Apeco: ingenioso fotógrafo
Apenas conversaba. Podría decirse que era un introito oral casi permanente. Se sumía en prolongado silencio mientras observaba detenidamente todo a su derredor. -para algunos no andaba bien del “caco”-. De sus labios solo salían las palabras necesarias, las suficientes para comunicarse y conectar con su entorno. Casi siempre atinó a decir las frases suficientes para referirse a su pasión por la imagen o a algo de la cotidianidad.
Delgado, de cabello y bigotes negros, tenía miradas tenues que disparaba a lontananzas como si merodeara en los recónditos y fatídicos momentos de su pasado reciente.
La ciudad de Santiago le vio nacer, crecer, vivir penurias y persecuciones, y allí tuvo famas hasta que un día el Señor le dijo: -“No más, te necesito aquí como fotógrafo del cielo”. Llegó a residir en la capital, en el “cuarto de revelado fotográfico” de la portentosa Radio Televisión Dominicana (RTVD). Aquel poco usual lugar le sirvió de residencia, allí dormía y hasta lavaba, de vez en cuando, sus ropas “interiores”, este portento de las artes fotográficas.
Cuando en ocasiones me tocó buscarlo para realizar algún trabajo de fotografía, o para alguna que otra foto y entraba a su “cuarto oscuro”, más que con fotografías magistralmente logradas, mi cabeza topaba con pantaloncillos amarillentos que él mismo lavaba en las platinas de uso para revelar fotografías.
No es que exagere, pero puede que se trate del mejor o uno de los mejores fotógrafos de la historia fotográfica dominicana. Los que tuvimos el privilegio de conocer, tratar y escuchar a este fino cultor del arte de la luz y la sombra, pudimos palpar su sencillez, sin la petulancia que a veces exhiben los dotados de ingenios especiales.
Este ser humano increíble cargaba en su extraño vivir, como algo intrínseco de sí mismo, una increíble humildad, que le llevó con su extraordinario talento, a exponer sus obras fotográficas en importantes galerías de París, Francia, Brasil y otros lugares.
Laboró durante un corto tiempo en la televisora estatal, en los años del primer gobierno del extinto presidente Joaquín Balaguer. Allí llegó a ser el fotógrafo o uno de los fotógrafos preferidos del Mandatario y de altos jerarcas militares de la época. Sus fotografías eran preferidas por estos jefes castrenses, ya que se podían ver con perfiles imponentes en estas captaciones gráficas.
La taiwanesa
Cuando el avión con la misión comercial taiwanesa tocó tierra quisqueyana en el aeropuerto internacional de Las Américas, se abrió la puerta de salida y por la escalerilla salió disparada, dando una voltereta de acróbata que la dejó en la pista, una joven camarógrafa que nos impresionó a todos por la agilidad que exhibía en la captación de las imágenes de aquel momento histórico.
La dirección de prensa de RTVD nos había enviado a un reportero, camarógrafo y fotógrafo a cubrir la llegada de este grupo de empresarios de Taiwán interesados en vendernos una gran variedad de productos (televisores, estufas, licuadoras, tostadoras y otros electrodomésticos) a precios asequibles para la población. El avión palpó tierra y el piloto abrió la puerta de la aeronave y de allí salió, primero que todo el mundo, esa camarógrafa de movimientos impresionantes. Lo mismo ocurrió en el salón de embajadores del aeropuerto, ésta se tiró al piso para filmar los “estrechones de manos” entre los visitantes extranjeros y funcionarios dominicanos que los recibían. Saltaba sobre la mesa cercana –sin respetar protocolo-para filmar vistas panorámicas de aquel irrepetible momento.
En tanto, el camarógrafo nuestro, que nos hizo compañía en esta travesía periodística, era algo achaparrado y de movimientos más lentos y se plantaba fijo en un lugar desde donde hacía toma repetida y cansona. De regreso hice un comentario que al parecer resultó imprudente. Éste se sintió ofendido por mis acotaciones en las que comparaba su accionar con la camarógrafa taiwanesa. Haciendo un gesto imprevisto, éste demandó al chofer detener el vehículo en plena autopista de Las Américas, y en tono airado y hasta amenazante, me pidió que bajara para que nos batiéramos a trompadas como dos hombres.
-“Baja del vehículo y ven a pelear si tú eres un hombre, repite lo que vienes diciendo”, gritaba desafiante. Obvio, no bajé, era el pleito de un peso pesado contra un peso pluma, una desigualdad abismal.
El fotógrafo Natalio Puras Penzo (Apeco) escuchó en mutis, apenas habló para decirnos que dejáramos la rebatiña y regresamos a cumplir con nuestro trabajo. Él lo escuchó (gracias a Dios) y se montó de nuevo en el vehículo. Un silencio total se enseñorea del resto del trayecto hasta la planta televisora estatal.
