Andrés  L. Mateo, Hubieres y un Danilo Medina desfigurado

El vate Andrés L Mateo, en su crónica-apostolado de esta semana –y como tantas veces- se canta y se llora: se eleva y se empina en la egregia y patriótica figura de Américo Lugo (para repartir latigazos éticos-filosóficos), y como si fuera poco y en el mismo trayecto, pero a ras de potrero, desciende y ensalza al Cristo Redentor Juan Hubieres (quizás el más prominente de los bien llamados –por don Radhamés Gómez Pepín- “Los dueños del país”).

Lo digo, porque si Américo Lugo se enterara que quien redimensionado y recupera su pensamiento y proba vida pública hoy, al mismo tiempo, comparte foro-tribuna con un “redentor social” que no ha hecho más, en su “prédica sindical”, que reivindicar y reafirmar la categoría-ficción certera de que  “El Estado dominicano (…) no ha podido subsistir sino en condición de farsa o parodia de los Estados verdaderos”. Del mismo modo habría que preguntar: ¿Dónde encontrar un sólo dirigente “choferil” –de la escuela-éxito-estirpe de Juan Hubieres- que no sea millonario, o que no haya hecho acumulación rapidísima de capital, igualito que los políticos corruptos de nuestra partidocracia?

Pero no es de ese canto épico-ético-histórico, del que tanto abusa el vate L. Mateo en su atalaya periodística-mediática sin atreverse a confesar bando, aunque todos sabemos que PRM-Convergencia cojea. Más bien, queremos confirmar que, con su artículo de esta semana (Los límites del despojo), Andrés Luciano Mateo, ya viene –como habíamos anunciado la semana pasada- con inusitado ímpetu tras Danilo Medina. Y mucho se tardó.

Pero oigámoslo filosofar sobre el Danilo Medina desfigurado-propositivo –otrora “humano”-: “Creíamos que lo habíamos superado todo, que habíamos agotado todos los límites,  y que nuestros martirios nos autorizaban a confundir la memoria con la imaginación. Pero no. Apareció Danilo Medina, un hombre que adora el plagio, y nos propone reproducir un esquema de saqueo del Estado casi perfecto”.

Ahora oigamos al mismo poeta-cronista Andrés L Mateo, en otra sinfonía –de hace apenas dos años- sobre el mismo Danilo Medina y su gobierno: “Me agrada mucho que de alguna manera respiramos un aire diferente con relación a las políticas públicas. El presidente Medina ha hecho un uso diferente en el aspecto humano, ha sacado a flote dos aspectos del sistema educativo demasiado complejo y difícil de manejar en términos sociales como lo son la aplicación del cuatro por ciento y la campaña del analfabetismo y luego algunas acciones derivadas de su visión del ejercicio del poder” (Noticias Sin/17/09/2012).

Entonces, ¿a cuál de los dos Andrés L. Mateo creerle: al académico–pedagogo, que en un arrebato de sinceridad política reconoce un hecho significativo e inocultable, o al político-cronista, en pleno ejercicio ciudadano y de critico-partidario, por demás fulminante mago-alquimista que evapora y transforma, al mismo sujeto, en un  acto de magia-hechicería.

Yo no tengo duda sobre cuál de los dos Andrés L Mateo es el de siempre (el político-partidario: otrora perredeísta, ahora perremeísta de la secreta e inorgánico); pero mi gran aspiración es, que, algún día, Andrés L. Mateo y otros tantos intelectuales dominicanos, dejen de ser políticos partidarios de la secreta y asuman, sin vergüenza ni tapujo, los símbolos, los estatutos y los colores de sus partidos políticos que guardan en el closet de sus poses redentoras mediáticas. Por ejemplo, el vate L. Mateo, ya debería ponerse la gorra del PRM y caminar junto con su candidato: antes “Llegó Papá”; ahora Abinader (o como le apodan en las calles…).

Ese día –“¡Oh Dios!”-, ya no pronunciaré más sus nombres, porque al fin y al cabo, seremos todos iguales: ¡Políticos!

 

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