Ausencia de RD en la CELAC-UE y la COP30
Quienes siguen con atención los acontecimientos de interés internacional no pueden pasar por alto lo que ha venido ocurriendo con las principales cumbres regionales y extrarregionales convocadas en las últimas semanas.
Lo que se ha puesto en evidencia es que estos encuentros, pensados originalmente como espacios de diálogo y concertación de políticas entre Estados, están atravesando una crisis de legitimidad y eficacia que no se puede seguir ocultando.
La reciente posposición de la Cumbre de las Américas, prevista para celebrarse en la primera semana de diciembre en Punta Cana, ha sido el punto de partida de una cadena de eventos fallidos.
A pesar de que otras cumbres lograron realizarse —como la CELAC-UE y la COP30— todas arrastraron serias debilidades en términos de representatividad, participación efectiva y resultados concretos.
El caso de la Cumbre de las Américas es especialmente significativo por su simbolismo. Se trataba de un evento con sede en territorio dominicano, en uno de los polos turísticos más emblemáticos del Caribe, que de haberse realizado con éxito, habría elevado el perfil diplomático del país anfitrión.
Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores emitió un comunicado anunciando su posposición, alegando que “no existía el ambiente adecuado para un diálogo constructivo y de resultados”. Una afirmación formalmente correcta, pero que esconde elementos más complejos que conviene considerar.

La exclusión previa de Cuba, Nicaragua y Venezuela del listado de países invitados fue una de las causas principales del colapso anticipado de esta cumbre.
Esa decisión, que puede tener justificaciones ideológicas o de principios democráticos, terminó generando un efecto dominó: México y Colombia, dos países clave en el engranaje regional, anunciaron su ausencia en señal de protesta, alegando falta de inclusión.
Si bien es válido cuestionar la legitimidad democrática del régimen venezolano, que ha operado al margen de los estándares internacionales y se ha sostenido mediante represión e intolerancia, los casos de Nicaragua y Cuba tienen otras aristas.
República Dominicana mantiene relaciones diplomáticas formales con ambos países, y el deber de un anfitrión es garantizar la inclusión mínima para que el diálogo tenga sentido.
No se puede convocar a una cumbre hemisférica pretendiendo imponer un filtro que excluya de antemano a actores con los que, queramos o no, hay que tratar.
El retiro de líderes como Lula da Silva y varios mandatarios del Caribe acentuó el aislamiento de la cumbre. En ese contexto, la decisión dominicana de posponerla luce más como una retirada forzada que como una medida estratégica.
La Cumbre CELAC-Unión Europea, celebrada en Santa Marta, Colombia, también reflejó el desgaste de estos foros. Solo seis jefes de Estado asistieron activamente, y del lado europeo, apenas estuvo presente el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez.
La ausencia dominicana puede leerse como una respuesta diplomática a la no participación de Petro en la Cumbre de las Américas, o como parte de un conflicto más profundo, influido por presiones externas, incluyendo las de Washington y sectores alineados con Donald Trump.
COP-30
En este clima tenso, la COP30 tampoco cumplió las expectativas. Aunque tuvo mayor asistencia, se vio debilitada por la ausencia de líderes claves.
Se comenta que, tras saber que Lula no iría a la cumbre de Punta Cana, el presidente Abinader —quien había anunciado con entusiasmo su presencia en la COP— también canceló su participación.
La representatividad se redujo aún más con la ausencia de Estados Unidos y la no participación de China a nivel presidencial, justo los dos países más contaminantes del planeta.
El patrón se repite: tres cumbres marcadas por apatía, división política y falta de liderazgo. No es que los foros multilaterales ya no sean necesarios, es que, en su forma actual, han perdido utilidad.
La diplomacia regional necesita reinventarse con espacios más abiertos y menos ideologizados, si quiere recuperar su capacidad de convocatoria y acuerdos efectivos.
jpm-am

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Ya nadie cree en esas cumbres que no resuelven nada.
Lo que escribe el Caballero articulista,conduce a concluir que puede ser que la diplomacia entra en crisis,no está satisfaciendo los fines para los cuales fué introducida,y por ello el temor es,que los problemas internacionales serán resueltos a plomasos.
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