OPINION: La Trama Incesante

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El autor es presidente de la Juventud Peledeista en Nueva York, donde reside.

En la política como en el diario vivir siempre hay retos y obstáculos que se tienen que afrontar y que en la mayoría de los casos no son productos de comportamientos o provocaciones, sino más bien el resultado de conquistas y logros que se alcanzan y que no pueden ser asimilados por terceros que terminan siendo presas de la testarudez y obstinación.

Es tanto así, que hasta en la Biblia encontramos historias sobre este particular, como la de José, hijo de Jacob, cuyos hermanos, por envidia, lo vendieron por algunas monedas de plata a unos mercaderes ismaelitas, quienes posteriormente lo llevaron a Egipto, donde fue comprado como esclavo, y luego, por la bendición divina, pudo interpretar un sueño al Faraón que salvó a esta nación de una gran escasez.

Cuando el Faraón vio que el joven era sabio, le pidió que gobernara a su lado, una decisión que lo convirtió en una autoridad de ese imperio.

Las diferencias políticas siempre han sido parte activa de esta actividad desde sus inicios, pero lo que en verdad resulta muy dificultoso de asimilar y controlar es cuando estas divergencias cruzan los límites del debate y terminan en el plano del descrédito, la ignominia y la descalificación, entonces sin lugar a equívocos, que se estaría comenzando a transitar un terreno muy delicado y expuesto que pudiese tener un final deplorable.

No es mentira para nadie que ningún líder en nuestra historia haya sido víctima de tantos ataques perversos, feroces, sistemáticos y planificados como la ha sido el presidente del PLD, Leonel Fernández, quien desde hace varios años viene recibiendo una andanada de embestidas por parte de sectores adversos que han ido desde acusaciones sin fundamentos, estrategias mediáticas hasta alianzas con sectores del bajo mundo con el único propósito de mancillar su integridad y liderazgo, y a su vez, tratar de hacerlo irrelevante en el debate nacional y con ello inhabilitarlo políticamente.

La grandeza de este líder es que, a pesar de toda esa trama malévola, siempre ha asumido su rol y responsabilidad partidaria. En todas las campañas electorales tanto a nivel congresual, municipal como en las presidenciales del dos mil doce y dos mil dieciséis, aún sin ser candidato, se tiró a las calles intensamente a buscar los votos para que su partido saliera airoso en esos comicios, tal y como sucedió.

Lo que los adversarios de Leonel no han podido derrotar es su estilo único y propio, más un liderazgo sustentado en una intensa agenda de trabajo y una gran obra de gobierno que creó las bases y condiciones para que el país pueda exhibir el avance y el desarrollo que ostenta hoy.

Estos factores han sido la causa fundamental para que hoy el pueblo le tenga a Leonel un inmenso cariño y una alta valoración, tal y como reflejan todas las mediciones que lo posicionan como puntero en la actualidad.

Este titán de la política ha demostrado tanto a la clase política como a la generación actual y venideras que el trabajo, la entrega y la vocación de servicio son las armas más potentes para combatir todo tipo de ataques, y a su vez, la repuesta y defensa más férrea para vencer en cualquier terreno a la injuria o a la trama por más incesante que sea.

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