El problema medular de la delincuencia
Resulta muy perturbador el incremento de la criminalidad que es denunciada diariamente en los periódicos del país. He leído en este mismo diario, las quejas manifestadas por ciudadanos de laprovincia de Barahona que ven con preocupación cómo las autoridades han resultado incapaces de detener esa malvada ola de acciones delictivas, que dà la sensación de que ni bienes y propiedades, y, ni aun la vida, están garantizados. La ciudad de Barahona, donde otrora la paz era un ingrediente presente en la convivencia de sus comunitarios, los hechos que dan lugar a noticias que marcan una degeneración de la sociedad, son repetitivos, hoy día, con el agravante de que todo parece indicar que el orden público se le ha ido de la mano a las autoridades. La situación resulta realmente inquietante. Cuál, pues, sería la solución? No es que sea pesimista, pero el futuro inmediato se muestra oscuro y muy pesado, por cuanto las medidas usadas desde hace mucho tiempo no tocan fondo en el problema. Está comprobado que el conocimiento de las leyes con las medidas de coerción que ellas establecen, así como las acciones drásticas de las autoridades del orden público, sólo alcanzan a limitar mínimamente el problema. El filósofo Kan dij “La justicia es una virtud del hombre como parte de la conciencia moral, que es la actividad espiritual humana, más allá del conocimiento”. De ahí que no es suficiente el conocimiento de las leyes y la drasticidad de las autoridades para lograr que la conducta del hombre se enmarque dentro de la justicia; esto es, dentro de lo que es correcto.Todo modus operandus, o lo que es lo mismo, la calidad y tendencia de toda acción del ser humano, estará siempre vinculada, a la formación moral de cada persona; y, en la sociedad, esto es, colectivamente, a la suma de los valores que sustentan la formación de cada uno de quienes conforman dicha colectividad, sean estos: Estado, hogar, escuela, iglesia, partidos políticos, sindicatos, clubes, etc. El hombre es un ser moral desde su niñez. Su desarrollo es permanente, como es el proceso de santificación y regeneración concebido por el cristianismo. Ese crecimiento es posible por lo que ve, oye, elabora, hace…; así se va estructurando la formación del futuro hombre, en la cual participa con influencia preponderante, el ambiente general en que interactúa, el cual está compuesto por esos elementos u organismos que en líneas precedentes ya he citado. La falta de oportunidades puede ser un elemento incidente en la situación delincuencial que nos afecta; pero no es determinante. Si asì fuese, no hubiese corrupción en los manejos de la cosa pública, como repetidamente se ha denunciado. Creo que la criminalidad, en sus diferentes manifestaciones, obedece, fundamentalmente, a: (a) La carencia de una sólida formación moral, y (b) la falta de una verdadera relación con Dios. Fíjese, amado lector, que no hablo de estar en una denominación religiosa. No. Hablo de un genuino encuentro con el verdadero Dios, que mueva al temor reverente, y se traduzca, en una reducción máxima de la miseria que, por su naturaleza pecaminosa, arrastra el hombre como simiente de la pareja fracasada en el Edén. Es de emergencia la restructuración de un programa que dé el sitial que corresponde a la formación moral del educando (futuro adulto), y la coordinación de acciones mancomunadas entre el Estado, el hogar y la iglesia. Solo así, podríamos tener “personas buenas”, en quienes, valores tales, com el amor, la justicia y la misericordia, dejen de ser simples conceptos usados solo para bellas y envolventes expresiones; sino fundamento de su manera de pensar y de la práctica en su diario vivir. Creo, que esto es posible. Y si se pone en pràctica, dentro de veinte años, tendremos una sociedad con una moral alta, y los organismo regionales y a nivel mundial, se referirían a la Repùblica Dominicana, con otra consideración. Vamos, hagamos el ensayo, y estaremos cumpliendo con nuestra responsabilidad, de legarle a las generaciones que nos seguirán, algo que, si bien no podría ser perfecto, al menos, que sea menos malo.