Anomia y anomalía social
Uno de los fundadores de la sociología moderna el sociólogo Francés, Emile Durkheim, fue el introductor del término “anomia” dentro de las ciencias sociales. Se denomina anomia (del griego ávouia/anomia: prefijo á-a-“ausencia de” y vópuos/nomos “ley, orden, estructura” a la falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de la sociedad.
El término es usado sobre todo en sociología y ciencias sociales. Es un concepto que ha ejercido gran influencia en la teoría sociológica actual. También ha ofrecido una de las explicaciones más convincentes de la conducta desviada en el individuo y en la sociedad.
Dicho término fue empleado por el sociólogo Emile Durkheim en la División del trabajo en la sociedad (1893): “Un estado sin normas que hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración”, así como en su obra El suicidio (1897) y posteriormente por el sociólogo estructuralista Robert K. Merton (Social Theory and Social Structure, 1949; “Teoría social y estructura social “) y en 1964 (en Anomie, anomia and social interaction: context of devíant behavior.
“Las estructuras sociales ejercen una presión definitiva en ciertas personas de la sociedad, de tal manera que producen una conducta inconformista en vez de una conformista”.
En su obra El suicidio, el maestro Durkheim estudia las causas y tipologías de esta conducta y encuentra que se caracteriza por una pérdida o supresión de valores (morales, religiosos, cívicos…) junto con las sensaciones asociadas de la alienación y la indecisión.
Y esta reducción de los valores conlleva a la destrucción y la reeducación del orden social: las leyes y normas no pueden garantizar una regulación social. Este estado conduce al individuo a tener miedo, angustia, inseguridad e insatisfacción y lo pueden llevar al suicidio.
La anomia domestica también induce al suicidio: una elevada tasa de divorcios, por ejemplo, ayuda indistinto. La anomia es una falta de regulación de la sociedad sobre el individuo, al que impide limitar sus deseos sufriendo un mal “infinito”.
De acuerdo a Emile Durkheim, (El suicidio), “La anomia es, pues, en nuestras sociedades modernas, un factor regular y especifico de los suicidios; es una de las fuentes de que se alimenta la frecuencia anual. El suicidio anímico se distingue en que no depende de la manera como los individuos se unen a la sociedad, sino de la forma en que ella los reglamenta…”
La anomia es muy común cuando el entorno social asume cambios significativos en economía, por ejemplo, ya sea para bien o para mal y más generalmente cuando existe una brecha significativa entre las Teorías ideológicas y valores comunes enseñados y la práctica en la vida diaria. Las personas que padecen de anomia experimentan una drástica reducción en su vocabulario.
Esta condición suele ser el resultado de una alteración neurológica, daño cerebral o cualquier enfermedad que afecte el funcionamiento del sistema nervioso central. No es solamente olvidar una palabra ocasionalmente, sino una lucha constante para acceder a palabras que alguna vez fueron familiares.
Aunque tiende a considerarse la anomia como un todo, lo cierto es que son varios los aspectos que pueden provocar que no se recuerde o se pueda emitir un nombre concreto.
Por su parte, Merton señaló que la conducta anómala puede considerarse como un síntoma de disociación entre las aspiraciones culturales y los caminos socialmente estructurales para llegar a dichas aspiraciones. Se destacan tres grandes tipos de anomia.
1. Anomia léxica. La forma más pura y conocida de anemia, se da cuando el elemento que falla es la posibilidad de acceder a la palabra pese a saber claramente a qué hace referencia. No es que no sepa cómo pronunciar palabra o a qué concepto se refiere, sino que no sea a representar en la mente la etiqueta EN SÍ. Se trata del tipo de anomia correspondiente al ejemplo de la introducción.
2. Anomia fonológica. Este tipo de anomia se da cuando a pesar de saber a qué concepto quiere hacer referencia y cuál es su nombre, el sujeto no es capaz de encontrar su representación a nivel fonético, no sabiendo qué debe decir para nombrarla. Es frecuente en las afasias en que está alterada la producción del lenguaje, como en la de Broca.