Pedro Gaton y su fidelidad al PLD

El Manifiesto Comunista (escrito por K. Marx y F. Engels), empieza con una evocación que le cae, a pesar del tiempo y el desfase del comunismo, como anillo al dedo a un peledeísta fuera de serie llamado Pedro Gaton, que como un “fantasma recorre…” el PLD desde Washington DC., hasta North-Carolina sin desmayo ni descanso, y peor –o más vergonzoso-, sin una distinción al mérito en honor a su trayectoria y entrega.

 

Probablemente, Pedro Gaton es una pieza-viga del otrora PLD de cuadros que se quedo sepultado y olvidado en medio de la vorágine de un PLD-maquinaria electoral que mira con indiferencia y apatía, también, a sus militantes ortodoxos que se quedaron atrapados –o, ¿desadaptados?- entre la utopía (aquel arquetipo de partido político que fundara Juan Bosch, en 1973), el clientelismo, el nepotismo, el “dedazo” y el amiguismo rampante que arropa, sin distingo, al sistema de partidos políticos tradicionales.

 

Este proceso –pre-elecciones nacionales y de ultramar 2016- ha redimensionado al dirigente Pedro Gaton (entre otros locales), pues, en medio de lo atípico y singular, ha sabido elevarse y hacer la tarea –servir, cedular y empadronar- a favor de su partido y de la comunidad; muy a pesar del olvido y de que, el organismo al que pertenece (la seccional de Washington, DC), por años y procesos ha sido la cenicienta de un organigrama orgánico-partidario que necesita más que una reingeniería, pensada para el exterior, un vuelco de 360 grado para conectarlo con el pálpito vital de unas comunidades de ultramar que hace rato se desconectaron del subdesarrollo político-mental con que los partidos políticos tradicionales y sus actores protagónicos hacen política, y ya en el poder, no implementan políticas-estrategias -a excepción de los ya inoperantes Consejos Consultivos y lo que podría, si se articula e implementa como debe ser, el Instituto del  Dominicano en el Exterior (INDEX), una excelente iniciativa del Presidente Danilo Medina-, para integrarlos a la patria geográfica-cultural desde la perspectiva de sus aspiraciones, defensa y sus aportes al desarrollo socio-económico del país, sin obviar el valor agregado de sus experiencias profesionales, empresariales, comerciales, científicas-técnicas y académicas.

 

¡Todo un nicho de riqueza que al país no le costó ni un centavo!

 

Revalorizar ese aporte-recurso humano, canalizarlo y ponerlo en la órbita del desarrollo nacional, debería ser la gran estrategia de cualquier Gobierno y de los partidos políticos dominicanos –en sus plataforma-programáticas- que tienen presencia y raíces en ultramar. Pero ello implica, también, y sobre todo, mejorar sustancialmente los servicios (por ejemplo, bajar los costos de ellos, y, sobre todo, reorientar el fin y el destino de los recursos generados) que el Gobierno dominicano ofrece –a través de sus consulados y embajadas- a sus nacionales en el exterior, pues hay dos unívocamente inter-relacionados que son componentes básicos de su identificación y ejercicio pleno de su ciudadanía: las oficinas de la JCE y la expedición ágil, oportuna y rápida de su pasaporte. Por supuesto, se necesita que las embajadas y los consulados elaboren e implementen programas sistemáticos –no esporádicos y de fiestas patrias- para integrarlos, escucharlos, defenderlos y saber, a ciencia cierta, en qué trabajan, qué estudian, dónde viven, cómo y en qué quisieran aportar e invertir –si fuere el caso-, y cuáles son sus expectativas y críticas positivas respecto al país y al Gobierno.

 

Sin embargo, y desde los partidos políticos, nada podremos hacer si no cambiamos el esquema, el rol y el perfil de esos “aparatos” (los partidos políticos) y sus actores protagónicos –cúpulas y cuadros-, pues seguiremos reproduciendo esquemas organizativos obsoletos y fracasados, Congresos partidarios –como el VIII del PLD (mi partido)- que nadie sabe a ciencia cierta y de manera informada qué se aprobó o no, o peor aún, seguir perpetuando maquinarias políticas de zafras electorales, monopolios jerárquicos cuasi vitalicios, cercenamiento de la democracia interna a través del “dedazo”, de conjura de bolsones de crisis de sus cúpulas y liderazgos –con pactos y acuerdos entre facciones jerárquicas que aunque de lógica, para salvar el todo, casi siempre arruinan la institucionalidad democrática interna y operan como retranca al flujo natural de los procesos y relevos de los liderazgos alternos-; pero sobre todo, de abandono sumario de los aspectos doctrinarios-filosóficos e incluso, de sus cuadros de trayectoria y méritos indiscutibles.

 

Sin duda alguna, de esos últimos –cuadros medios-, Pedro Gaton, es uno, sin menos cabo, por supuesto de que, allá, en la Patria, y aquí en el exterior, hay muchos de ellos también. Démosle pues, una mirada sentida y solidaria…

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