Cronología del guineo
Desde niño mi opción por el guineo fue rotunda. Ya en la calle como la fruta deleitosa que nos nutría de energía calórica, minerales electrolíticos como potasio y magnesio, vitaminas C y B6, dejándonos un saldo dulce en el paladar. Ora en los hogares amables de mi madre Fefita y la abuela Emilia, y en el comedor marcial del Colegio de La Salle donde fui semi interno, era componente indispensable como compaña del plato bandera nacional (arroz blanco/habichuela roja/carne de res guisada: recordatorio para el apreciado ministro de Hacienda que sólo nos dejó exento del IVA el blanco de la cruz, decolorizando en su homérico Pacto Ideal nuestra enseña patria).
Bocatto di Cardenale para ese carajito sancarleño que fui: el arroz mezclado con los lustrosos granos púrpura de la proteínica leguminosa bañados en su jugo cremoso; los cuadritos de vacuno de suave textura cocidos a fuego lento en su salsa criolla (ajo/cebolla/pimienta/orégano/
En la segunda mitad de los 50, llegó la Heladería Capri a la Nouel 85, con el servicial empresario italiano Mario Autore a la cabeza y la atractiva presencia de la hermosa diva del cine Doris Duranti. Un verdadero acontecimiento cuando abrió sus puertas para brindar pastosos gelatos, cuyos sabores incluían novedades, tales como pistacho, almendra, avellana (Nocciola), café, amén de los clásicos chocolate, fresa, vainilla. Se ofrecían combinaciones creativas: Copa Capri con varias bolas, Peach Melba, Cassata siciliana, Zuppa inglesa. E igualmente entre mis favoritas, Banana Split, de las aleaciones más demandadas entre una clientela familiar y juvenil.
Considerado un American Ice Cream, cuyo origen a inicios del siglo XX se disputan Latrobe en Pennsylvania y Wilmington, Ohio, entre otras comunidades como Boston, Columbus y Davenport, cuando las farmacias operaban también como fuentes de soda, su oferta innovadora atrajo de inmediato a los estudiantes adolescentes de los colleges. Walgreens se acreditó su difusión nacional en su red de tiendas como un American dessert. Una banana cortada (split) a lo largo en 2 cuerpos gemelos, escoltada por 3 bolas de helado de vainilla, chocolate y fresa, con adición de crema chantilly, sirop de chocolate, mermelada de pina y fresa, coronado el invento con cherries maraschino. Una bomba mortal para diabéticos.
Sobre el arribo de esta musácea a América -parte de los intercambios alimentarios a los que dio lugar el encuentro entre el Viejo y el Nuevo Mundo-, se afirma que en 1516 un notable cura dominico que llegara a La Española en 1510 y fuera prior del Convento de la orden en Santo Domingo, fray Tomás de Berlanga, introdujo el plátano macho y el banano en estas tierras.
Traídas sus cepas desde las Islas Canarias, situadas en el costado Norte de África en el tormentoso Atlántico, escala obligada de las flotas peninsulares que surcaban los mares con destino a América. Suelos benditos estos americanos, las plantas trasplantadas prendieron robustas en las franjas tropicales y subtropicales, sirviendo de alimento para los esclavos negros, entronizando sus fueros en los hábitos alimentarios de la población toda.
Resalta su presencia en la dieta dominicana el relato de un viajero norteamericano, quien hacía la travesía en recua de mulas desde Santiago a Puerto Plata a finales del siglo XIX, antes del virtuoso Ferrocarril Central Dominicano que unió ambos destinos en 1897 bajo la progresista impronta de Ulises Heureaux. El viajero extranjero se quejaba amargamente, afirmando que en el bohío de pernoctación la cena fue plátano verde salcochado, acompañado luego de plátano maduro servido como postre. Una comida literalmente añusga perro.
United Fruit
En la cronología dominicana del banano, figura como antecedente en los inicios del siglo XX, la empresa norteamericana United Fruit Company (UFCO), que desarrolló una plantación de guineos para exportación en Sosúa, construyendo embarcadero propio para tales fines y un conjunto de instalaciones para oficinas, almacenes, viviendas en El Batey. Y que en los años 40 servirían como albergue inicial a la Colonia Judía instalada por la DORSA, con tan fructíferos resultados en cuanto a la industria de embutidos cárnicos y fabricación de quesos y mantequilla de la CILCA.
A mediados de los 40, como jalón fundamental de esta pequeña historia, se estableció un acuerdo entre el Estado dominicano y la Grenada Company -una subsidiaria de la UFCO que expandió sus fueros por Centroamérica reconocida como Mamita Yunai- para desarrollar plantaciones bananeras con fines de exportación en las tierras de Manzanillo, comprendiendo las fincas La Cruz, Palo Verde, Isabel, Madre, Maguaca, Julián y Jaramillo. Tan vitalmente descritas en sus crónicas montecristeñas por Euclides Gutiérrez, quien acompañara en sus años mozos a su padre, el capitán retirado Gutiérrez Abreu, en sus funciones ejecutivas en la División Berlanga de la Grenada Company.
