Cuando el dinero no sirve para nada
¿Cuál debería ser la función del hombre en la tierra? ¿Una vida particular de egoísmo e individualidades? ¿Un «solo existir» para lograr vivir lo más que pueda? ¿Sobrevivir por encima de todo y todos?
He conocido muchos ricos que, al final de su existencia, muestran un vacío adornado de «cierta» pesadumbre, una «especie» de abismo existencial ante una muerte cercana y un pasado de muchas brumas…
He conseguido, a través del diálogo, identificar algunas de ellas, pero la que más recalcan estos es precisamente perder tanto tiempo en «alcanzar» lo que ellos entienden «yo he alcanzado»…
Un desapego a las cosas y situaciones que «encarcelan» y vienen añadidas a la vida. Cada acto de «procurar,» de poseer, de alcanzar. Trae las angustias típicas del que se siente vacío o «necesitado» de algo…
Yo no sé de dónde concluyen ellos que «yo» he alcanzado «esos desapegos»; ciertamente los he manejado con cierto desdén y hasta me he lanzado a la incertidumbre de los destinos, pero también necesito comer…
Lo que sí tengo claro es que hay un momento en el que el dinero no sirve para nada y es precisamente cuando la «gravedad» del tiempo nos presenta al borde del misterio.
Cuando nuestro cuerpo cansado y abatido no encuentra la tienda en donde le venden «otro». Donde uno logra ver lo que realmente «se es» y no lo que pensaba «pagaba»…
Aquí es donde uno se pregunta qué tanto de solidario he sido, solo para «ver» si alguno de esos favorecidos tiene la fórmula mágica que encierra las aguas de la eterna juventud que tanto buscó Ponce de León, precisamente aquí en La Florida.
No se leyeron la última parte de esa búsqueda fracasada, en donde al pobre Ponce un flechazo lo mandó enfermo a Cuba, donde falleció de la herida.
En su lecho mortal apenas se escuchan las palabras y los lamentos; ya ni emiten lágrimas secas o voces mudas. ¡Una mirada perdida y una consciencia despierta! Por primera vez, pero que ya no le sirve de nada ante un cuerpo que ni un dedo puede mover.
Quizás eso será lo que han visto en mí, un tipo descarado y ajeno a los imprevistos. Que hace, día a día, lo que siente profundamente y disfruta. Pero también haciendo dinero se disfruta, digo yo…
Sí, pero la diferencia es que el dinero es para comprar y el que compra es porque necesita…
Cuando uno vive de acuerdo al bienestar, no solo individual, sino de todos los que pueden ver en tu interior, uno goza de un bienestar extra.
Claro, que otros no te ven así y «creen conocerte» desde tus sombras, las que todos llevamos, pero a esos que se creen con derecho a juzgarnos, los ignoramos, así sean sangre de tu sangre, porque las cosas se aprenden dentro, no afuera.
La iluminación brota; no te la derraman porque, por más que la recibas, la negamos al no surgir de adentro.
Quizás lo que han visto «esos que han visto» es el amor que se recibe cuando uno no vive siempre para sí, sino que se dispone a ocupar un segundo o tercer lugar para darle preferencia a quien necesita más.
¿Cuál es la función del hombre en la tierra? No me atrevería a afirmar tamaña empresa, y menos un pirata como yo, pero sí diré que no hay arma más poderosa que el amor ni mayor satisfacción que brindar a los demás dos manos cuando necesitan ayuda.
Aunque a veces nos sacan de quicio y nos hacen ver el animal que todos llevamos dentro, ahí tampoco el dinero sirve para nada… ¡Salud! Nimino Nadero.
jpm-am

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Gracias queridisimo Maximo por esta reflexion acerca del dinero. sin desperdicio. abrazos
El dios de los ricos es el dinero, y su meta primordial es acumular MAS dinero.
Pudiera existir una ley que prohíba que una persona posea una cantidad especifica de riqueza o fortuna, por ejemplo, 500 mil millones (no sé si de pesos o de dólares). Incautarle sus empresas y propiedades, y que viva de esos $500 mil millones.
Acertadamente. Así se debe vivir la vida, consumiendo ciclos. Las adhesiones, bloquean las manifestaciones del espíritu. Y su rigidez, se convierte en alimento a la mezquindad y el oprobio. Y como consecuencia, cristalizamos todo lo bueno que existe dentro de nosotros.