¿Cuál es el despertar que nos espera?

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EL AUTOR es abogado y catedrático universitario. Reside en Santo Domingo.

POR RAFAEL ROMAN

Nadie lo sabe, ES EN ESTOS MOMENTOS, la gran incógnita, no es posible determinar lo que ocurrirá mañana o dentro de algunos días, todo está oscuro, en tinieblas, como indicara un amigo en unos de sus artículos titulado “Hora de inicio del año”. No sabemos a ciencia cierta cuándo inicia el día, nos acostamos y no sabemos si levantamos nuestros cuerpos en alguna dirección. No hay una brújula para los navegantes, tampoco un mapa cierto, creíble y con líneas claras para los caminantes.

No existe un camino que nos conduzca a la verdad o, como dirían los cultivadores de la palabra de Dios, “a la eternidad”. ¡La esperanza es lo último que se pierde!, clamaban algunos ¿Y si ya se perdió?; entonces no hay esperanza.

Ya no existe una “patria para todos”, sí, aquella por la que se deba luchar; ahora solo existen más bien luchas individuales, verdaderas acciones de subsistencia, derivadas del instinto animal de los seres humanos.

Deambulamos por las calles como verdaderos muertos, ¡es lo que somos!, no lo que aparentamos. Nos han arrancado el deseo de vivir, los golpes que hemos recibido y los que a diario recibimos, son muy contundentes.

¿Qué ocurrió con aquel DESPERTAR DE ESPERANZA que nos legaron nuestros antepasados? ¿En manos de quién hemos puesto nuestro destino? ¿A quién hemos entregado nuestros ahorros, económicos, morales y culturales?

¿Quién es esa persona o personas a las que no podemos siquiera pedirles cuenta?

¿Quién nos está imponiendo este nuevo estilo de vida?

Un estilo que niega toda posibilidad de vida en sociedad. Esa sociedad por la que todos luchamos para organizarla; por la que muchos entregaron inclusive, sus vidas, para hacer de ella algo digno y que formara parte de un mundo posible para las futuras generaciones.

Hoy todo sube, nada baja. Sube la corrupción, aumentan las enfermedades, crece la inseguridad, aumenta la miseria, la inflación se traga los ya diminutos salarios de los pocos que aún tienen empleo.

La economía crece, pero de forma virtual, ya que el dinero no circula, no llega a las manos de los más necesitados. Es como magia ¡Ahora lo ves, ahora ya no lo ves!

No tenemos quien nos defienda. ¿Dónde está esa voz que todos esperamos?

Tal vez debamos caminar un poco atrás y buscar aquellos elementos que estimularon a Duarte y Luperón.

Dónde está ese Enriquillo que, como rechazo a los maltratos de sus compañeros indígenas, se sublevó en las montañas del Bahoruco.

¿Dónde están esas instituciones políticas (Partidos) en cuyos himnos se estimulaba a luchar por la patria y por los intereses de las mayorías, de los más desvalidos?

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