Caída en desgracia por corrupción

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

Aplicarle la purga o caer en desgracia, son los castigos  que por lo general se otorgan a Ministros o  Funcionarios de la mayoría de Gobiernos.  Entre nosotros la acción más reciente, es la relativa a la destitución por el Presidente Constitucional, del Ministro de Salud Pública. 

La historia nos enseña que sido muchos  los caído en desgracia en sus respectivos países. En estos días conocemos la noticia, de que el ex presidente de Francia Nicolás Sarkozy, ha sido condenado a tres años de prisión por corrupción.

 Nicolás Sarkozy, es el político francés, vigesimotercer presidente de Francia, entre 2007 y 2012.

Casado con la modelo italiana Carla Bruni, la cual llegó a ocasionar varios escándalos, al posar infinidad de veces desnuda en la mayoría de Videos. Todo parece indicar, que la pareja pacto de antemano dicha posición de modelo de la antigua primera dama de Francia. 

La justicia francesa condenó, por segunda vez en una década, a un antiguo jefe de Estado a una pena de prisión. Nicolás Sarkozy, fue declarado culpable de corrupción y tráfico de influencias. Su mentor, el también presidente Jacques Chirac, había sido inculpado por malversación en 2011.

Según el tribunal, Sarkozy ofreció prebendas en 2014 a un fiscal a cambio de informaciones y ayuda en una causa que le afectaba. Junto al expresidente, fueron condenado a las mismas penas su abogado, Thierry Herzog, y un antiguo abogado general (fiscal) de la Corte de Casación, Gilbert Azibert.

El tribunal probo, tras el juicio celebrado a fines de 2020, que los tres participaron en un “pacto de corrupción”, desvelado gracias a las escuchas en una línea telefónica secreta que usaban Sarkozy y Herzog, y que estaba registrada bajo el nombre falso de Paul Bismuth. 

Sarkozy, de 66 años, llegó al poder con un aura de reformista que iba a modernizar Francia, pero la crisis financiera de 2008 y su personalista e impulsivo marcaron un mandato de cinco años que terminó con su derrota ante el socialista François Hollande en 2012. Desde entonces, los escándalos han perseguido a quien fue último tótem de la derecha francesa, el último capaz de unificarla, su último presidente. 

La condena no es definitiva, y el expresidente difícilmente tirará la toalla ante lo que él considera una conspiración de jueces y fiscales en su contra, una instrumentalización de la justicia para acabar con él como figura pública. El 17 de marzo afronta otro juicio por los gastos de la campaña para la reelección en 2012. Y carga con una imputación por la posible financiación por parte de la Libia de Muamar el Gadafi de la campaña de 1012. 

De los cuatro jefes de Estado que Francia ha tenido en el último cuarto de siglo, dos han sido condenados a penas de cárcel, y ambos pertenecen a la misma familia política. Chirac, antecesor inmediato de Sarkozy, no cumplido los dos años que le impuso el tribunal debido a su edad y estado de salud. 

La Constitución francesa establece que el presidente de la República es inviolable ante la ley por actos cometidos durante su mandato, pero no por actos sin relación con el ejercicio de sus funciones. En este último caso puede ser procesado una vez que abandona el cargo. Tanto Chirac, que murió en 2019, como Sarkozy han sido condenados por hechos cometidos antes de llegar a la presidencia o después de abandonarla. 

El caso Bismuth, por el que el expresidente francés Sarkozy  ha sido condenado por corrupción y tráfico de influencias, tiene su origen a principios de 2014. En aquel momento, a Sarkozy le preocupaban las agendas que la justicia había incautado en el caso Bettencourt, del que fue posteriormente exonerado. Para recuperar las agendas, había interpuesto un recurso ante la Corte de Casación. 

Sarkozy y su abogado y amigo íntimo Thierry Herzog, en sus conversaciones telefónicas, hablaban sobre cómo lograr que el abogado general (fiscal) Gilbert Azibert, amigo a su vez de Herzog, les informase del ambiente interno en la Corte de Casación respecto al recurso para recuperar las agendas, y quizá influyese en la decisión. Y mencionaba la posibilidad de que, a cambio de estas informaciones, Sarkozy hiciera valer su influencia ante Alberto de Mónaco para que Azibert obtuviese la plaza que anhelaba en el Consejo de Estado del principado. “Yo le haré escalar, le ayudaré”, le decía el expresidente al abogado, según una de las grabaciones que sirvieron para destapar el caso. “Yo me ocupo porque voy a Mónaco y veré al príncipe”. 

Durante el juicio, Nicolás Sarkozy alegó que las frases inculpatorias de esas grabaciones se habían sacado de contexto y que se trataba de charlas amistosas en las que suelen decirse frases intrascendentes. También argumentó que la prueba de que había existido corrupción alguna es que ni él ganó el recurso por las agendas, ni Azibert fue nombrado en Mónaco.

“Jamás he cometido el mínimo acto de corrupción. Jamás”, proclamó. Al mismo tiempo, admitió que a lo largo de la vida había hecho multitud de favores a amigos, y a amigos de amigos. 

hectordotel45@gmail.com

JPM

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