Azorín y la España derrotada en el Caribe (1 de 2)

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EL AUTOR es abogado e historiador. Reside en Santo Domingo.

Azorín, primero anarquista y luego franquista, es uno de los más extraordinarios escritores de la historia literaria de España, sin que sus vaivenes políticos pudieran manchar su esplendente trayectoria literaria.

Fue uno de los más sobresalientes miembros de la Generación del 98, como fue bautizado aquel conjunto de escritores, poetas, ensayistas, críticos literarios e intelectuales que a finales del siglo diecinueve decidió participar activamente en la vida pública, pero particularmente en los asuntos culturales de su país, por el deterioro institucional, económico y moral en que malvivía el pueblo español. 

Muchos historiadores de los movimientos literarios de España coinciden en atribuirle a Azorín la paternidad de dicho nombre, aunque algunos, como el poeta y ensayista Pedro Salinas, (Generación del 27) décadas después se negaban a llamarle a ese selecto grupo Generación del 98. Sus explicaciones no fueron convincentes.

Aunque resulte extraño para algunos, no es falso decir aquí que la fama universal del gran escritor Azorín, nacido como José Martínez Ruiz el 8 de junio de 1873, hizo el mes pasado 150 años, en el pueblo de Monóvar, en el interior de la Alicante que forma parte de Valencia, en el este de España, está vinculada indirectamente y en parte con la derrota que ese otrora imperio poderoso sufrió en el Caribe en el año1898.

El rey titular de España de esa época era Alfonso XIII. Sólo tenía 12 años de edad. La regente del reinado era su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena, aunque los que manejaban en realidad los hilos de la política española de entonces eran personajes como Antonio Cánovas del Castillo, muerto por un anarquista italiano el 8 de agosto de 1897, Mateo Azcárraga, Práxedes Mateo, Francisco Silvela y otros.

Diversos grupos de arcoíris político, económico, cultural y social de la España de entonces consideraron que con sus erráticas posiciones sobre la dinámica geopolítica de aquellos años el gobierno había permitido una ofensa a la “honra nacional”, como bien lo explican varios historiadores de aquel período. (Breve historia de España. Áurea Matilde Fernández. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana Cuba, 2008.Pp261-263).

En efecto, en la guerra Hispano-estadounidense del 1898 España perdió en el Caribe insular las islas de Cuba y Puerto Rico, así como el archipiélago de Las Filipinas, en Asia y la isla de Guam, en Oceanía, estas dos últimas en el Océano Pacífico.

Eso provocó un desánimo colectivo allá. Un estado de pesadumbre arropaba a gran parte de los españoles, que no veían con claridad la posibilidad de encontrar los caminos que los llevaran hacia la prosperidad.

Azorín, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, los hermanos Machado, Valle Inclán y muchos otros trataban de romper, con su producción intelectual, la ola de pesimismo que invadía a su país.

Pero muchos de los políticos españoles de entonces, como décadas después dijo Winston Churchill refiriéndose al escenario británico y por otras circunstancias, mantenían: “una pelea de bulldog debajo de una alfombra”.

Azorín y varios de sus colegas reconocieron en diversas ocasiones que desde su atalaya, cuya materia prima era el pensamiento, no era fácil sacar a España de la postración en que estaba.

Tal vez por eso algunos de los integrantes de la Generación del 98 se abandonaron a reflexiones filosóficas con matices pesimistas, basadas en las ideas que varias décadas atrás habían popularizado en gran parte de Europa Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer, dos filósofos alemanes de gran resonancia en el mundo de las ideas, incluso en la actualidad.

Entrando en materia exclusiva sobre Azorín debo decir que sus creaciones de ficción como de no ficción tienen un sello de marca inconfundible, por su brevedad y la maestría que exhibía en el manejo de la sintaxis.

Azorín fue un gran admirador de Cervantes. En esa condición contribuyó grandemente a divulgar su obra maestra, El Quijote, haciéndola de más fácil y rápida comprensión para los lectores en general.

En su crónica titulada La ruta de Don Quijote, publicada en el 1905, Azorín conduce a los lectores, con su estilo gráfico, directo y penetrante, aliñado con una maestría sorprendente, por aquellos lugares manchegos que inmortalizó el hijo más ilustre de la ciudad de Alcalá de Henares.

Son geniales las descripciones de Azorín de los paisajes arquitectónicos, naturales y humanos del pueblo Argamasilla de Alba, ahora perteneciente a la provincia de Ciudad Real, en la comunidad de Castilla-La Mancha.

Con esas y otras especificaciones hace más agradable la lectura de El Quijote, pues puso en el contexto del primer lustro del siglo veinte, con su estilo sencillo y grácil, a pueblos, personajes y hechos cuyas reseñas cervantinas datan de trescientos años atrás.

El gran intelectual dominicano Pedro Henríquez Ureña se refiere a la labor de crítica literaria de Azorín señalando que: “Su esfuerzo aspira a la formación o a la renovación de las tablas de valores en la literatura española”.

Enfatiza Henríquez Ureña sobre esa vertiente intelectual de Azorín que su crítica la plantea “como fuente de gustos y experiencias individuales, actuales…” (Obras Completas. Tomo II. Estudios Literarios.Pp.201 y 205.Editora Nacional, 2003. Pedro Henríquez Ureña).

Además de Cervantes, Azorín tuvo como otros de sus escritores preferidos al canario Benito Pérez Galdós y al zamorano Leopoldo Alas, mejor conocido como Clarín.

Los que casi nunca coincidían en muchos aspectos literarios y de cultura en general eran Azorín y el gran filósofo José Ortega y Gasset. Siempre había un motivo para las rencillas, siendo este último el principal motivador de las mismas.

A la obra referida más arriba (La ruta de Don Quijote) del gran escritor nativo de Monóvar, en Alicante, en la cual él hace pedagogía y resalta con elegancia y elevado espíritu didáctico hasta la monotonía de ciertos paisajes manchegos, el madrileño Ortega y Gasset trató de banalizarla. Llegó a escribir con gran ironía que en su texto había muchos “primores vulgares”.

El brillante Ortega y Gasset, con el arrebato de una pasión incomprensible, también pretendió hacer trizas del ensayo titulado Castilla, 1912, obviando que en su parte introductoria Azorín escribió que: “Se ha pretendido en este libro aprisionar una partícula del espíritu de Castilla”.

Por eso al referirse a los ferrocarriles de la llanura castellana Azorín se adelanta a sus detractores y dice que: “Sí, tienen una profunda poesía los caminos de hierro”.

Afortunadamente Ortega y Gasset encontró poco eco y menos seguidores en sus ataques contra la obra azoriniana. Tal y como demostraré en la próxima entrega.

jpm-am

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Luis
Luis
9 meses hace

El origen del descalabro del Imperio Español está; en la Guerra Indo Francesa, Revolución Francesa, Las Guerras Napoleónicas y Las Guerras contra Inglaterra.
Fruto de lo anteriormente expresado en Canadá empezó el reflejo de estas disputas; Inglaterra derrota a Francia por Canadá, Francia y España Apoyan a USA contra Inglaterra, Inglaterra apoya a las insurgencias de Haití y Sur America, y el último palo lo da USA a la diezmada España en 1898.