OPINION: El chivo jarto de jobo contra las letras de ultramar

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EL AUTOR es historiador y comunicador. Reside en Nueva York.222

Dos acontecimientos recientes reafirman mi convencimiento de que la diáspora dominicana podría tener en sus manos la tabla de salvación para que el pueblo dominicano se encamine en sus anhelos de vivir en felicidad colectiva. Ello debe alertar a las autoridades del país para que se nutra con una cuota bien escogida de los nuestros e insertarlos al tren gubernamental sin el requisito de la participación en partidos políticos. Hemos desarrollado otra forma de ver las cosas y el mérito es la garantía.
En menos de un mes, una novela escrita por Junot Díaz fue declarada como la mejor obra que se ha publicado en lo que va de siglo en todo el mundo. Ahora otro igualmente nuestro, José Acosta, acaba de ser declarado como ganador del «Premio Casa de las Américas» con su novela «Kilómetro de mar», lo que para mi pone el país en el mapa universal, lleva al autor a la consagración en la literatura y confirma lo planteado anteriormente.
Ambos escritores son inmigrantes que residen en la ciudad de Nueva York donde han desarrollado sus actividades literarias, muy a pesar que hace algún tiempo un «chivo jarto de jobo», que no recuerdo la última vez que publicó un libro, nos calificó a todos los dominicanos que de algún modo hacemos cultura en esta ciudad como «mediocres».
Esas distinciones prueban la bipolaridad de ese hombre cuya soberbia lo puso fuera de su cauce en su apreciación y que ahora se empeña en congratular a los galardonados.
Es que hay gente que hace poco para aportar y se esmera al momento de criticar lo que el otro produce. La alevosía en esos casos es deliberada. Recuerdo que cuando publiqué mi libro «Conozca al presidente Lilís»  poco faltó para que en la presentación del mismo me crucificaran. De igual modo me pasó con la obra «Balaguer, Trujillo y el beso de Judas», que casi me lanzan en una hoguera. La edición de «El Presidente Cáceres, fabula del progreso, el orden y la paz» por lo mismo tuvo grandes tropiezos antes de salir de la imprenta.
«Que murmuren, no me importa lo que digan» dice una vieja canción. Es sabido que Junot Díaz nos es del agrado de un sector de la intelectualidad dominicana en la isla. La razón es que Junot tiene otro modo de expresarse y no se restringe lo que piensa. Cuando habla deja saber lo que siente, Con verdadera justicia Junot Díaz y José Acosta han demostrado que la escritura dominicana de ultramar se ha ganado su espacio en base a sacrificios que a simple vista no se ven. Ha valido la pena, porque sus trabajos están dando frutos y la dominicanidad viaja por el mundo por su talento.
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