Con su primer embarque en 1946 por el puerto de Manzanillo construido por la empresa, ya en 1959, año de la expedición libertaria de junio salida de Cuba, se colocaron más de 8 millones de racimos de guineos en los mercados de Europa y Estados Unidos. En otra vertiente, en 1951 el empresario Frank L. Fraser, involucrado en grande en el negocio exportador de bananas desde Cuba y Jamaica, se instalaría en este ramo en Azua con la Dominican Fruit & Steam Ship, cuyas operaciones alcanzarían hasta 1966, cuando, al igual que la Grenada, culminaría su presencia en el país.
La historia dominicana del banano refiere que en 1969 los terrenos de la Grenada ingresaron a formar parte de los activos en libro del BAGRICOLA, siendo reactivado el proyecto La Cruz de Manzanillo por cuenta del Estado a través del Instituto Agrario Dominicano en 1972. En 1977 un grupo de países productores exportadores crearía COMUNBANA (Comercializadora Multinacional de Banano), integrada por Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá y República Dominicana, a los fines de potenciar su participación en los mercados de este bien.
Ultimos tiempos
En las últimas décadas, a partir de mediados de los 90, la industria bananera local se ha reactivado con vigor, colocando en los mercados europeos un 85% guineos orgánicos y 15% convencional, participando unos 1,200 productores de la Línea Noroeste y localidades del Sur. Actualmente nuestros bananos gozan de certificaciones que franquean su acceso a los mercados más exigentes. Como Rain Forest Alliance People & Nature/ Global G.A.P./USDA Organic/ Fairtrade/ Demeter Certified Biodynamic/ Control Union/ Natural Product Organic.
América Latina es la principal región exportadora mundial con una participación en la torta estadística de 75% en 2022. Los 5 países principales suplidores de este mercado que aprovecha el producto para su consumo directo, en forma de batidas, helados, cremas y en modalidad deshidratada altamente demandada por deportistas, son Ecuador (28%), Filipinas (8.8%), Guatemala (8.5%), Costa Rica (8.10%), Países Bajos (6.4%). Figurando Colombia como otro gran exportador y constituyendo este renglón gravitante en la canasta de bienes exportables de las referidas naciones latinoamericanas, a las cuales habría que agregar Honduras, Panamá, y República Dominicana.
En 2022 nuestras exportaciones de guineos alcanzaron unos US$195 millones, siendo los destinos más importantes naciones integrantes de la Unión Europea: Países Bajos, US$105.7; Reino Unido, US$36.8; Alemania, US$22.3; Suecia, US$12.6; Trinidad & Tobago, US$4.2; Portugal, US$2.9; Bélgica, US$2.7; Estados Unidos, US$1.6; Curazao, US$1.4. Las originadas en régimen nacional se sitúan en un 90% y las restantes bajo modalidad de zonas francas.
En la Unión Europea, mayoritario destino de nuestros guineos, que gozan de un acreditado prestigio en el guineo orgánico en el cual ocupamos una posición señera, las exigencias normativas han ido aumentando, a los fines de lograr una mayor trazabilidad e inocuidad del producto importado, junto a la aplicación de regulaciones más estrictas en las materias ambientales, laborales y de seguridad. Lo cual sitúa presiones adicionales desde el ángulo de los mercados, a una producción que viene siendo afectada por la ocurrencia de los efectos perversos generados por el cambio climático (inundaciones, tornados y sequías que castigan las plantaciones). A lo que se agregan incrementos en los costos de operación y dificultades en las cadenas de suministros.
En términos de competitividad, la industria bananera local requiere -conforme a la reflexión de sus líderes- una mayor inversión público-privada en materia de infraestructuras, destacando la apuesta por la indispensable modernización del Puerto de Manzanillo agendada por la actual administración del presidente Abinader.
En el plano laboral el sector apunta a la formalización y estabilización de la fuerza de trabajo que se emplea en las labores de siembra, cuido, cosecha, lavado y empaque del banano, en las cuales predomina la mano de obra haitiana, participando una cuota femenina dominicana comprometida en las fases finales del proceso, diezmada por la competencia que ofrece la proliferación de las bancas de apuesta en las zonas rurales.
Conforme consultas entre empresarios líderes del sector, tanto nacionales como extranjeros, las empresas de mayor calado han desarrollado estrategias consistentes para regularizar el estatus de la fuerza de trabajo extranjera, cuyo flujo desbordado es motivo eficiente de operativos frecuentes a cargo de las autoridades migratorias.
Una reputada consultora europea recomienda a RD desplegar esfuerzos en América para conquistar nuevos destinos, ante un mercado del banano definido «en pausa».
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