Cambiemos de modelo y generemos esperanza

Danilo Medina escuchó las experiencias de países del área sobre el tema pobreza en su viaje a Costa Rica y dio su versión, obligándonos en Quisqueya, a meditar si  el fallo es nuestro modelo económico, la falta de recursos o  las quejas continuas, porque nadie está conforme.

Dijo: «Necesitamos un modelo de integración que cree mayores oportunidades para la juventud, los trabajadores y  los emprendedores».

Todos estamos de acuerdo con esa idea.  ¿Por qué no apoyarla con incentivos claros en Quisqueya al que  contrate gente e invierta?. Solo  fomentando ese modelo  re-distributivo  es que bajará la pobreza aquí.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL) dijo que pobreza bajó en Dominicana dos puntos, pero la indigencia subió 8 puntos, entre el 2008 y 2013. 

Eso no puede continuar.

Son más los que piden como indigentes que los  luchadores en la calle, que  apenas cubren sus gastos mínimos.

El discurso clientelista y populista de “si yo subo esto se arregla, vota por mí”, es una mentira que ya no queremos oír. Los defensores del modelo vigente destacan el crecimiento de la economía de Quisqueya. El PBI ha crecido, dicen.

De aquella gran crisis  del 2003-2004, la economía logró salir con un vigoroso crecimiento de la actividad económica acudiendo al F.M.I. y  a otros organismos multilaterales de crédito.

Hoy caminamos solos y crecemos. Sin embargo, hay varias cuestiones por destacar.

Tomemos, a modo de ejemplo, el caso de una empresa. ¿Cuáles son los motivos que pueden llevar a los negocios a incrementar sus ingresos? Imaginemos que una empresa vende en el año unos 1000 escritorios a $1000 pesos cada uno. En este caso, la empresa logra acumular ingresos anuales por $1.000.000, un millón.
Crecimiento tipo 1: Estudiemos la primera razón por la cual pueden incrementarse sus ingresos.
Si la gente ahora valora más estas mesas e incrementa su demanda, su precio subirá, digamos a $2000, permitiendo que ahora los ingresos sean de $2.000.000, sin necesidad de elevar la producción.

Crecimiento tipo 2: Otro modo de incrementar los ingresos sería si la empresa logra producir el doble de escritorios. Si en lugar de 1000, lograra producir y vender 2000 a ese mismo precio, entones acumularía también $2.000.000.

 Pero esto último no ocurre gratuitamente. Para duplicar la capacidad productiva la empresa debe ahorrar e invertir mucho dinero, incorporar maquinarias, contratar más trabajadores y quizás incluso ampliar el espacio donde se lleva adelante el proceso productivo.

Crecimiento tipo 3: Hay sin embargo una excepción al caso anterior. Si la empresa tuviera –como consecuencia de una crisis- capacidad ociosa, esto es trabajadores desocupados, máquinas en desuso y espacio libre, podría quizás poner a trabajar estos recursos y con ello aumentar los ingresos, sin necesidad de nueva inversión. Que la empresa produzca 1000 escritorios no nos dice nada acerca de su potencial.

Volviendo ahora sobre la economía dominicana, hay que señalar que hubo en estos años un crecimiento tipo 1 y tipo 3, pero estuvo ausente o limitado el crecimiento tipo 2.
En primer lugar, los precios de los commodities (oro), turismo y remesas alcanzaron niveles récord, especialmente por la mayor demanda, lo cual permitió incrementar los ingresos, sin aumentar la producción. Pienso que este punto no requiere profundización porque ha sido reconocido por todos.

En segundo lugar, la última década tuvo una expansión de la inversión pública, pero hubo poca inversión privada que la igualara, el Estado tuvo capacidad de endeudarse y emitir bonos porque subió los impuestos, pero la gente dice que siguen pobres o peor a pesar de anuncios de crecimiento.

El desafío que enfrenta el gobierno es complejo. Mantener una industria “artificial” e “ineficiente” que sólo se sostiene con subsidios a la luz y sueldos bajos, implica un costo social muy fuerte, más aun si el costo lo pagamos con inflación y consumidores descontentos, tanto por la mala calidad de los productos como también por su alto precio en comparación con los bienes importados.
En tercer lugar, es cierto que podemos mostrar aumentos de producción si comparamos 2014 con 2004, pero no nos engañemos acerca de aquellas circunstancias.
Un dato de la economía en Quisqueya es que al cierre de 2004, después de la gran subida del dólar, se tenía una capacidad instalada del orden del 50%.
Los defensores del modelo vigente toman precisamente ese piso para reflexionar acerca del “crecimiento” económico dominicano, cuando esta expansión no fue más que un proceso de recuperación de la crisis anterior.

No quiero con esto negar su importancia, pero no es lo mismo utilizar recursos ociosos existentes que ampliar la capacidad productiva.
Fue recién en 2012 cuando la economía de Quisqueya pudo más o menos alcanzar valores normales de capacidad instalada y con ello acercarse al potencial de su economía, pero el derrame de beneficios no se ve.

El actual modelo económico que se ha estado desarrollando en el país desde 1992 no ha funcionado para disminuir la pobreza, a pesar de que el Producto Interno Bruto (PIB), lleva varios años de crecimiento consecutivo.
El derrame de beneficios no cae a los estratos más bajos de la población por un montón de factores que conocemos todos. Economistas siguieren cambio, pero sin voluntad política y consenso nacional no se podrá lograr. Seguiremos transitando y viendo la pobreza crecer más chica que el PIB y  esperar que las masas no se rebelen y al final maten mucha gente que prefieren morir y asaltar a vivir de migajas.

Quisqueya no podrá tener en los próximos años un crecimiento tipo 1, o un crecimiento tipo 3, y es por eso que necesitamos del crecimiento tipo 2 para tener un futuro prometedor. Y aquí viene el desafío: Un crecimiento tipo 2 implica necesariamente cambiar de modelo. Fue la lección aprendida por Danilo Medina en  la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Gobernar sin generar esperanzas, es continuar este modelo.

 

 

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