Mis días en Cedopex
Madrid.- Mi presencia en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), que se celebra anualmente aquí, me recuerda los tiempos cuando fui hace más de 25 años director del área del Centro Dominicano de Promoción de Exportaciones (Cedopex), que tenía a su cargo organizar la participación del país en todos los eventos feriales.
En esos años viajé por muchas parte del mundo en labores de promoción de la oferta exportable nacional y en gestiones de negocios de empresas dominicanas interesadas en colocar sus productos o servicios en esos países o de aprovechar esquemas internacionales de desgravación arancelarias como el Convenio de Lome o la Iniciativa Reagan para la Cuenca del Caribe.
En una ocasión fui jefe de misión de una delegación de más de 60 empresarios que participaron en la Feria Internacional de Taiwán, donde se incluyeron ruedas o mesas de negocios, a través de las cuales productos dominicanos ingresaron al mercado taiwanés, como el café procesado y la joyería de ámbar.
También logramos que empresas taiwanesas se instalaran en parque de zonas francas que empresarios de esa nación formalizaran inversiones conjuntas con sus pares dominicanos, como una dedicada a la exportación de ancas de ranas a Taiwán y Asia.
Nunca pude entender que en la lista de exportaciones hacia ese destino figuraba un producto llamado “aletas secas de tiburón”, con el cual se elabora una muy codiciada sopa en los países que en ese tiempo se denominaban logres Asiáticos, habría que pescar muchos escualos para completar tan novedosa oferta.
El Fitur, el pabellón de Republica Dominicana fue toda una obra de arte, con la participación de decenas de empresas hoteleras, tuor operadores y suplidores de la industria turística, señal de que el país mantiene el liderazgo como destino turístico en Centro América y el Caribe.
Hemos avanzado mucho desde que Osmar Benítez, entonces director de la Junta Agroempresarial, y yo organizábamos la participación dominicana en las ferias de Anuga, en Colonia, Alemania, la más grande exposición agropecuaria del mundo, o el la Sial, de Paris, y otras similares en Italia y el norte de Europa.
Recuerdo que en una oportunidad, logramos que una cadena de supermercados de Alemania, se interesara por la producción de tomate industrial. Cuando el millonario contrato estuvo a punto de firmarse, se supo que toda lo oferta dominicana, apenas alcanzaba para promover el producto durante un fin de semanas en los 16 mil establecimientos de esa cadena minorista.
En esos años participamos en ferias comerciales de Costa Rica, Panamá, El Salvador, Aruba, Trinidad y Tobago, Puerto Rico, Curazao, Estados Unidos, Corea del Sur, España, Alemania, Italia, Reino Unido y otros países de Europa y América, en un esfuerzo público – privado por promover la oferta exportable nacional.
Transcurrido más de 25 años de lo que aquí cuento, todavía el país requiere recomponer y promover aún más su oferta exportable, ahora con el auxilio de la comunicación digital, y asimilar activos tecnológicos del mundo global, además de la modernidad y civilidad que exhiben hoy las naciones del primer mundo. Hace tiempo que ya no somos o no debemos ser una isla.