Las fotos de Santiago
En otra oportunidad nos enviaron a Santiago a cubrir una actividad de La Tabacalera. El administrador de esta empresa dijo que solo le interesaba el servicio del fotógrafo Apeco, los demás del equipo de prensa éramos los demás. Este hombre de aspecto humilde y mirada nostálgica se mantuvo todo el tiempo–como de costumbre- aferrado a un mar de mutismo que, como ya lo conocíamos, no nos era preocupante.
Cuando llegamos, el lugar ya estaba repleto de parroquianos que vociferaban slogans políticos a favor de la reelección del Presidente Balaguer, mientras se exaltaba con pancartas a su hermana, doña Emma Balaguer y a su esposo, Vallejo, administrador de La Tabacalera. Como de costumbre cada quien asumió su rol, en mi caso era buscar la noticia y acompañarla de buenas imágenes. Casi al término de la actividad, el camarógrafo se me acerca y me pregunta por Apeco, me advierte que no lo había visto tirar ni una foto.
La situación nos alarmó. Nos arropó la preocupación sobre todo porque, según se nos había advertido, el único interés de este viaje a Santiago eran las fotos. El director de RTVD, don Ramón Font Bernard, y el director de Prensa nos hablaron claro, no podíamos regresar a la televisora sin las fotos del referido evento.
Recogimos para regresar sin ver a Apeco tirar ni una foto. En eso, el camarógrafo lo divisó entremezclado entre el público, en medio de aquella alborozada expresión de masa encrespada. Tenía en su mano derecha la cámara fotográfica y con el otro brazo, envolvía cariñosamente a una fornida morena de senos exuberantes.
-“Míralo allá, está entre el público. Ojalá haya tomado las fotos”, me dijo eufórico el camarógrafo. En tanto, los organizadores del acto nos preguntaban la razón por la cual no habíamos tomados fotos, que era su interés principal. No supimos qué contestar.
De regreso Apeco se limitó a decirnos que estemos tranquilos, que todo estaba bien. Después no volvió a pronunciar “ni media palabra más”. Llegamos al canal, el director de Prensa y Font Bernard nos preguntaron por las fotos, el señor Vallejo ya había llamado y dijo que no vio a Apeco tirar las fotos que él personalmente había pedido. Insistía que se las enviaran a Santiago. Nos limitamos a decir que las fotos las tenía Apeco, pero realmente no estábamos seguros.
Al otro día, después que se pensó que todo estaba perdido, Apeco se apareció donde el director de Prensa con un manojo de fotografías impresionantes.
–“! Qué fotos, qué fotos! Tú nos iba a matar del corazón, Apeco!”, le dijo a éste el director de Prensa, Rubén Darío Vallejo, quien tenía a su vez la presión de Font Bernard que las esperabas para enviarlas a Santiago. Apeco ni se inmutó, entregó las fotografías y sin mayores explicaciones se retiró a su guarida, el “cuarto oscuro de revelado” de RTVD donde siguió haciendo magias con las imágenes captadas por el lente de su cámara fabulosa.
Rechaza apartamento
En otra oportunidad Apeco asistía a un acto de entrega de apartamentos para personas de escasos recursos. A Balaguer, funcionarios de su gobierno, civiles y militares, les habían informado que el fotógrafo dormía en el “cuarto oscuro” donde se revelaban las fotografías que RTVD utilizaba en sus noticieros, en razón de que no tenía donde vivir. En plena actividad el mandatario quiso sorprenderlo llamándolo para entregarle un apartamento, pero la sorpresa se la llevó el gobernante.
-“Muchas gracias Señor Presidente. Se lo agradezco infinitamente, pero no necesito ese apartamento”, expresó el artista del lente ante la mirada incrédula de los presentes.
-“Déselo a una de esas gentes pobres que lo está necesitando más que yo”-, subrayó.
Tiempos después Apeco regresó a su Santiago querido. Allí se había salvado milagrosamente de las garras de los esbirros de Trujillo. Cuentan que su temperamento nostálgico había sido producto de las torturas que sufrió de manos de los esbirros de la tiranía, cuando apenas era un estudiante universitario.
A la hora de su muerte, un inmenso dolor recorrió los recónditos de Santiago y del país.
jpm-am
el vallejo que se menciona en el artí****, esposo de emma balaguer, nunca fue administrador de la compañía anónima tabacalera.se llamaba mario. fue su hermano rafael, y no él, quien fue administrador de esa compañía.
no entiendo. conoci a apeco aqui en santiago desde siempre , pero nuestra amistad se acrecento en la decada del 90. puedo decir a su favor que era muy locuaz conmigo, compartiamos mucho en el parque colon. visite en muchas ocaciones su residencia cerca de la calle r.cesar tolentino donde vivia con su madre.
los humanos definidos como genios,no son personas normales,como el 99.9 por ciento de la población,tienen una manera de ver las cosas,el mundo,distinto a los demás y se comportan de una manera que sorprende a los demás,que generalmente los llaman locos.también gentes que ha recibido torturas y fuertes golpes en la cabeza,algunos desarrollan una gran inteligencia,la mayoría son afectados negativamente.
apeco fue un genio mal entendido por sus peculiaridades, que producian la impresion de que era un orate.