Cuando los políticos caen en desgracia

Caer en desgracia es perder el favor, la consideración, el afecto o la protección de una persona: cayó en desgracia cuando discutió con su jefe de mala manera. Lo despidieron o lo botaron son las expresiones más comunes, para señalar que un funcionario ha sido cancelado o despedido de su cargo. En lenguaje popular se habla de siquitrillar, castigo y en francés “limogé”. Desgracias personales es el conjunto de personas que resultan heridas o muertas en un suceso o accidente. El artefacto explosivo causó cuantiosos daños materiales, pero no se registraron desgracias personales. Por desgracia significa que el hecho del que se habla produce dolor y sufrimiento o es producto de una suerte adversa: por desgracia, no pudo superar la prueba para entrar en la carrera. Ciertamente, muchos antiguos integrantes del Partido Comunista se acordaran de la expresión. Caer en desgracia era lo peor que le podía suceder a alguien. Podía tratarse de un activista que dejó todo por la causa, que arriesgó su vida cientos de veces, que abandonó su vocación, que fue encarcelado o torturado. No importaban los antecedentes. Un día, el individuo caía en desgracia y toda su entrega paraba en la basura. El Partido lo excomulgaba. Por puto, por sionista, por infiel a una compañera, porque se masturbaba demasiado, por desvío pequeño burgués, por pro chino, por drogadicto, por ponerse de novio con alguien inmoral, por expresar alguna duda sobre tal o cual política internacional, por ambición desmedida. Entonces, ya no lo saludaban ni en las bodas, ni en los velatorios. A veces, los hermanos le hacían el vacío. El Partido había decretado la muerte en vida del susodicho y, entonces, sólo quedaba su marginación. Muerte en vida, no es una ficción. La persona era borrada del mapa. Una anécdota da cuenta sobre la gorra de León Trotsky, que fue lo único que sobrevivió de él en una foto histórica, porque se la había prestado a un camarada: a él lo borraron, de la gorra se olvidaron. Pero anécdotas semejantes hay cientos, en todo el mundo. Por ejemplo, desde que Castro llegó al poder en Cuba en 1959, la policía política se ha encargado de abortar cualquier escisión dentro de sus filas. Las más conocidas fueron la micro facción que lideraba Aníbal Escalante en 1969 o la purga de altos militares acusados de tráfico de drogas en 1989. Pero ha habido otras. Desde Luis Orlando Domínguez, Juan Carlos Robinson, Roberto Robaina a Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila. Algunos como Domínguez y Robinson estuvieron tras las rejas varios años. Hoy, Luis Orlando es dueño de un negocio de dulces y buffet para fiestas y bodas en el reparto Flores, al oeste de La Habana. Robaina, luego de ser Canciller de la República, cayó en desgracia, y en la actualidad se dedica a pintar lienzos y administra un café de tapas en el Vedado. Si el asunto por el cual se cae en desgracia dentro del aparato estatal es grave, entonces eres hombre muerto”, señala un militante del Partido jubilado. Cuando en el futuro se abran los archivos secretos del Departamento de Seguridad del Estado se sabrá cuanto hay de ficción y cuánto de realidad. En nuestro país de 1948 a 1961 existió una sección en el diario “El Caribe” llamada “El foro Público”, macabra diversión, orquestada por Trujillo, en la cual se delataban y vejaban los funcionarios del régimen, pero también todo el mundo. El caso más patético fue el del señor Anselmo Paulino, el número dos de la tiranía trujillista desde 1949 hasta 1954, cuando cae en desgracia durante un viaje del tirano a España quien regresó al país el 14 de agosto de 1954, y echó a un lado a Paulino, desatándose el rumor de su inminente destitución y encarcelamiento. Anselmo Paulino fue condenado el 17 de diciembre de 1954 a 30 días de prisión y multa de 5,000 pesos. Día por día los funcionarios todos, lo primero que leían antes de salir de sus hogares, era el foro público donde podrían seguramente encontrar que habían caído en desgracia. Uno de esos funcionarios que había estado atacado por el foro público en varias ocasiones, al verse impotente espetó: “En este país está prohibido joderse.” Condenada el 20 de agosto de 2012 por asesinato de un británico, Gu Kailai, una prestigiosa abogada, conocida especialmente por ser la esposa del alto dirigente comunista Bo Xilai, caído en desgracia. Años anteriores Gu era una abogada internacional de renombre y escritora, madre de un hijo en Harvard y de un marido al que se predecía integraría un día el cenáculo supremo de los dirigentes chinos. Era una mujer que tenía todo. Pero, desde que fue detenida en un lugar secreto, hasta su juicio, esa imagen tan idílica se agrietó. Desde que su esposo cayó en desgracia, la prensa de Chongqing la presentaba como un modelo para las mujeres de origen modesto. La gran purga fue el nombre dado a la serie de campañas de represión y persecución políticas llevadas a cabo en la Unión Soviética en el final de la década de 1930. Cientos de milies de miembros del Partido Comunista Soviético, socialistas, anarquistas y opositories fueron perseguidos o vigilados por la policía; además, se llevaron a cabo juicios públicos, se enviaron a cientos de miles a campos de concentración y otros cientos de miles fueron ejecutados. Entre 1936 y 1938 se llevaron a cabo tres juicios en Moscú donde fueron juzgados ex miembros del Partido Comunista, que fueron acusados de conspirar con las naciones occidentales parta asesinar a Stalin y a otros líderes soviéticos, así como para desintegrar la Unión Soviética y restaurar el capitalismo en Rusia.

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