Máscara contra cabellera en el PRM
La expresión se la robé a don César Medina, de su Tocando La Tecla del domingo reciente, aunque su origen se remonta a los tiempos de Jack Veneno, el héroe popular de los barrios pobres del país. En el contexto de la política actual -no en el de la “lucha libre”, otrora pasatiempo nacional sabatino de los desarropados- el analista político mas agudo e informado, y desde luego mi favorito, se refería a la lucha entre Hipólito Mejía y Luis Abinader por la nominación presidencial del Partido de la M y aunque el escenario es notoriamente diferente al que se recreaba en el cuadrilátero de los años ya idos, hay bastantes similitudes como para aceptar la analogía como válida. El asunto es que también hay discordancias, y que ellas son el motivo de mis cavilaciones. De entrada, hay que admitir que Abinader no es poseedor de la cabellera que se pueda aceptar como posta para jugarse algo de mucho valor, como sería la identidad secreta que se esconde bajo una máscara y que hace de contra apuesta. Pero tampoco Hipólito tiene cara que esconder, de modo que no hay máscara alguna que quitar. En realidad, al final de la lucha, no habrá sorpresa, ni por las hebritas de cabello de Luis, ni mucho menos por la ya conocida cara que veremos si el perdedor fuere el Gurabero. Lo que veo es que estamos en presencia de un gran fraude, porque el premio mayor -gane quien gane- no alcanza en valor al monto que tuvimos de pagar por participar en el sorteo, o por el boleto de entrada al coliseo. Y les voy a demostrar porqué estoy tan seguro de este engaño que encierra la expresión que sirve de título a esta entrega mía. Lo primero es que hasta “los mamando” saben lo que va a hacer el político dominicano mas predecible desde los tiempos de Joaquín Balaguer. Hipólito Mejía puede ponerse un antifaz, una careta, o una máscara y todos conocemos su cara real; puede decir hasta la saciedad que “tiene diez años que no prueba un trago de alcohol” y todos sabemos que cualquier día podemos encontrarlo andando por las calles con un jumo zurdo; Don Hipo puede jurar ante la Virgen de la Altagracia en Higüey y todos sabemos que antes de cruzar el río Higuamo romperá dicho juramento. No importa cuántas veces diga que “no”, todos sabemos que eso quiere decir que “sí”. En general, el ex presidente y ahijado del Perínclito de San Cristóbal, no sorprende a nadie en el país, haga lo que haga. Por eso es que no entiendo cuál es la bronca de la gente de Abinader cuando afirman que él (el turco) será el candidato del Partido de la M. Ellos todos conocen muy bien a Mejía y saben que si de fullerías políticas se trata, Hipólito las ha hecho todas. Y cuando digo todas, quiero decir todas. Desde decir una cosa y hacer otra, hablar a espaldas de sus cercanos colaboradores, recuérdense las expresiones: “esa vieja b….” y no se refería a del PLD; o “ese es mas desabrío que una tayota” o la mas insigne y significativas de los últimos tiempos: “Miguel se cree que Guido es un hombre de él, o mío. Guido es de Leonel”; hasta pactar las mas variadas sinvergüencerías contra el PRD y después salir llamándole traidor a otro. Pero al mismo tiempo que Hipólito Mejía es un mentiroso de cuerpo entero, un cara dura de película mexicana, no se le puede considerar un hipócrita puro y simple, como posiblemente lo llamarán los seguidores de Abinader en el Partido de la M. Mientras él le dice al oído a Luis y a algunos sectores de poder, que el candidato no es él sino Luis, sus mas autorizados voceros, digamos por ejemplo Héctor Guzmán, afirman en público que el candidato es Hipólito Mejía y lo dice con la autoridad que le precede; pues no en balde es considerado por todos, incluido el que escribe, como el hombre mas serio del staff del Gurabero, cuya debilidad mayor es ser hipolitista. Entre los que queremos y respetamos a Héctor Guzmán, no es raro oírse la expresión: “lo único malo que tiene Héctor es que cree demasiado en Hipólito”. Ahora, lo de Abinader es casi de antología. Se puede afirmar que luce como el discípulo mas aventajado de la cosecha pero, es al mismo tiempo el mas cándido. Tan despistado que esperará a que le cierren las puertas en las narices, antes que comprender que en el juego de Hipólito él es solamente un mal necesario, un desaliñado con el que hay que sentarse a la mesa, porque si no se hace, la abuela -que es la dueña del feudo- no lo aceptará en el redil. Pura y simplemente, Hipólito acepta o mejor dich soporta a Luis, porque lo necesita hasta el 15 de mayo de 2016. Lo que estaría por verse es en qué estará pensando Luis en realidad. Él sabe que no ha invertido lo suficiente a lo interior del partido que ahora comparte y que si tenía poco control, ahora tiene mucho menos, especialmente después de cederle la mayoría de acciones a la nueva gavilla del Jefe. En el pueblo sin embargo, su popularidad es buena, porque se demandan nuevos líderes, aunque no se tenga claro cómo piensan, ni qué son capaces de hacer. El inconveniente es adentro, en el aposento del Partido de la M. Allí no hay nada que acreditarle y las lealtades hace tiempo que tienen nombre en ese conglomerado. De cualquier manera, el reto mayor no será entre bomberos que de todas formas han de pisarse las mangueras, por un asunto de cultura política. El problema grande de los “modernos” es demostrarse a ellos mismos que tienen el temple de construir un partido competidor, cuando no hicieron nada para conservar el que ya tenían. Porque en la vida real, o sea, en la política, todo cuesta, y nadie te regala nada. Entre cortar la Cabellera de Luis o quitarle la Máscara a Hipólito no hay el valor para pagar el costo de la entrada. Creo que don César Medina ha sobrevalorado la cartelera.