Gómez –que aunque se lo merecía- nunca fue presidente. De modo que Hipólito Mejía fue Presidente-beneficiario por un accidente político-electoral diríamos de base emocional (al respecto, el Dr. Zaglul dejó toda una teoría o hipótesis que explican estos fenómenos en el contexto de nuestra historia-idiosincrasia). Porque en pura lógica política y redimensionando este último caso (el de Hipólito), tocaba a Hatuey Decamps -que, para entonces, era figura presidenciable- pero la historia y el azar marcaron otro rumbo. Visto así (bajo el prisma del registro de nuestra Historia), y a corto plazo, el Presidente Danilo Medina ha roto todos los presupuestos teóricos-metodológicos de las Ciencias Sociales para explicar los fenómenos sociopolíticos, pero también, ese liderazgo está compelido, en su nueva realidad sociopolítica, a asumir posturas-definiciones frente a desafíos históricos recurrentes (entre otros de diferentes índoles) en la sociedad dominicana que él tendrá que torear hábilmente -como por ejemplo-: qué hacer frente a la reelección, cómo reencontrarse con el dirigente-partido que dejó atrás (si quiere seguir siendo estructura-fuerza dentro del PLD mas allá de 2016), cómo encarar la realidad política-electoral de un Leonel Fernández interesado en volver -y según las encuestas- con altas posibilidades, cómo lidiar –y es la única competencia real que tiene Leonel Fernández- con una percepción pública -en crescendo- que esta vez no repela-sataniza la figura de la reelección; y su reto partidario mas comprometid cómo hacer para que los niveles de simpatía pública que genera su gobierno y su estilo, se traduzcan en una permanencia de su partido en el poder, y mas cuando la última encuesta, de solvencia y crédito público (la Gallup-Hoy), prácticamente, y en el caso del PLD, nos reitera –y ya lo hemos escrito- una triple encrucijada: reelección, Leonel Fernández, o pacto entre ellos dos (aupando una tercera figura y, en todo caso, de riesgo).