Amores y desamores en tiempos de chikungunya

Por más vientos que soplen en cualquier dirección, el juego por la candidatura presidencial en el PLD se trancó. Si es Danilo o es Leonel, Temo o Pared, Francisco Javier u otro también. Alguno será, claro está, pero desatar el nudo de pasiones frustrará muchas aspiraciones.
Si es Leonel, los demás, con excepción de Danilo, envejecerán esperando un turno para intentar llegar. A la edad que tienen, diez o más años de espera es fatal. De ahí que Temo clame a viva voz como principio esencial del boschismo ancestral, la alternabilidad. Si no eso, ¿qué? Los vientos a veces tumban cocos, y él lo sabe muy bien.
Si es Danilo, todos quedarán aminorados, incluso el proclamado líder máximo. Habría que cambiar la Constitución bajo el supuesto de que sería muy riesgoso ir con cualquier otro. Una aprobación de 90%, del mismísimo que dice no quiere ser líder, asegura un triunfo facilito.
¡Cómo cambian los tiempos! Hace muy poquito el más amado era el otro, y a ritmo de merengue le cantaban en mítines y caravanas: “Sólo contigo” y “No hay nadie más para sustituirte”.
En este país tropical, de amores y desamores políticos en tiempos de chikunyunga, con facilidad se declara algún hombre imprescindible. Imaginen si hay hábito de seguidilla, que Trujillo y Balaguer sumaron más de 50, con todo el odio que le tenían; y allá en la Era cantaban a ritmo de merengue: “recogiendo limosna no lo tumban, que va gallo que va, no lo tumban”.
Por más anillados que se presenten, hay amargura entre Leonel y Danilo; y no por enchinche de afuera, sino porque Danilo flota de aprobación en la estratosfera y eso disminuye a cualquier rival. El pueblo es soberano para amar y desamar, y contra el amor no hay remedio.
Acomodando las reglas para que Leonel pudiera volver, la Constitución de 2010 abolió el nunca jamás y reinstaló la reelección con un período de receso. ¿Pero quién en ese entonces imaginó que una vez en la silla (ahora también de guano) Danilo encontraría la fórmula para ser tan amado?
Por más huracanada que sea esta isla, los vientos autoproclamados no son suficientes para acomodar las aspiraciones. En medio de la vorágine, Danilo prosigue tranquilito con sus guayaberas de cuadritos visitando campesinos; y hasta a Italia fue a hablar de las sorpresitas.
Leonel desanda los mundos, y nunca falta un episodio para recordar los tiempos de cólera. Ahora son los tucanos, no por obra y gracia de chismosos dominicanos, sino por líos en Brasil y Estados Unidos que se develó el escándalo. Si no pasa rapidito, la corrupción seguirá siendo el fukú del leonelismo, aunque la justicia dominicana ni se dé por enterada.
El dilema por la candidatura entre Leonel y Danilo es muy claro. A pesar de su alta aprobación, Danilo está imposibilitado para repostularse, obra y gracia de la Constitución que acordaron Leonel y Miguel. Leonel no tiene impedimento constitucional, pero su popularidad sigue mermada en relación con la de su compañero contrincante.
Si Danilo o Leonel es candidato, los demás tendrán que prender un velón y elevar una plegaria de larga vida, porque de los dos, quien no vaya en el 16, se anotará para el 20.
Pueden ustedes estar seguros que en los próximos meses escucharemos mucha cháchara sobre los vientos, los cocos, la alternabilidad, el pueblo soberano y la reelección. Ah, y también, sobre la civilización y barbarie, con lo cual, el PLD ha derrotado desde 2004 al PRD, no importa quién sea el candidato.

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