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A los dominicanos "nos ha caído una cosa"
En República Dominicana todo parece estar consumado. Mientras el presidente Danilo Medina dice que actuará con convicción, el ex mandatario, Hipólito Mejía, asumiendo una postura libre de ironías repentistas y otras chocarrerías a que nos tiene acostumbrados, se expresa complacido y simplemente entiende que “nos ha caído una cosa”. Resulta pues, que el primero tiene convicciones o convencimientos tan frágiles como cualquier turbado adolescente; de repente, ha dejado atrás el discurso del drama humano y recorrido de unos 18 kilómetros que suelen recorrer días tras días para educarse muchos de los dominicanos ascendientes de haitianos que pretende desnacionalizar de un plumazo el Tribunal Constitucional(TC), con la sentencia 168-13. Medina, de quien dicen los incautos que es un estratega político, tal parece que su edad, la madurez emotiva que se le supone con respecto a un tema tan crucial y tormentoso como lo es el desnacionalizar a infelices y pobres dominicanos, tiene una convicción retardada. Esto, sobre todo, si no son de ascendencia europea y no hay entre ellos, faranduleros, ni empresarios, ni artistas internacionales. Sin embargo, Medina no requiere de esa reciedumbre de convencimientos ni de tareas consultivas, para cambiar ciertos hechos nefandos y deplorables que tienen que ver con la incursión en el país de ciertas figuras ligadas al narcotráfico que todavía se pasean por los pasillos del Palacio de la Presidencia, con una facilidad asombrosa. Siempre sujeto a su convicción, Medina, en un periplo que, aunque democrático resulta peripatético, está consultando a los miembros de los sectores más rancios y recalcitrantes de la sociedad, para elaborar un anteproyecto de ley de naturalización. Entre tanto, tal parece que la convicción de Medina, es incondicional a las torpes acciones de carajetes arrogantes, improvisados en asuntos migratorios, que se han dado el lujo de actuar como si estuvieran en cualquier patio de los barrios de la parte alta de la capital; e insultan, desconsideran y atropellan a los infelices que pretenden desnacionalizar definitivamente. Al margen de la presión internacional a la que alude para aplicar la sentencia de marras; Medina, parece estar acosado y asustado por la acciones de los endriagos, polifemos y demás monstruos que rodean su entorno. Se podría apostar a que, cual que sea el resultado de las iniciativas de Medina con respecto a una ley de desnaturalización, la misma no se aplicará como se debe de una u otra forma; pero lo más normal para nosotros, es que aun beneficiando a dominicanos ascendientes de haitianos indocumentados con la ciudadanía dominicana, la legislación sea violada por los personeros de ciertos sectores cavernarios. Porque como dijimos en un anterior artículo que intitulamos “lo que se nos aproxima”; ciertamente el mayor estigma de estos días es ser dominicano descendente de haitianos. No importan los daños que nos inflijan la seguridad ciudadana, el narcotráfico, ni la corrupción de funcionario alguno. En esos casos, no hay que hacer esfuerzos que tiendan a formarse repentinas convicciones, a fines de solucionarlos. Al contrario, ya se rumorea, o tal vez sea un hecho al momento de publicar este artículo, que se pretende limitar a cinco días el voto disidente de los juristas que se opongan a cualquier sentencia del TC. Y todo parece indicar que hay un concierto de indiferencia ante esos hechos. Contrario de como dice Mejía, quien parece estar en contubernio con otros sectores políticos de nuestro tejido social; a quien les ha caído una cosa es a los dominicanos. En lo adelante, y con la anuencia de otras convicciones de Medina, esperemos que en el TC; se continúe evacuando muchas nefastas cosas. Ya veremos.